Facebook

     SiteLock

Última hora
Es hora del amor eficaz - Domingo, 24 Noviembre 2024 03:13
Rechacemos el Estado Politiquero - Domingo, 24 Noviembre 2024 03:11
Con el próximo gobierno… - Domingo, 24 Noviembre 2024 03:10
El paradigma inmoral del presidente Petro - Domingo, 24 Noviembre 2024 03:08
Costos del desprecio de lo técnico - Domingo, 24 Noviembre 2024 03:04

Carlos Salas Silva   

El papel atrapa cualquier humedad, ya sea la del ambiente o producto de una gotera o un escape de agua, lo que hace que se hinche adquiriendo formas orgánicas y colores extraños debido a los hongos que comienzan a proliferar en él, ya sean Aspergillus o Penicillium, según me acabo de enterar, que lo hacen tan blando hasta desintegrarse. Pero no solo la humedad es su enemiga, hay que ver como el exceso de calor y la sequedad lo hace quebradizo hasta su desmoronamiento.

De un momento a otro me he visto inundado de papel. Si es normal encontrarlo en los estantes de las bibliotecas en cierto orden con sus lomos a la vista en donde está impreso nombre y autor, o metido en archivadores, o colgado en la pared protegido por un vidrio, o por todas partes como ocurre con esos grandes lectores que acumulan libros y libros que terminan apilados en el piso esperando a ser consultados en cualquier momento dándole al espacio un toque romántico y un especial olor, ese que despide el papel del libro nuevo o el tan característico del libro viejo; lo que no es normal es encontrarlo por montones en forma de libros y revistas repetidas en cientos de ejemplares como ejércitos dispuestos a la batalla como me toca verlo por toda mi casa y mi taller con los restos de las publicaciones del proyecto artístico MUNDO.

He intentado varias formas de rendir la lucha contra esa invasión. Por ejemplo, he construido altas columnas de libros lo que me ayuda a liberar el espacio. También se me ha ocurrido levantar “muros conceptuales” con los miles de ejemplares de la revista MUNDO, como si fueran obras desplazables que pudieran terminar en manos de coleccionistas y hasta en museos. Intenté también pegar cada una con cemento como si fueran ladrillos lo que fue un fracaso que se sumó a muchos otros que, por su simbolismo, me hacen despotricar de todo.

Por otro lado, me he deshecho de cientos y cientos de folletos, libros y periódicos que se fueron acumulando durante décadas. Mi padre dejó una colección completa de la revista Selecciones la que traté de conservar los embates del tiempo llegando a embadurnarlas con grafito para luego de instalarlas en un estante he tenido que retirar para abrirle campo a la ventana que abrí en mi cuarto. Ahora no sé qué hacer con ellas. Cuando veo que algunas parecen pequeñas esculturas me pone a dudar en si conservarlas o definitivamente deshacerme de ellas, como sí me siento muy tentado de hacer con los cientos de ejemplares de un catálogo en formato revista que realicé para un amigo artista haitiano que las dejó abandonadas.

En una ocasión utilicé un centenar de ejemplares de la revista “Laberintos” para hacer un pozo de agua que alimentaría unas pequeñas cascadas en medio de unas rocas que descubrí escarbando la tierra. También he querido apilar revistas entre varillas de hierro como columnas. Lo cierto es que de la misma manera en que me pone a soñar tanto papel impreso, también me produce pesadillas.

Mi gusto por la edición me impidió ser consciente de la acumulación de papel impreso resultante de la producción periódica de nuevos números de la revista MUNDO. Ahora pienso que si esos muros conceptuales los hubiera construido en la sede de las Torres del Parque, me habría obligado a reducir el tiraje a medida que se acumulaban las revistas. Como contaba con una bodega en la que cabía todo y no quedaba a la vista esa realidad, me hacía la ilusión de que las ediciones se habían agotado, como sí ocurrió con la primera edición dedicada a Salmona o a Manzur.

También ese gusto por el papel impreso me llevó a imaginar y tratar de promover un medio que estuviera en la línea de mis posiciones políticas. Por suerte nadie me paró bolas. Hoy veo que la arrogancia del mequetrefe lo ha llevado a cometer un grave error, el de considerar que el papel impreso lo podrá sacar de su atolladero mejorando su imagen. Tendrá que buscarse su Esequibo por otro lado mientras que el sonsonete del “Fuera Petro” se sigue repitiendo sin cansancio.

KienyKe

 
Publicado en Columnistas Nacionales

Compartir

Opinión

Nuestras Redes