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¿Trump juega con la seguridad de Ucrania, de Europa y del mundo? Destacado

Eduardo Mackenzie                                                                          

Trump quería que la historia dijera un día que él fue el presidente que puso fin a la guerra de Rusia contra Ucrania. Sin embargo, el “ejercicio de humillación”, como lo llama ahora casi toda la prensa europea, que Donald Trump le infligió al presidente ucraniano Zelensky en la Casa Blanca, este 28 de febrero, demostró, ante las cámaras de televisión del mundo, que el presidente de Estados Unidos está a punto de convertirse en el jefe de Estado que abandonó cobardemente a un país europeo que lucha por su supervivencia y su libertad y que le pedía ayuda para frenar la invasión rusa. Y que está dispuesto a abandonar también a Europa ante las ínfulas expansionistas de Vladimir Putin.

Ese día, en la Casa Blanca, se hizo evidente que las llamadas “negociaciones” impulsadas por la administración de Trump sobre la paz en Ucrania, son un mito.  Durante la violenta discusión con Volodymyr Zelensky, Trump mostró que no le interesa ofrecer garantías de seguridad a Ucrania, una vez alcanzada la paz. Cuando Zelensky insistió en que sin garantías de seguridad no habrá más que un cese al fuego provisional, y cuando reiteró que Rusia es el agresor y debe pagar la reconstrucción de Ucrania, como ocurre tras todo conflicto bélico, Trump enfureció.  Afirmó que Zelensky “no ha venido aquí a hacer la paz” y que él “no tiene las cartas en la mano” para resistirle a Rusia. Antes de lanzar un ultimátum terrible: “Concluya un acuerdo o nosotros lo abandonamos”; y de acusarlo: “Usted juega con la tercera guerra mundial”.

Zelensky sin perder su conocida sangre fría, saltó sobre la provocación de Trump e insistió en explicar sus puntos de vista y opinó que era difícil llegar a compromisos con Putin, un “terrorista”. 

Fue cuando JD Vance trató de callar al invitado con la pirueta de la “falta de respeto” a Estados Unidos. Los dos explotaron la idea de que Zelensky “debería agradecerle a Estados Unidos por su ayuda”.

Zelensky siempre saludó y agradeció, una y otra vez, la ayuda en armamento norteamericano a Ucrania desde la invasión rusa del 24 de febrero de 2022. Lo dijo en cada encuentro con el presidente Biden y lo dijo en la reunión en el Salón Oval. Pero estos agradecimientos no cuentan para Trump. El exige que se los den a él, quién no ha hecho nada por Ucrania todavía. Trump, en una inquietante actitud, espera que Zelensky se someta y acate sin discutir el esquema peligroso de paz que él ha esbozado. Como el presidente de Ucrania se negó a jugar ese papel deshonroso y no se privó de expresar una serie de pasos para que el plan de paz de Washington tenga sentido para Ucrania, Rusia, Estados Unidos y Europa, Trump y su vicepresidente Vance trataron de liquidarlo políticamente ante los ojos del mundo.

El resultado de ese falso paso de Trump podría perjudicar a largo plazo más al dirigente americano que a Zelensky. Lo dicho en esa reunión podría tener consecuencias muy vastas, más allá de la guerra en Ucrania. ¿Las relaciones transatlánticas, los vínculos históricos entre Estados Unidos y el Viejo Continente han sido rotos por Trump? “¿La arquitectura de la seguridad europea y del mundo está casi completamente destruida?” se preguntaba Zelensky el 19 de febrero de 2022 en la conferencia de Múnich sobre la seguridad. ¿No eran palabras proféticas a la luz de lo ocurrido en estos días en Washington?  Las cancillerías y la prensa europea no están lejos de temer eso. En todo caso, ellas respaldaron inmediatamente a Zelensky y preparan, al momento de redactar esta nota, un encuentro en Londres de mandatarios europeos y de Turquía con Zelensky.  La víspera, Keir Starmer recibió en Londres con gran efusividad al líder ucraniano y le confirmó el apoyo y la amistad de Gran Bretaña.

Emmanuel Macron, el presidente francés, también se puso del lado de Zelensky: “Hay un agresor, que es Rusia, y hay un pueblo atacado, es Ucrania. Seguiremos ayudando a Ucrania, y cuando digo nosotros, también me refiero a Estados Unidos”, afirmó desde Portugal. Y dirigiéndose a Trump dijo: “Debemos respetar a quienes, desde el principio, han estado luchando. Son cosas sencillas, pero es bueno recordarlas”. El primer ministro francés, François Bayrou, escribió por su parte: “En Washington al rehusar el pillaje Zelensky encarnó el honor de Europa. Nos queda decidir qué queremos ser, nosotros los europeos. Y qué vamos a ser, simplemente”. Polonia envió también un mensaje de respaldo: "Querido Zelensky, queridos amigos ucranianos, no estáis solos", declaró el primer ministro Donald Tusk.

