“Las temperaturas globales alcanzaron récords en meses recientes. Nos quedamos sin palabras, tanto mis científicos colegas en el clima como yo, para describir lo que hemos estado viendo. Las cifras del Berkeley Earth nos revelan que septiembre registró asombrosos 0,5 grados Celsius sobre el récord previo de 2020, superando los 0,3 °C de julio y agosto pasados”.
“Estamos casi seguros de que 2023 será el año más caluroso desde cuando se comenzaron a medir las temperaturas a mediados de 1800 y, probablemente, desde hace más de 2.000 años”.
“Reconozco que sí está jugando un papel importante el fenómeno de El Niño, en las temperaturas globales récord que estamos experimentando este año, y que se suma El Niño al calentamiento de 1,3 °C ocasionado en el pasado por el dióxido de carbono y las emisiones de gases de efecto invernadero. A pesar de que algunos expertos son cautos, existe la evidencia de que el calentamiento se ha acelerado durante los últimos 15 años, en lugar de haber continuado aumentando despacio, a paso lento”.
“Esta aceleración significa que los efectos del cambio climático que estamos presenciando -calores extremos, incendios, lluvias y elevación del nivel del mar- se aumentarán en forma más severa en los próximos años”.
“Los científicos del clima no se ocupan de los cambios anuales, se ocupan solo de las variaciones sobre décadas para no sobreinterpretar eventos de corto plazo como los de este año. El calentamiento global se ha acelerado así: Entre 1850 y 1900, aumentamos 0 °C. Entre 1900 y 1950, aumentamos 0,5 °C. Entre 1950 y 2000, llegamos a 1 °C. Y entre 2000 y 2023, alcanzamos los 1,5 °C. La tasa de calentamiento durante los últimos 15 años ha sido 40% superior a la misma tasa desde 1970”.
“La gran evidencia de lo anterior se aprecia en el calentamiento de los océanos, donde se atrapa el 90% de los gases de efecto invernadero y en las mediciones por satélite del desbalance entre la energía del sol que se acumula en la atmósfera y la cantidad que se libera”.
Pero los temas más novedosos y complejos del artículo del doctor Hausfather comienzan cuando menciona el efecto de los aerosoles en el cambio climático sin explicar qué son estos. Como consecuencia de la curiosidad hija de mi ignorancia en estos temas, averigüé, por medio de la Inteligencia Artificial de Bing, que los aerosoles son partículas como: el humo, el hollín, el polvo, el polen, las cenizas volcánicas, la sal marina y los plaguicidas.
Los aerosoles de dispersión, como los sulfatos y los nitratos, reflejan la luz solar y reducen la temperatura. Los aerosoles de absorción, como el humo proveniente de la combustión de los derivados del petróleo, absorben la luz solar y aumentan la temperatura. Los aerosoles pueden actuar, además, como núcleos de condensación de las gotas de agua en las nubes y causar lluvias. Los aerosoles son un fenómeno climático poco comprendido a la fecha.
Retornemos a Hausfather: Los aerosoles de dispersión nos enfriaron el clima con eficacia durante décadas. Pero como los países alrededor del mundo ya han empezado a limpiar el aire, el efecto enfriador producido por los aerosoles de dispersión ha caído en cerca del 30% desde el año 2000… Reducir los aerosoles en la atmósfera ha acelerado el calentamiento global”
“Los modelos de hoy para la predicción del clima combinan el calentamiento causado por la declinación de los aerosoles de dispersión con el enfriamiento benéfico causado por la reducción de los gases de efecto invernadero. Esto no nos tranquiliza. Pero también es claro que sí podemos hoy controlar el calentamiento del planeta, si retiramos más CO2 del que adicionamos. Estas son, en conclusión, las matemáticas brutales del cambio climático”.