En caso contrario, si Petro no gana con la ayuda de idiotas útiles, la minoría perdedora incendiará una vez más al país con un “estallido social” jamás espontáneo, y sí muy bien concebido y autorizado por Venezuela y Cuba, estallido que, además, durará cuatro años. Barreras dice esto, pero al revés: si gana la derecha, que él define como “extrema derecha”, ésta “reprimirá violentamente” a los petristas y estos responderán con un “estallido social”.
Empero, dicho “estallido” podría comenzar dentro de poco y no bajo el control de la “extrema derecha” sino del mismo Petro. Totalmente desesperado, el inquilino de la Casa de Nariño envió la orden a los sindicatos comunistas de montar un “paro nacional” para este 28 y 29 de mayo, para borrar de la imaginación ciudadana las complicaciones que él le ha creado al país y los escándalos de corrupción y violación de las normas electorales en 2022, cuyas investigaciones están en curso.
La curiosa argumentación de Roy Barreras, con la cual el camaleónico político del Valle del Cauca quiere armarle a Petro “una coalición de centroizquierda” que le permita seguir en el poder por cuatro años más, no resiste un análisis.
Según el exsenador, hay urgencia en el país de cerrarle el paso a la “extrema derecha” como si ésta fuera la responsable de la situación desastrosa en que Petro sumió a Colombia en solo 36 meses de gobierno.
El intento de Barreras de invertir los factores de la realidad es evidente pero no convence. Barreras no viene a servirle a Petro sino a servirse él mismo. Su intención no es ser el arquitecto de una coalición que lleve a otros a la Casa de Nariño, sino posicionarse él como candidato presidencial de una coalición variopinta, que él sabe desde ya inestable y sin principios.
Como los otros jefes de la corriente castro-chavista, Roy Barreras quiere ser presidente de la República, como si Gustavo Pedro no hubiera clausurado --con su gobierno fanático, violento, destructor y corrompido hasta la médula--, la posibilidad de que esa corriente, y sus antenas más extravagantes, sigan atornilladas al poder para continuar el pillaje del país.
Ese plan no despierta el entusiasmo en los cenáculos que Barreras quiere poner a su servicio. El exsenador multicarta (2) está en guerra con una ala importante del Pacto Histórico, entre otros con Luis Carlos Reyes, exministro de Comercio y ex director de la Dian (3).
“Yo tengo un plan” le soltó Barreras al periodista Federico Gómez. La oferta es armar una “coalición de centro-izquierda” --un remedo de la vieja táctica del “frente popular” de Stalin durante la Guerra Fría--. Barreras busca, por otra parte, sabotear la marcha del proceso de destitución de Gustavo Petro en el Congreso. Intenta, además, impedir que tome forma la “gran coalición de varios sectores políticos para proteger la Constitución de 1991 y tumbar la idea de hacer una constituyente”, idea lanzada por el expresidente César Gaviria en mayo de 2024. Este último pidió, por otra parte, escoger un candidato presidencial único para la elección de 2026, mediante una “consulta interpartidista”. Barreras levanta cortinas de humo para eclipsar todo eso.
El petrismo, hoy es un pálido reflejo de lo que era en 2020. Hoy está apoyado por minorías intoxicadas ideológicamente y maleables (como quedó visto en todo este periodo, sobre todo en el acto de Barranquilla bajo un grafiti de hoz y martillo). ¿Quién ignora que el petrismo pasó del primer lugar en las legislativas de marzo de 2023, al cuarto lugar, siete meses después, en las regionales de octubre de 2023, y que en esta última votación perdió 8 millones de votos, solo 12 meses después de llegar a la presidencia de la República? El Pacto Histórico no tiene cuadros políticos (lo vimos en el desfile calamitoso de ministros y otros funcionarios ineptos y sin la menor idea de lo que es el interés general). Ello explica que en ningún lugar se vea un repunte político-social del petrismo. Por el contrario, en los estadios y eventos deportivos y culturales, los colombianos gritan “¡Fuera Petro!”.
Ante tal coyuntura, la alternativa es usar y abusar de la mentira y de la fuerza para arrastrar, mediante el terror, psicológico y material –para eso sirve la “paz total”--, a los caciques, a los activistas independientes y a las clientelas electorales sin brújula. Ese es el objetivo de la patética perorata de Petro en Barranquilla: desatar la guerra entre los colombianos, la guerra contra los opositores, contra el Congreso y las Cortes, y contra quienes no aceptan ser cómplices de sus desórdenes.
Allí predicó la guerra de clases (obreros y empleados contra empleadores), calificó a los industriales y comerciantes de “criminales” y “paramilitares”, opuso “el pueblo” a los “HP congresistas”, invitó a la guerra de razas (indígenas contra urbanos y agricultores), a la guerra del centralismo contra las regiones (contra las ciudades y departamentos que se abren a ciertas formas de autonomía), a la guerra contra la diplomacia tradicional (campo occidental contra el espacio chino-ruso-iraní).