La inclinación de Trump por la línea antieuropea y anti-Ucrania de Putin fue tan clara que el tema tabú, los lazos entre Trump y Putin, saltó al ruedo, hasta el punto de que Trump se vio forzado a decir: “No estoy alineado con Putin […] Estoy a favor de Ucrania y Rusia.”

Sin embargo, el mal está hecho, y lo que dijo el americano en su perorata contra Zelensky quedó registrado e hizo recordar a muchos que Trump en repetidas ocasiones se ha puesto del lado de Putin. En su alegato con Zelensky, Trump retrató a Putin como una víctima: “Putin vivió una falsa caza de brujas en la que lo utilizaron a él y a Rusia, Rusia, Rusia.”

Algunas voces republicanas comienzan a criticar a su patrón. John Bolton, ex asesor de Trump, escribió: “Putin intentará manipular a Trump, él cree que [Trump] es un objetivo fácil”.

Trump insiste: él es un “pacificador” y él está negociando la paz con Putin. Pero nadie sabe cómo, dónde, con quién, ni en qué términos lo está haciendo. Es una negociación secreta, de la que no hay trazas, y cuya mayor rareza radica en que excluye al primer interesado, Ucrania, y a la misma Europa.  Nadie ha visto que Putin reciba negociadores estadounidenses. ¿La negociación consistió solo en la llamada telefónica que le hizo Trump a Putin de 92 minutos el 12 de febrero pasado?

No es cierto que Zelensky deba pedir excusas a Trump “por haberle hecho perder tiempo”, como requirió Marco Rubio a quien hemos visto más inspirado en otras ocasiones. Quien debe pedir excusas es JD Vance, sobre todo a Zelensky, pues Vance no tenía por qué abrir la boca en un diálogo entre dos presidentes. ¿Vance creyó que estaba en un cóctel?

¿Cómo podía Zelensky callar ante el diseño deficiente del proceso de paz de Trump, en donde lo único que parece urgente es que Kiev ceda sus recursos naturales, en especial sus tierras raras, a compañías de Estados Unidos para pagar así la ayuda militar recibida de Washington? Trump no exige el retiro de las tropas rusas de Ucrania ni el respeto de las fronteras de Ucrania vigentes el 24 de agosto de 1991, ni de la obligación de condenar a Rusia por la matanza de civiles en Ucrania, ni de pagar por las ciudades e industrias devastadas por Rusia. ¿Cómo podía el líder ucraniano callar ante el hecho de que Trump lanzara la cifra de 360 millardos de dólares en lugar de los 120 que Kiev y las cancillerías europeas manejan?

Cuando Zelensky salió de la Casa Blanca, Trump escribió en su página de Truth un mensaje que algunos interpretan como una autocrítica y una ventana abierta para reanudar el diálogo con Zelensky. “Aprendimos muchas cosas que nunca se habrían podido entender sin el diálogo bajo tal fuego y presión. Es sorprendente lo que surge de la emoción”. Sin embargo, su texto concluye así: “He determinado que el presidente Zelensky no está preparado para la paz si Estados Unidos participa, porque cree que nuestra participación le da una gran ventaja en las negociaciones. No quiero ventaja, quiero paz”.  Es decir, para que haya paz Zelensky debe retirarse del proceso de negociación. ¿A quién sirve ese formato? A Putin. Deshacerse de Zelensky para establecer en Kiev un títere prorruso y pro-Trump que acepte la explotación de los recursos ucranianos a la vez que los rusos puedan intensificar su invasión a menor costo y evitar así el colapso de la economía rusa, parece ser la urgencia del Kremlin.

“Todos vemos lo rápido que se está transformando el mundo”, declaró un Putin eufórico este 27 de febrero en una reunión de oficiales del servicio de inteligencia FSB en Moscú. Y agregó: “Los primeros contactos con la administración estadounidense son alentadores. Existe un deseo común de restablecer el diálogo.”  Esa “transformación del mundo” se parece más a una desestabilización del mundo, la cual podría ser contestada y contrarrestada por las naciones defensoras de la libertad, comenzando por el mismo pueblo que eligió a Trump.

Publicado en Columnistas Nacionales

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