Alfonso Monsalve Solórzano
Alfonso Monsalve Solórzano
“El cambio no es posible sin el pueblo. Lo que se eligió no fue simplemente a una persona, lo que se hizo en la elección fue volver al pueblo gobierno, volver al pueblo poder”, dijo Petro desde el balcón de la Plaza de Armas de la Casa de Nariño ante un puñado de personas el pasado 14 de febrero, luego de que cambió de sitio de la concentración, que estaba citada en la inmensa Plaza de Bolívar como punto de llegada de las marchas petristas que había autoconvocado días antes en un alarde de caudillismo. Seguramente sus asesores le dijeron que no corriera tal riesgo porque las encuestas -que de dientes para fuera descalificó- indicaban que su popularidad estaba bajando y que no llenaría sino una fracción dese ese espacio.
Alfonso Monsalve Solórzano
Al referirse al asesinato masivo de miembros de la Unión Patriótica, UP, efectuado entre 1985 y 1993, el presidente Petro dijo que el estado colombiano había actuado como los nazis, con la diferencia de que los alemanes habían hecho catarsis y el estado colombiano, no; de lo cual se sigue que el nuestro es peor que el de los nazis. Hizo esa afirmación luego de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, condenara este lunes al Estado por el genocidio de más de 6.000 integrantes de la UP.
Alfonso Monsalve Solórzano
Una característica central de un régimen de izquierda marxista es la centralización y concentración de todos los poderes y de las decisiones más importantes en cabeza del presidente o jefe de estado. La doctrina lo llama centralismo democrático: los órganos inferiores del partico obedecen al comité central, que es elegido, generalmente, en el congreso nacional de la organización, que dicta las directrices de política entre congreso y congreso, y de cuyo seno se elige el comité ejecutivo central y en él al máximo líder. Eso es el centralismo.
Alfonso Monsalve Solórzano
Me resulta difícil escribir sobre este gobierno porque casi todas las facetas problemáticas de sus declaraciones, propuestas y acciones, han sido comentadas desde esta columna, que ha destacado la opacidad y contradictoriedad de las primeras, lo inconveniente de las segundas y el sesgo autoritario de las terceras.
Alfonso Monsalve Solórzano
La socialdesfachatez de la ministra Corcho es inconmensurable. En esta semana declaró ante los medios de comunicación que la reforma a la salud que está impulsando ha sido la iniciativa más discutida en la historia republicana del país. Inmediatamente, los gremios de pacientes, médicos y de las IPS, así como políticos de diversos matices salieron a desmentirla. La razón es muy sencilla: no existe propuesta escrita que haya sido sometida a debate. Todo lo ha hecho a espaldas del país. Y cuando ha citado a algunos poquísimos auditorios seleccionados a dedo por ella, lo que hace es plantear tesis sin sustento escrito ni argumentos científicos.
Alfonso Monsalve Solórzano
Muchos colombianos están saturados con el gobierno de Petro. Creen que ha hecho muchas cosas para cambiar la esencia del estado democrático liberal de Colombia por uno que sea su negación, pero esto apenas comienza.
Alfonso Monsalve Solórzano
El ELN desmintió al presidente Petro que hubiese acordado con el gobierno un cese el fuego bilateral a partir del 1 de enero. Sería risible, si no fuera trágico para el país, porque es una muestra más de la soberbia, la irresponsabilidad, la improvisación y el folclorismo con la que el mandatario maneja los asuntos cruciales de Colombia. Es que sigue vigente en la mente de Petro la socialchambonería con la que el M–19 manejaba, en su época de guerrilla, sus acciones, guiada por la idea del “sancocho nacional” que mezclaba todo en sus propuestas; criticaba al mamertismo comunista, pero practicaba la lucha armada y pasaba de secuestrar mafiosos a hacerles el favorcito en el Palacio de Justicia.
Alfonso Monsalve Solórzano
Esta semana de diciembre ha sido un torbellino de noticias petristas, todas malas para la democracia colombiana. Es que, para el presidente, ya se ha dicho aquí y en otros lugares de opinión, el estado es ilegítimo, victimario y la violencia en su contra se justifica. Fuera de eso, tiene un sentido de la verdad cuestionable: cuando le sirve, la invoca, pero cuando no le conviene, la ignora, o peor, la tergiversa y descalifica. Lo que al comienzo de su mandato eran apenas hipótesis, a medida que avanza su gobierno, los temores de quienes defienden el estado de derecho, se vuelven realidad. Estamos transitando por un sendero muy escabroso. Para demostrarlo, tomaré como referencia la entrevista al presidente, que publicó Semana y sus declaraciones en la asamblea de cocaleros en el Catatumbo, en El Tiempo, ambas aparecidas en el día de ayer.