La campaña electoral de Petro, quien trata de resucitar la reelección mediante una Constituyente de bolsillo, comenzó a obscuras con el mitin portátil y crepuscular de Barranquilla. El 28-29 y 30 de mayo estallará en las calles en forma mucho más directa: prometen vengarse de los senadores sin que la oposición militante haya dado un paso para unificar la resistencia contra tales planes.
Notas
(1).- https://cambiocolombia.com/poder/roy-barreras-el-gallo-de-petro
(2).- Roy Barreras, 64 años, médico y político, ha pasado por varios partidos: ex uribista, ex santista, ex galanista, ex liberal, ex Vargas-llerista, ex Cambio Radical, ex Partido de la U, ex Alianza Democrática Amplia (antes Afrocolombiana), ex Partido La Fuerza de la Paz, creado por él mismo. Barreras contribuyó a la capitulación del Estado colombiano ante las Farc (acuerdos de La Habana), apoyó la legislación pro impunidad para los jefes y subjefes de las FARC, fue favorable al “pacto de la Picota” (la entrada a la campaña presidencial de Gustavo Petro de dineros de jefes del narcotráfico y del contrabando masivo). Roy Barreras llegó al Congreso en 2006 como representante del Valle del Cauca por el partido Cambio Radical pero se pasó al bando del presidente Álvaro Uribe –con su slogan “De frente con el presidente”--, hasta el fin de los dos mandatos de Uribe en 2010. Barreras saltó enseguida al Partido de la U, que llevó al poder a Juan Manuel Santos. Desde entonces Barreras sigue siendo santista aunque se une a la corriente en boga para mantenerse a flote en el mundillo de la alta politiquería nacional.
(3).- En abril de 2023, el senador Jonathan Ferney Pulido Hernández, más conocido como Jota P. Hernández, entabló una demanda contra el exsenador Roy Barreras por un sistema de corrupción en el Senado (cientos de millones de pesos de por medio). Barreras niega tales cargos. En marzo de 2025, la Corte Suprema de Justicia citó a Roy Barreras para oír su versión acerca del tráfico de influencias y presuntas intimidaciones contra Luis Carlos Reyes, exdirector de la Dian. Reyes manifestó, en entrevista con La W, que Roy Barreras lo había amenazado con la frase "eres un tipo prometedor, como un futbolista, pero imagínate lo feo que sería que a Messi le rompieron las piernas".
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¿Terminarán llamando a Ecopetrol Ecoeólicas?
Eduardo Mackenzie
Mientras España comienza a reconocer el grave error cometido al confiar exageradamente en sus redes eólicas y paneles solares para generar electricidad, en Colombia, por el mismo ecologismo falso, el gobierno de Gustavo Petro quiere seguir el ejemplo del socialista Pedro Sánchez.
Nadie ha olvidado que hace un mes, España sufrió un vasto apagón de 18 horas, uno de los peores de Europa. Éste afectó a 50 millones de personas y causó pérdidas económicas considerables tanto en España y Andorra, como en Portugal y en algunas regiones del sur de Francia. Las autoridades de Lisboa descartaron que la avería hubiera podido venir de Portugal.
El pasado 28 de abril, en efecto, hacia las 12:33 del día, 15 gigavatios de producción eléctrica desaparecieron “repentinamente” del sistema, lo que representó “el 60 % de la demanda de todo el país en el momento del apagón”, según la empresa oficial Red Eléctrica de España (REE). Esa caída de tensión provocó la muerte de 7 personas, y graves daños y peligros para todo el país: no sólo el sistema productivo y comercial fue paralizado, así como los aeropuertos y el tráfico urbano y ferrocarrilero, sino que las centrales nucleares españolas dejaron de producir electricidad y estuvieron no lejos de crear una catástrofe como la de Chernóbil en 1986.
Nada impide pensar que ese tremendo apagón haya sido la causa de que algunas empresas europeas productoras de energías “alternativas” estén reconsiderando ahora sus inversiones y planes. La compañía noruega Statkraft, 100% estatal y especializada en la producción de energías renovables, decidió, por ejemplo, realizar una “reorientación estratégica”. En lenguaje corriente ese paso equivale a una desbandada: busca vender sus activos en varios países, entre ellos España y Brasil, así como India, Países Bajos, Canadá, Croacia, Australia y Estados Unidos.
Lo peor de esta historia es que el gobierno colombiano, en lugar de hacer el análisis acertado de lo ocurrido en España, hizo lo contrario: una vez más, por pura ideología, creyó oportuno aumentar el peso de las eólicas y de la energía fotovoltaica en el mix energético colombiano, aunque esa arquitectura muy probablemente habría causado el apagón en España.
