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César Salas Pérez                                                                                                             

Resulta bastante preocupante la seguidilla de siniestros mortales de varios de los helicópteros de la FAC, del ejército Nacional y de la Policía dejando en el aire muchísimas dudas sobre si se está cumpliendo con los estándares y protocolos en su mantenimiento preventivo y predictivo, si la tripulación y los equipos técnicos han dejado constancias de alertas previo a maniobras de sobrevuelos, o si el ministerio de defensa ha sido omisivo en materia contractual sobre la seguridad de las aeronaves militares, la verdadera capacidad de la Fuerza Aérea y el manejo de los millonarios recursos para su mantenimiento. La pregunta que todos nos hacemos ¿Fueron idóneos los certificados de aeronavegabilidad expedido en los últimos dos años de las naves accidentadas?

Ciertamente, es una desgracia que ocurra esto para las familias de los uniformados que han fallecido ya que su misión y trabajo depende absolutamente de las garantías y seguridad operativa que ofrezca este medio de transporte para las fuerzas armadas del país. Nuestra voz de dolor y respeto a la memoria de los caídos y por supuesto, a sus familias.

Sin embargo y descartando eventualidades como las difíciles condiciones meteorológicas en un territorio atravesado por tres cordilleras, los ataques desde tierra de la guerrilla y narcotraficantes por el control de sus cultivos ilícitos, los hostigamientos de los grupos armados ilegales con armamento sofisticado, o de las posibles fallas humanas, en toda esta cadena de  accidentes ( siete a la fecha en este gobierno) hay un común denominador y es que nuestra flota de helicópteros se encuentra en total abandono gubernamental porque no se ha realizado el mantenimiento preventivo que exigen estas poderosas aeronaves de combate.

Contextualizando, podemos decir que este tipo de incidentes han venido ocurriendo con una frecuencia preocupante que no es casualidad sino una dolorosa realidad porque a Petro con su odio visceral a nuestra fuerza pública no le importan estas muertes lo que se traduce en su desinterés en asegurar la integridad de los equipos militares, y por otro lado, a una gestión deficiente en la ejecución de los recursos para tal fin. Existe una negligencia total desde el mindefensa en el manejo de las aeronaves y la falta de control, insisto, en los contratos de mantenimiento.

Otro factor que refuerza nuestro punto de vista es que la mayoría de naves siniestradas hacen parte de la flotilla rusa del modelo MI- 17- 1V distinguidas por su adaptabilidad a operaciones en terrenos hostiles que por lo mismo requieren de un mantenimiento especializado y constante. Recordemos que consultado la embajada de Rusia en Bogotá sobre este particular en derecho de petición, su vocero diplomático debidamente acreditado respondió en abril de este año “ la embajada de Rusia expresa su preocupación por lo que califican como una decisión ‘unilateral’ del gobierno Petro, la cual impide el mantenimiento de helicópteros del ejército”.

Es decir que dentro de su plan por desmantelar la logística de la fuerza legítimamente constituida està el de suspender los contratos de mantenimiento con empresas rusas afectando gravemente esta capacidad operativa, sobre todo en misiones de seguridad y asistencia humanitaria. Mejor dicho, sin apoyo helicoportado el enemigo se siente seguro y las emboscadas a las tropas en tierra es una acción inminente.

Ante este notorio saboteo, la cartera de defensa no se ha tomado tan en serio el hecho de buscar salidas a esta crisis de mantenimiento porque les resulta fácil decir que la empresa rusa con quien suscribió contratos está en la lista OFAC (lista Clinton) y que las relaciones bilaterales con EEUU se podrían ver afectadas, pero no se escucha de planes logísticos y acciones gubernamentales o de cooperación bilateral para subsanar cuanto antes la flota averiada. Se quedan en el discurso como paralizados en la acción.

Sin embargo, todavía muchos defensores de este desgobierno se atreven a decir y sin sonrojarse que tanto accidente es por la mala suerte de la tripulación sobrevolar con viento y nubosidad desfavorables. Sin duda, las políticas de ‘decrecimiento’ también han llegado a las aeronaves militares. Reitero, es inaceptable que estos accidentes tengan como excusa las condiciones meteorológicas como la principal hipótesis detrás de las tragedias.

Por lo tanto, las investigaciones de la Aerocivil para determinar las causas de estos accidentes durarán muchos años, dada su clasificación como asunto de seguridad nacional lo que significa que, por ahora, no se conocerá informe oficial de lo acontecido.

Políticamente, ya sabemos qué es lo que ocurrirá para que la opinión vea algo de gestión desde la tibia oposición quien no dudará en  citar al  ministro de defensa a un debate de control político en la comisión II de la cámara de representantes para que responda un obsoleto cuestionario de preguntas, un ministro enemigo de las FFMM quien resultará maquillando con cifras la realidad y luego saldrá del recinto entre aplausos y voces de apoyo de la ‘lagarteria’  abominable de estos grotescos personajes que están viendo còmo el país se cae a pedazos sin un mínimo de decencia y dolor de patria. Pero ¿habrá adquisición de nuevos equipos para la defensa y seguridad del país?

Por supuesto que no sì les ha quedado grande el mantenimiento de las aeronaves que están en tierra, menos, destinarán presupuesto para comprar nuevas aeronaves y rearmar la fuerza del Estado. No olvidemos que en este gobierno proguerrilla esto sería un suicidio.

Publicado en Columnistas Regionales

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