No bastó con recordar su oscuro pasado delincuencial cuando hizo parte activa del grupo terrorista M-19, el mismo que incineró magistrados en el holocausto del palacio de justicia o cuando se tomó una embajada excusado en la tal revolución y de los cientos de secuestros y asesinatos.
No fue suficiente con rememorar su pobre resultado en décadas siendo congresista, un politiquero más, sin pena ni gloria solo parla y nada de leyes promulgadas. No fue determinante traer a colación su permanencia como alcalde de Bogotá donde las corruptelas y su absoluta incapacidad para gobernar hicieron de la capital un antro de bandidos, pero con poder político.
No bastó con entender que jamás se desmovilizó, sus obstinados principios guerrilleros y de bajas andanzas con temibles personajes a los que caía rendido a sus pies (secretariados de las Farc, del ELN y de cuanta cuadrilla matona impusiera su ley sangrienta), le impedía moral y éticamente, renunciar a lo irrenunciable, su deseo de llegar al poder y torcer el cuello a la ley para perpetuarse en el poder con su anunciada reelección.
Fue perdido que millones entendieran el hecho del viejo refrán popular “dime con quien andas y te diré quién eres”. Petro desde siempre ha estado del lado de los bandidos, de los dictadores genocidas como los Castro, los Chávez, los Maduro, los Ortega, de los sátrapas, de los violadores de DDHH y de aquellos que empuñan las armas desde las toldas de la ilegalidad y el pillaje. Esto no es una injuria ni una calumnia, es desde la historia misma de este personaje una verdad bastante incomoda para sus adeptos.
De nada sirvió haber traído a colación los múltiples casos de corrupción y descalabro del erario en el que su nombre ha estado vinculado pero que, por tener amigos muy poderosos en la justicia, siempre ha salido limpio y victorioso. Fue en vano haberlo visto en video recibiendo fajos de billetes de dudosa procedencia. Nada pasó y simplemente este señor se victimizó y la gente resultó premiándolo con la presidencia.
A otro funcionario o político que hubiese sido sorprendido en estas lo hubiesen no solo encarcelado, sino también destruido en su seno familiar y social y extraditado a EEUU sin anestesia alguna, pero como fue Petro, la ley hace una excepción porque el tipo simplemente es intocable.
Como nuestra parcializada justicia nunca inició la temible investigación de la Farc-política que fue un imperativo para que Santos iniciara la entrega de soberanía a esos delincuentes con su fallido proceso de paz, el país se quedó con las ganas de conocer a esos presidentes de la república, congresistas, ministros, embajadores, empresarios y altas personalidades que siempre apoyaron y comulgaron con el credo guerrillero y de los nexos con narcotraficantes que trabajaron de la mano con ese gigante cartel.
Infortunadamente, solo conocimos una cara de la moneda, la parapolítica, la Farc-política no existió en la memoria histórica de quienes han pretendido, paradójicamente, y desde su ideologizada óptica de la izquierda, reescribir nuestra historia conforme a sus ficciones y retóricas despreciables.
Las alertas se encendieron en ese entonces al ver un candidato proclamando “el cambio” pero que estaba rodeado de las peores lacras y escorias humanas, viejos alfiles mañosos y corruptos que se enriquecieron robando dineros públicos, gente con prontuario criminal apoyando y empujando esa campaña, narcos desde las cárceles moviendo miles de millones de pesos para comprar la votación, frentes guerrilleros proclamando paros armados y obligando a los campesinos a votar por Petro, indígenas desbordados, gremios como el de los camioneros y Fecode ciegos por este mediocre y abominable ser humano ( hoy recibiendo lo peor por su incompetente presidente); académicos, periodistas, líderes políticos, estudiantes e incautos, tomaron partido en favor de alias “Aureliano”.
Aún con todo lo anterior y sumado su arrogancia intelectual, el despotismo gerencial, la terquedad conceptual, el discurso beligerante, guerrerista y cargado de odio y frustración y el amor incondicional a un sistema socialista/comunista tan fracasado como suspendido en el tiempo, así lastimosamente, ganó la presidencia.
Dicen por ahí que para verdades el tiempo, y con dos años en el poder, quebró a Colombia, casi la mitad del territorio está plagado de sus amigos subversivos, el hampa cogobierna en las calles de ciudades y municipios; con sus constantes ataques verbales tiene sumido en el caos y el miedo a la institucionalidad, eso sí, maneja a la perfección su tradicional revictimización acusando falsos “ golpes de Estado” y teorías de conspiración en su contra; es un proactivo sin igual a la hora de atacar periodistas y medios que le han destapado monumentales hechos de corrupción; su hijo está acusado por graves delitos pero goza de inmunidad gracias a su Fiscal General de bolsillo; cobardemente, no ha reconocido al electo presidente de Venezuela el señor González y si está arrodillado al régimen dictatorial y genocida de Maduro; apoya abiertamente al grupo terrorista Hamás y no duerme bien porque sabe que Trump ganará en EEUU y sus planes expansionistas serán un fiasco.
Se les dijo y se les advirtió a amigos, contradictores y a gentes del común que este señor sería una amenaza para Colombia, hoy, su mediocre gabinete y sus reformas y nos dan la razón, Petro acabó con la salud, el sistema pensional, Ecopetrol se la están robando de frente, las FFMM están maniatadas, con su reforma tributaria sepultará el emprendimiento y la equidad; y es que su misma campaña ha sido su mayor gesto de ilegalidad, financiada con cuantiosos dineros ilícitos (confesión de su hijo).
Finalizo con una pregunta sencilla ¿Y quiénes son los otros culpables de esta desgracia de gobierno? En el Congreso están.