Fue así como Ecopetrol, bajo la dirección del polémico Ricardo Roa, expresó su intención de llegar a un acuerdo para adquirir Enerfin Colombia, la filial local de la firma Statkraft, propiedad de la firma noruega desde mayo de 2024. Según la prensa especializada, la citada transacción “cubriría todos los activos de Enerfin Bogotá, incluidos ocho proyectos en desarrollo y una planta solar, Portón del Sol, de 130 MW”, en operación en La Dorada, Caldas, desde sólo hace más de un año. La misma fuente indicó que el acuerdo “también prevé el traspaso de equipos locales y que la transacción se cerrará en el tercer trimestre de 2025”, si las aprobaciones habituales lo permiten.
Barbara Flesche, vicepresidenta ejecutiva para Europa de Statkraft, declaró: “Esta transacción marca la segunda desinversión planificada de nuestra cartera de Enerfin en nuestros mercados no prioritarios”. También permite a la compañía noruega reubicar sus recursos en el norte de Europa.
Para Colombia la ventaja de tal transacción, cuyo monto no ha sido revelado, no es evidente. Roa insiste en que Ecopetrol ampliará su “portafolio energético más allá de los hidrocarburos”, como si esa vía fuera la única virtuosa. No lo es. Lo que ocurrió en España prueba la fragilidad de las energías renovables y el viraje de Statkraft muestra que la duda sobre la estabilidad de ese sistema se amplía entre sus mismos promotores.
El asunto no es únicamente técnico y sí muy político. En España, la empresa REE, dirigida por Beatriz Corredor, figura de la facción Zapatero, la más radical del partido socialista, sin experiencia en el campo técnico, obró para que ese servicio dependiera de las “energías verdes” hasta el punto de que éstas llegaron a ser, en 2024, el 56 % del mix energético, en la perspectiva de alcanzar, en 2030, el 81 %, meta que nadie ha osado fijar hasta ahora en Europa.
Doce días antes del apagón, las energía renovables satisfacían la mayoría de la demanda (la eólica el 45,6 %, seguida del 27% de la fotovoltaica --la radiación solar sobre placas especiales--, y del 2% de la radiación solar --para calentar fluidos--.). La hidroeléctrica ofrecía apenas el 23,1 %. En el momento del apagón, esa relación había subido: las renovables cubrían cerca del 78 % del mix, de las cuales alrededor del 60 % procedía de la energía fotovoltaica.
Todo indica que el apagón estalló no por azar sino por una acción imprudente de REE. Según el matutino británico The Telegraph, basado en una fuente de Bruselas, la dirección de REE estaba realizando un experimento cuando colapsó el sistema pues aceleró fuera de lo razonable el dispositivo central para ver hasta dónde las energías verdes respondían. Todo ello en la perspectiva de eliminar gradualmente, a partir de 2027, los reactores nucleares de España.
No obstante, The Telegraph no cree que las energías alternativas tengan la culpa de lo acaecido: “Varios países tienen más renovables en su mix eléctrico que España y no han sufrido apagones”, dijo el autor del artículo. El error habría consistido en acelerar el ritmo “de forma imprudente sin haber construido antes una red moderna capaz de gestionar semejante carga intermitente”.
Consciente de los efectos políticos de ese descalabro, el gobierno de Sánchez no dice, según ese medio, qué pasó y cómo, o lanza explicaciones sin sentido técnico y hasta absurdas. En ese ambiente opaco los técnicos ofrecen versiones contradictorias. Unos afirman que el problema vino de los generadores, otros creen saber que lo que falló fue la red de distribución y que ésta “apagó automáticamente los generadores, ya fueran solares, eólicos, nucleares o de gas”.
La Asociación Española de Empresas de Energía Eléctrica (AELEC) subrayó que las autoridades se han limitado a investigar un lapso de 20 segundos del incidente del 28 de abril “ignorando una serie de oscilaciones salvajes en la tensión que comenzaron días antes y superaron los niveles de ‘emergencia’ en toda la península durante dos horas antes del apagón”.
El hecho de que Ecopetrol sea obligado por el gobierno de Petro a abandonar sus exploraciones tradicionales y deba gerenciar ahora las llamadas “energías verdes”, no menos nefastas para los ecosistemas y de sostenibilidad incierta, es un problema que se suma al proceso de destrucción de esa gran empresa colombiana y a los muchos daños que la macroeconomía colombiana ya está sufriendo por cuenta de las creencias políticas del presidente Petro.
Ecopetrol anunció en marzo que esperaba endeudarse en 2025 hasta 2.000 millones de dólares para “financiar inversiones”. ¿Roa piensa adquirir las instalaciones que tiene Statkraft en La Guajira, Sucre, Córdoba y Magdalena? En abril, Roa firmó un acuerdo con AES Colombia para adquirir el 49 % del clúster eólico Jemeiwaa Ka'I en La Guajira y dice estar dispuesto a adquirir un proyecto eólico de la italiana Enel.
¿Qué impacto tendrán estos gastos enormes sobre la deuda de Colombia y sobre los consumidores? ¿Cómo esas peripecias aumentarán los precios internos de los combustibles y de la energía eléctrica? ¿Ecopetrol será rebautizado y denominado Ecoeólicas?