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César Salas Pérez                                                                                   

Nunca antes para la oposición estuvo tan despejado el panorama político y electoral para obtener una clara y contundente victoria en las presidenciales del 2026.

Y es que el camino se encuentra expedito para que una gran alianza republicana totalmente desprendida de egos e intereses personalistas, busque consensos y disensos transparentes y de cara al país para elegir una formula presidencial en donde quepa el 70% de colombianos que rechazan categóricamente el gobierno Petro por ser el peor en toda la historia republicana de este país.

Para tal efecto, ahondaremos los puntos clave que desde ya debe trazar la oposición para blindar las elecciones y cuidar los votos. No vaya a ser que el personaje que desgobierna, se robe los resultados.

Lo primero es que de la unión de país y de todos los sectores, depende salir de este caos o entregarse al socialismo durante las próximas décadas. Ellos, los que están en el poder, se la jugarán hasta último momento con la reelección de Petro, comprando a quien tengan que comprar y torciendo a quien tengan que torcer. Claro está que, si la justicia le queda un poco de dignidad, este plan maléfico se debería caer por su propio peso.

Si hay Corte Constitucional en buen juicio jurídico, ese adefesio no pasa. Y si no pasa, el plan B es la señora Claudia López, una petristra recalcitrante que suspendió a Bogotá en el tiempo y la condenó al ostracismo. Por supuesto que sus jugadas serán negar a Petro, marcar distancia y traer de vuelta al pobre Mockus, para que se invente algún evento patriótico/cultural que vuelva a reclutar a los mismos idiotas útiles que hablan sin pensar y actúan sin premeditar. Es el viejo carrusel del petrismo- progresismo que habla mucha carreta y nada hace.

En segundo lugar, y con las cartas sobre la mesa, no le queda otra alternativa a la oposición que irse de conclave y adentrarse en un retiro espiritual donde se liberen de vanidades, se desprendan de todas las ínfulas de poder, sean purificados con el hisopo de la unión, discutan una hoja de ruta para ganar las presidenciales y de paso, darle cristiana sepultura a este gobierno de míseros guerrilleros, de bandidos corruptos que acabaron con Colombia empobreciéndola y maltratándola.

Allí deben estar sentados en el banquete de la unión republicana personajes que han demostrado dignidad y amor de patria como Vicky Dávila, de la Espriella, la Cabal, Paloma, Jota P., F. Barbosa, Miguel Uribe, Germán Vargas, el General Zapateiro, David Luna, Andrés Pastrana, Uribe y Duque como consejeros, a la iglesia católica como centro de reflexión y espiritualidad, el cristianismo sensato y bíblico, los defensores de las víctimas, las organizaciones que velan por los derechos de los menores de edad, los militares y policías humillados y pisoteados por el apremiante poder  actual en favor de bandidos y narcos; las mujeres, la juventud, los empresarios, estudiantes, academia decente y pensante, sector agropecuario y campesinado, mineros legales, gremios, asociaciones privadas, emprendedores e independientes, en fin, el país olvidado por el miope ideologizado que premió el hampa y atacó sin piedad a la gente honrada y trabajadora. Aquel colombiano que toque esta puerta debe ser invitado a seguir, sentarse y ser escuchado. Unidos, no hay de otra.

¿Y qué pasará con liberales, petroconservadores y castas politiqueras siervas mandaderas del petrismo? Simple, Colombia los conoce, sabe quiénes son, y cómo desde el congreso, vendieron a todo un país a cambio de plata, puestos y contratos. Intentarán reflexionar, reelegirse en sus curules y lavar sus sucias vestiduras, pero Colombia tiene memoria y sabe que traicionaron sus ideales. Cada cual hace de su capa, un sayo. Pero el conclave seguirá imparable. Es el camino para llegar unidos a la cita electoral y ganar la presidencia.

En tercera medida, el discurso de ellos por el cambio, por el revolcón, por la potencia de la vida, por la justicia e igualdad social llegan moribundos y sin oxígeno porque progresismo y socialismo se robaron el país y premiaron el crimen, la ilegalidad, la impunidad, la corrupción y el narcotráfico. El tal cambio y la tal paz total resultaron ser un fiasco, un fracaso estruendoso que vio hasta el más apático por la política y el más despistado por acción o por omisión.

En cuarto lugar, la oposición debe obviar consultas internas, asambleas, discusiones personales refritas por querer figurar en los medios, evitarse las mezquindades y pensar que éstas serán las elecciones presidenciales más importantes de toda la historia. Si se llega divididos, el Claudismo- petrismo no vuelve a soltar el poder, eso está claro. Ya después no habrá ni libertad, ni democracia, ni instituciones ni nada. Quedaremos listos para ser Venezuela 2.0.

En quinto lugar, el inminente triunfo de Trump en EEUU es un bálsamo en medio del unanimismo petrista ya que se tendrá a un poderoso aliado decidido a recuperar la amistad con Colombia y atacar en serio el comunismo como cáncer ideológico. Muy cerquita tendremos a María Corina para que guíe esta unión republicana y ejemplarice la desgracia de su pueblo a los que con una venda en sus ojos aun se niegan a entender la realidad de más de dos décadas de narco dictadura.

Finalmente, y consciente de que varios puntos clave no se alcanzaron a tocar, el compromiso por la reconstrucción del país, por recuperar la confianza, ordenar la casa, por el diseño y ejecución del mejor plan nacional de desarrollo, de devolverle la seguridad y el orden a este país, moderar el lenguaje desde presidencia, respetar con ideas la diferencia, ser mejores personas, pensar y proteger a nuestros niños, madres, familias y sociedad en general, son los cimientos para recuperar el país y esto depende de la oposición porque en tratándose del continuismo, a decir verdad, todo esto les vale madre.

Publicado en Columnistas Regionales

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