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César Salas Pérez     

No contento este gobierno con destrozar la institucionalidad, la economía, la industria y el emprendimiento, y en general, acabar de plano con este país, el deporte no es la excepción y se alistan nuestros deportistas para los juegos olímpicos París 2024 esperando a ver qué pasa y cuál deportista por mérito propio sube al podio.

El panorama no ha sido ni bueno ni claro porque el desfigurado ministerio del deporte realmente no cuenta con el apoyo de Petro ni mucho menos con un robusto presupuesto que soporte las estrategias y los planes macros de competencia para los niños en formación y jóvenes atletas profesionales en diversas disciplinas que podrían representarnos en cada uno de los ciclos y justas deportivas en el ámbito local y por supuesto, en el internacional.

Uno de los más recientes fracasos fue el de haber perdido Barranquilla la sede de los próximos juegos panamericanos, todo por la ineficiencia e incompetencia de la entonces ministra al sustraerse de pagar la suma convenida dentro del tiempo estipulado para tal efecto. Más allá de la debacle administrativa quedó en evidencia la ignorancia de quien nos gobierna al no percatarse en debida forma o más bien por su pereza y desinterés evidente para apoyar el magno evento deportivo que las cosas no iban bien, sucediendo lo que sucedió, una vergüenza mayúscula a nivel continental.

El señor sin sonrojarse se dedicó a lo suyo, hablar paja y echar discursos una vez más en su papel protagónico de víctima y de señalar y juzgar a otros de la debacle para limpiar su asquiento nombre y vender la idea de que esos juegos no eran importantes.

Sin embargo, es el deporte y nuestros deportistas los que más alegrías le han entregado a los colombianos como en el ciclismo, la alterofilia, el bicicrós, el atletismo y otras tantas actividades que en el reciente pasado hicieron de Colombia un país importante por tantas y destacadas actuaciones.

Es precisamente el deporte, un fenómeno social y hecho cultural multidimensional tanto a nivel competitivo como recreativo que, según la normatividad vigente, pende de una estructura y niveles, soportada en una Ley del deporte, como servicio público por constituir derechos fundamentales de los colombianos. Pese a todo esto, la falta de apoyo gubernamental sigue siendo una promesa incumplida sobre todo de aquellos que prometieron “el cambio” y dejar a un lado la politiquería.

La visión y el desarrollo del deporte desde la base hasta la élite es de obligatorio cumplimiento en países potencia mundial como EE.UU. o China, pasando por Europa o Australia. En cambio, en nuestro país actualmente, es una de las tantas promesas y falacias.

Un punto bastante crítico es que no se trabajó como se esperaba para preparar a los deportistas no solo para clasificar sino para llegar en alto nivel a estos olímpicos parisinos. Y es que este ha sido el malestar de nuestros medallistas activos, de la prensa especializada, concluyendo que no esperamos siquiera superar lo hecho hace tres años (por pandemia se aplazó un año la olimpiada Tokio 2020 fue en 2021), es decir, cero Oro, cuatro Platas y un Bronce, ocupando el puesto 66 del escalafón olímpico.

No descartamos que el amor por el país y la experiencia de varios den la sorpresa y se consiga algo histórico, ya que lo que corresponde a cronograma de trabajo, apoyo gubernamental, economía solidaria y estrategias de alta competición, brillan por su ausencia.

No es noticia nueva que hace ya varios años Colombia viene cosechando un destacado papel en la comunidad deportiva internacional, pero el poco esfuerzo institucional y presupuestal actual vislumbra un papelón. Quisiera estar equivocado y ser optimista, pero la cruda realidad y la mala hora del deporte no se puede ocultar.

Y es que enfrentar los cruciales desafíos de los deportistas en competencia es una tarea a muy largo plazo, tarea que se ha visto seriamente obstaculizada por el mismo presidente y su burocrático ministerio que no tiene idea de nada, mucho menos de deporte. Prima más la idea de perpetuarse en el poder, de acabar con el país y de gobernar con bandidos corruptos, menos de pensar en una niñez y juventud abnegada por la recreación y el deporte y unos atletas formados y preparados para competir y ganar en el exterior.

Triste realidad y lo que tanto hablaron del impulso al desarrollo de programas con enfoque diferencial, juventudes por la paz, desarrollo de escenarios deportivos para la vida, apoyo a los atletas y para-atletas como embajadores de paz en el mundo y las demás ilusiones plasmadas en el PND “Colombia, potencia mundial de la vida”, son simplemente una rota hoja de ruta que no llegará a feliz puerto, simplemente por la pésima calidad humana de quien preside la presidencia y por la ineptitud e ignorancia de quienes lo rodean en el ejercicio del poder y la gobernanza.

La mala hora del deporte es una columna de opinión acorde a la realidad que atraviesa el país donde ya casi nada funciona y poco interesa que la planificación y el trabajo idóneo impacten positiva mente el curso de vida de la población.

Publicado en Columnistas Regionales

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