Y no es de extrañar que el desteñido azul haga respetar con autoridad sus cuotas burocráticas e intereses políticos para mantenerse vigente en el mundo político electoral porque es bien sabido que desde el presidente Andrés Pastrana jamás ha vuelto a parir desde sus entrañas un verdadero y auténtico líder conservador que represente al pie de la letra sus ideales, principios, visión de Estado y de país, sobre todo, con vocación de servicio y sin ambiciones personalistas.
Desde entonces, su único camino ha sido el de alinearse al gobernante de turno, declararse abierta y públicamente su aliado natural dizque por el bien de la patria y esperar que en la repartición de la ‘mermelada’ al menos una tercera parte de la misma les sea consagrada para beneficio de sus senadores y de su club privado de parásitos instalado en su directorio nacional.
Según los acuerdos, les corresponde la presidencia del senado en el tercer año de gobierno y por unanimidad sus senadores han postulado al mercader de mercaderes de la política criolla, el caribeño Efraín Cepeda, un viejo conocido de las transacciones politiqueras, quien simplemente no pelea con el poder, sino que se entrega a él. Pobre del alma del gran Álvaro Gómez Hurtado al ver en lo que su otrora glorioso partido se ha convertido, en una feria de pueblo, en un partido sin ideales, ni doctrina, ni ética, y peor, sin respeto a sus votantes.
El arte de la política en Colombia y salvo contadas excepciones, está empañada por esta caterva de áulicos aferrados al poder y temerosos de que el señor Petro los declare objetivo político y no les vuelva a dar burocracia y protagonismo. Para evitarlo, mejor es hablar despacio y bajito, cosa que el presidente no se altere.
Así es que hoy se conoce a este sector político como petroconservadores, apéndice del peor gobierno de la historia, compuesto por despistados senadores que hablan muy fuerte y con gallardía en sus territorios, pero actúan como mansas palomas en el capitolio, faltando a uno de sus principios básicos, el de reclamar públicamente por la seguridad, el orden, la convivencia y la libertad de todos los asociados.
Como era de esperarse, al carrusel burocrático senatorial se han pegado los liberales, los de la U y el partido Verde, anunciando su respaldo irrestricto al vitalicio senador mercader de mercaderes quien está listo a sentarse a manteles para agendarlos e indicarles qué les corresponderá como premio por tan masivo apoyo.
Bueno sería que sus quince senadores le hablaran claro al país y en vez de fingir de independientes digan de frente que son gobiernistas y que en el nuevo período legislativo apoyarán las reformas pendientes del gobierno como la de salud, educación, laboral, que están de acuerdo con la estrategia socialista de la estatización total del Estado, que quieren la Defensoría del Pueblo, que el cuestionado presidente de la comisión de ‘absoluciones’ de la cámara baja, el costeño Manzur va en camino de preferir fallo inhibitorio a Petro por presunta financiación irregular de su campaña presidencial, y sobre todo, como ya lo mencioné que ante los medios sigan vendiendo la imagen de personajes probos e independientes frente al gobierno pero en realidad su actuar será la aprobación de la totalidad de la agenda legislativa Petro.
Claro es que los Petroconservadores poco o nada le interesan los consensos y diálogos con sus adeptos votantes porque no es año electoral y además pelear frente a frente con un tipo con ínfulas de dictadorzuelo como Petro no es un negocio que les deje dividendos. A estos tipos lo que realmente les interesa saber es cuánta burocracia institucional más embajadas y consulados, más jugosa contratación, está disponible para votarle todo y en bancada al ejecutivo.
La nueva presidencia del senado será lo más parecido a una Notaria pública en favor del gobierno porque quien la presidirá se ha caracterizado a lo largo de toda su trayectoria en tener ciertas cualidades propias que lo hacen un auténtico cómplice presidencial no precisamente por una colaboración armónica entre las tres ramas, más bien, por su excesivo apetito de poder.
Finalmente, los actuales Petroconservadores como auténtica vergüenza conservadora son una extraña mezcla entre políticos tradicionales con experiencia institucional abierta a negociaciones y pactos por debajo de la mesa y otros con deseos de hacer un sano ejercicio, pero sin voz ni temple a nivel país como para intentar asumir verdaderos liderazgos de talla mayor. Estos últimos son más parroquiales que nacionales.
Al ver semejante espectáculo de estos auténticos ‘vende patrias’, sus dos millones de votantes deberían esforzarse un poco más y reconsiderar NO volver a votar por estos siniestros personajes legislativos que juraron en plaza pública defender su misión y visión de la justicia social que mejore la calidad de vida de la sociedad y la transformación institucional al ser actualmente, un discurso al mejor estilo Petro, letra muerta.