DESCENSO DE LOS MENORES DE 18 AÑOS.
En 1970. Japón, el 30%. China, el 41%. Alemania, el 26%. EE. UU., el 30%. Colombia, el 47%
En 2022. Japón, el12%. China, el17%. Alemania, el 18%. EE. UU., el 22%. Colombia, el 29%.
AUMENTO DE LOS MAYORES DE 60 AÑOS.
En 1970. Japón, el 9%. China, el 6%. Alemania, el 17%. EE. UU., el 13%. Colombia, el 12%.
En 2022. Japón, el 30%. China, el 20%. Alemania, el 29%. EE. UU., el 23%. Colombia, el 12%.
No sé si resulte una utopía esperar que los países industrializados que registren estas deformaciones de sus pirámides de edades -con más viejos que jóvenes en 2022, salvo en Colombia- se vean obligados a trasladar a países menos desarrollados y más jóvenes no pocas de sus industrias y servicios, lo cual podría presentar una oportunidad para la juvenil Colombia. El invierno demográfico para los países industrializados podría resultar ser una primavera para los países en desarrollo.
Entre los escasos jóvenes y los numerosos ancianos les paralizan sus economías a los países, les reduce sus ingresos por impuestos y les elevan en forma extraordinaria sus pensiones de jubilación. Y ni hablar de la imposibilidad de armarse para ser potencias militares, como acontecía hasta hace poco tiempo, porque hoy ya no tienen casi jóvenes que puedan participar en sus guerras. Los cambios demográficos nos auguran grandes sorpresas.
Como se recuerda, en 1980 implantó el gobierno de China su política de “un hijo por familia”, hijo que terminó siendo hombre, por decisión familiar. En China habitan hoy más hombres que mujeres. En 2022 tan solo se registró la mitad de los nacimientos en relación con los nacidos seis años antes. Ante este fracaso, abandonó el gobierno en 2015 esta política y creó toda clase incentivos para estimular los nacimientos con pagos en efectivo, reducción de impuestos y prolongados permisos de incapacidad para el padre y la madre.
Otros países europeos ya aprobaron apoyos del Estado para la educación de los hijos y subvenciones mensuales por hijo. Mientras, más hijos, más subvenciones. Pero las razones para ignorar los estímulos aludidos las determinan con frecuencia los factores culturales, las expectativas acerca del futuro del país y su capacidad para brindarles empleo y oportunidades a la población.
A Japón le están recomendando promover la inmigración de trabajadores extranjeros, facilitando la obtención de las visas, el aprendizaje del idioma japonés y la integración cultural.