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Alfonso Monsalve Solórzano                                   

María Corina Machado ha demostrado ser la LIDER, así con mayúsculas, de los venezolanos. Ella ha sabido oponerse al régimen oprobioso que ha girado durante veinticinco años en torno a una banda criminal. Sólo ella, en tanto dirigente política, fiel a sus principios y a su pueblo, dentro de su país, en condiciones que, muchas veces fueron muy adversas, ha logrado unir a su pueblo.  El prestigio y amor que su gente le profesa, gracias a su historia, no es gratis. Se lo ha ganado a pulso, desatando el fervor, la fe y la esperanza de todo un pueblo unido, que ahora guía con Edmundo González, guiándolo por el tortuoso camino de la resistencia pacífica para derrotar al tirano Maduro y su camarilla de mafiosos.

Esa es una hazaña que algunos miembros decentes de la oposición intentaron, pero fueron quedando en el camino, golpeados y exilados, y, por consiguiente, lejos de una relación cercana y vital con los venezolanos porque no alcanzaron el respaldo político necesario para enfrentar al régimen felón. Y no por parte de los ciudadanos, que en repetidas ocasiones se volcaron a las calles, sino por culpa de los otros, la inmensa mayoría de quienes decían llamarse oposición, quienes, en realidad, fungían como una quinta columna lacaya, servil y mendicante, conformada por individuos a los que el pueblo les importaba un bledo, porque lo único que les interesaba era satisfacer su enorme ego personal, inversamente proporcional a su interés de servir a sus ciudadanos y a su país. Se comportaron como traidores. Esas gentes se convirtieron en verdaderos palos en la rueda de la liberación de Venezuela, que sólo la resistencia sin agaches de Machado a la dictadura desde el comienzo de esta y a su inteligencia estratégica y visionaria, fueron capaces de quitar.

En efecto, la conducción brillante del proceso electoral, en los que superó el veto del madurismo a su candidatura y aprovechó la coyuntura para inscribir a última hora a un candidato de perfil académico, aparentemente inofensivo para el régimen. Pero, también, la campaña espectacular en las que el dúo convirtió en oportunidad todas las dificultades que le pusieron y permitió un contacto cada vez más masivo con el pueblo, hasta convertirse en un río imparable de entusiasmo.

Además, el golpe maestro de subir al ciberespacio las actas electorales de cada mesa que los jurados y testigos reportaron para dar la información verídica, retrató de cuerpo entero el triunfo de la oposición y cerró el paso a las falsas cifras que Maduro y su banda tenían planeadas. Con esta jugada magistral, no sólo dio un golpe irreparable al CNE, gestor operativo del fraude, y un tribunal de pacotilla, tuvieron que proclamar otra vez a Maduro como triunfador, sin publicar las actas a los dos días de realizados los comicios, como ordena su propia ley electoral, a pesar de que han transcurrido ocho. Y no lo podrán hacer, por la razón que explico más abajo.

Adicionalmente, dio total seguridad del triunfo entre sus seguidores, lo cual es vital para defender el triunfo. Y como si fuera poco, ha ido ganando el apoyo de la comunidad internacional a su legítima causa, en el que se destaca el reconocimiento irrestricto de Estados Unidos a su triunfo y la manifestación de su preocupación por la seguridad de Corina Machado y Edmundo González, con lo que lanza una severa advertencia a la banda criminal. Igualmente, dejó sin argumentos a los amigotes de Maduro que abogan por él, es decir, Petro, Lula y López Obrador, quienes, falazmente hablan de validar las actas electorales, como si estas no estuviesen en la web ya validadas con código de barras y otras medidas de seguridad. Ni un ejército de ciberdelincuentes chinos y rusos podrán hacerles el trabajito.

Pero debo decir que la oposición todavía no ha ganado el pulso político a Maduro. La semana pasada ha sido de máxima tensión. Las movilizaciones masivas tuvieron su punto más alto en las manifestaciones de ayer convocadas por Machado y González, a las que asistieron, saliendo de la clandestinidad a la que los empujó la banda delincuencial, reclamando el respeto de su triunfo. Pero Maduro se mantiene en el poder sin reconocer su derrota y reprime ferozmente a su pueblo, mientras habla de negociar con Estados Unidos y agradece a sus amigotes mencionados la “mediación” que pidieron. Y estos intentarán hacer la tarea a fondo. No por nada, son sus compañeros del Foro de San Pablo y del Foro de Puebla, camaradas de ideología a quienes no les conviene que el régimen Madurista pierda el control de Venezuela. Es que, si cae la dictadura venezolana, muere de inanición la cubana y los planes de Petro para perpetuarse se derrumban definitivamente, así como se acaba la retaguardia que los grupos armados narcotraficantes con los que “negocia” la paz y que tienen a Venezuela como retaguardia estratégica, lo que constituye un golpe mortal para nuestro presidente y sus aliados. Y están los intereses económicos y políticos de China, Rusia e Irán, que ven amenazados, si la oposición llega al poder.

Por eso, la clave de la oposición está en mantener la protesta pacífica, para que la violencia sea de uso exclusivo del régimen, y ampliar los campos en los que hace sentir su voz. La dirigencia sabe que hay que resistir la represión para conservar y aumentar la presión sobre el régimen y la atención de la comunidad internacional sobre Venezuela Es vital impedir que la protesta pacífica se marchite, porque si eso llegase a pasar, todo se derrumbaría. Nadie luchará por los venezolanos, si ellos mismos no resisten. Hay gente que piensa que habrá una intervención internacional, pero eso es prácticamente imposible porque tanto nuestro vecino, como nosotros, somos países periféricos para Estados Unidos, que tiene conflictos ahora muy importantes en el este de Europa y el Medio Oriente. Otros dicen que el ejército y la policía intervendrán, pero esa posibilidad está sujeta a que la marea popular sea inatajable.

Ahondando en la posición de nuestro presidente: lo de Petro es patético. El adalid de la no intervención en los asuntos de otros países y de la soberanía popular que se expresa en el voto, que el menciona cada vez que puede que ganó las elecciones y que eso le permite cualquier cosa, en este caso no son respetadas: habla de verificación de las actas y de salida negociada para que el perdedor, cualquiera que sea, tenga garantías y pide paz con la intención de desmovilizar las protestas. Pero el hecho es que está demostrado, más allá de toda duda, que Gonzáles ganó las elecciones; luego si Petro fuera coherente, tendría que pedirle a Maduro que respete el resultado y le entregue el poder al vencedor. Petro, más aún, es falaz, cuando pide una negociación. No hay nada que negociar, salvo las condiciones de salida de Maduro y su banda criminal. Mantener unas negociaciones que no sean para este objetivo, es vender la falsa idea de que el pueblo venezolano no ha decidido. Esa es una carta marcada. Y no puede olvidarse que Maduro es un maestro en dilatar para que el tiempo pase y la protesta muera por cansancio y represión.

Y si se trata de garantizar la paz, Petro, repito, debe pedirle a Maduro que reconozca su derrota y cese la represión, porque la violencia la pone este, su ejército, su policía y sus colectivos. Pero no lo hará. Es que como señalé, su futuro y el de sus amigos aquí está en juego.

Publicado en Columnistas Nacionales

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