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Bernardo Henao Jaramillo

Un líder, además de empatía, debe tener la capacidad de inspirar a las personas y grupos con los que interactúa, debe despertar admiración y respeto, constituirse en punto de referencia y ejemplo para ellos. Como dirigente de una agrupación debe perseguir el beneficio de todos y conjuntamente construir un proyecto que influya en la transformación de la sociedad. Toda organización social necesita de líderes.    Goleman dice que el liderazgo es «el arte de la persuasión hacia los demás, para motivarlos hacia el logro de un objetivo común (…)”.           

Resulta evidente que la mayoría de los dirigentes políticos de la región, de tiempo atrás, carecen de esas cualidades, son populistas, pregonan y adoptan medidas destinadas a provocar la simpatía de la gente, particularmente en época electoral, aún a costa del bien común y del Estado democrático.       

En ese contexto aparece una mujer que se convierte no sólo en líder en Venezuela, sino en heroína al perseguir desterrar el populismo y ubicarse en la figura central de la lucha por la verdadera democracia y la libertad de su país. La valentía, constancia y tenacidad de María Corina Machado sirven de guía a un pueblo atormentado y representan un faro de esperanza y admiración, no sólo para su Nación, sino para toda América Latina. Incluso, ya sus logros son de alcance mundial.                                      

Es una ingeniera industrial, con postgrado en recursos humanos, la diputada más votada en la historia de su país (2010) y candidata en las primarias opositoras en el 2012. Uno de sus mayores éxitos está en haber fundado el partido liberal VENTE VENEZUELA (2013 -2016).        

En su permanente quehacer por Venezuela no se sumó a ningún partido tradicional sino que se identificó y supo entender el clamor ciudadano y éste, a su turno, la acogió y valoró la madurez política que hoy posee. Gran carisma,  sencillez, amor por el prójimo y espiritualidad son algunas de sus características que le garantizan a futuro un gran porvenir. Con su don de gentes y su decidido empeño en vencer todos los obstáculos que le ha atravesado el régimen tiránico, impuso su valentía y determinación, sin desfallecer. Su propósito es restablecer la democracia. Su esfuerzo continuo por derrotar en elecciones libres al chavismo, hoy madurismo, que destruyó a Venezuela, tiene como finalidad reconstruirla.

Por supuesto, esas condiciones llevaron a que el régimen le impidiera ser candidata en la próxima contienda electoral, lo que de suyo socava la democracia, máxime cuando fue la ganadora indiscutible de las primarias. Además, inhabilitó a su sustituta Corina Yoris y bloqueó el voto de los venezolanos radicados en el exterior y persigue y aterroriza a todos los opositores.  A pesar de todo eso siguió con su proyecto y depositó su confianza en EDMUNDO GONZÁLEZ, quien puede llegar a ser el presidente de los venezolanos en las elecciones del 28 de julio próximo.                                          

Para obtener ese merecido y necesario triunfo su llamado a la acción es claro: necesita el apoyo total de la comunidad internacional, y Colombia debe responder afirmativamente y estar al frente de esa convocatoria. No podemos permitirnos ser espectadores pasivos, mucho menos cómplices silenciosos de la opresión que sufren nuestros hermanos venezolanos.      

El gobierno de Petro, pese a su cercanía con el tirano, está en la obligación de reconsiderar su posición y alinear su actuar respetando los principios de democracia y libertad que Colombia ha defendido históricamente. La lucha de María Corina no es exclusiva por Venezuela, es una batalla por los valores democráticos en toda América Latina.             

Los colombianos debemos estar unidos con nuestros hermanos venezolanos, los que permanecen en su destruido país y los que emigraron. Todos debemos alzar nuestras voces en contra de la tiranía y apoyar a María Corina. El momento de reaccionar es ahora, antes de que sea demasiado tarde.

Los venezolanos deben cuidar en las urnas su voto, sin dejarse presionar por la extraña e inoportuna llegada de barcos rusos a la Guaira, ni por la súbita e inesperada reanudación de conversaciones entre Estados Unidos y Venezuela, no obstante el claro incumplimiento del gobierno de Maduro al acuerdo de Barbados, el que tuvo como base unas elecciones competitivas en este 2024. Lo único que se obtuvo fue la indebida y absurda liberación de Alex Saab, señalado testaferro de Maduro, y de otros cuestionables presos cercanos al tirano, mientras se mantenía la desigualdad para las elecciones y el amedrentamiento a los opositores con más de 50 detenidos.

Colombianos, corremos el peligro de seguir el camino de Venezuela. Dios nos libre y nos ayude a respaldar a María  Corina Machado.

Bogotá, D.C. julio 6 de 2024

Publicado en Columnistas Nacionales

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