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Eduardo Mackenzie*  

¿El “golpe blando” es de Petro para instaurar la más abyecta dictadura?

El presidente Gustavo Petro vive un momento de gran crisis política y personal. Su gobierno, que sólo tiene diez meses de vida, es un fracaso completo. Los sondeos de opinión constatan lo que es evidente: el país detesta al personaje y sus absurdas “reformas”. Pese a sus permanentes soflamas, sus pretendidos “cambios” son vistos como una amenaza contra la economía, la estabilidad, las libertades y garantías de derecho en Colombia. La creencia de Petro de que el jefe de Estado es el jefe de todo el Estado, su intento fallido de aplastar al fiscal general, Francisco Barbosa Delgado, y convertir la rama judicial en garrote contra sus enemigos y en instrumento de uso personal, ha fomentado una descomunal ola de indignación y, al mismo tiempo, de espíritu de resistencia patriótica en todas partes. La Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de Estado, la Procuraduría, la Contraloría están en conflicto con Petro.

El sugiere ahora que “fuerzas obscuras” le están dando un “golpe blando”. Él no puede ver sino eso. ¿Cómo explicar sus dificultades en el Congreso? Como un “golpe blando”. El creyó tener allí una mayoría holgada y permanente, pero eso se agrieta. Muchos tibios del primer momento salieron despavoridos. ¿Esperaba que sus planes para desbaratar al país serían aplaudidos por una manada de borregos?  ¿Pensó que la decisión de maniatar al ejército y la policía y cesar toda lucha contra el narcotráfico, en todas sus formas, bajo el disfraz de la “paz total”, sería una fuente de alegría para la población, sobre todo para aquella que sufre los designios de las bandas narco-terroristas? Sí, Petro calculaba al país de esa forma. Por eso no entiende lo que ocurre.

Petro se equivocó de país y ahora nos viene con el cuento de que le están dando un “golpe blando”.

Como sus dificultades también son internacionales, debería atribuir una parte de ese “golpe blando” a “fuerzas obscuras externas”. Pero no se atreve. La imagen que un día pudo tener, al comienzo de su gobierno, en las cancillerías del Viejo Continente y de Estados Unidos, ha palidecido. No aprecian su postura ante la agresión rusa en Ucrania y están viendo, además, cómo la cocaína inunda los mercados clandestinos y brutaliza a millones de adictos. Han deducido que tal flagelo es, en buena parte, el resultado de la absurda “paz total”.

Al intento de acabar con la autonomía del Banco de la República, con la reserva bancaria, su manía de fantasear con sistemas desfinanciados de salud, de educación, de pensiones y bancario, se suma ahora la amenaza de crear una “comisión” encargada de eliminar a los jefes de la oposición con el pretexto de “identificar” a los “enemigos del proceso de paz”, último invento del ahora ministro Álvaro Leyva Durán, que aspira, además, a que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas valide esa sucia tarea. Todo ello muestra el carácter atrasado y reaccionario del petrismo. Él ha designado como primera víctima de la comisión stalinista al exfiscal Néstor Humberto Martínez quien rehusó colaborar, en mayo de 2019, en la vergonzosa excarcelación y huida del jefe narco-Farc Santrich.

Todo ello exhibe el calibre de la amenaza que vive Colombia en estos momentos. Al fin y al cabo, la subversión, por primera vez, ha logrado infiltrar el centro del Estado colombiano, para destruirlo desde dentro. Entre más rápido salga Petro de la Casa de Nariño más posibilidades de sobrevivir tendrá la democracia colombiana.

La prédica irresponsable de Petro sobre los supuestos “jóvenes” que están en las cárceles por ejercer el derecho a la protesta violenta --“derecho” irreal en las democracias y en los regímenes autoritarios--, acelerará el colapso de la lamentable aventura petrista.

Que alguien le diga pues a Gustavo Petro que sus arengas para alebrestar a sus seguidores, para que lo salven del colapso que él mismo fabricó, se volverá contra él. Ordenarle a los violentos de la “primera línea” que salgan a destruir de nuevo las ciudades, como hicieron en 2021, desencadenará una reacción de furia popular en cadena. El país no puede tolerar un nuevo baño de sangre. Para frenar eso, la ciudadanía tendrá que contar con el respaldo de las reservas militares y de policía y con las fuerzas patrióticas dentro de todas las instituciones.

Y sea el que fuere el resultado de los artificios para impedir el derrumbe, Petro tendrá que pagar judicialmente, ahora o después, por sus crímenes contra Colombia con unos buenos años de cárcel, por más ayuda que tenga en este momento del Grupo de Puebla, del gobierno ruso y de su nefasta embajada en Bogotá.

Petro no les advirtió a los electores que si lo elegían desmantelaría el país.  Lo que ha hecho en estos diez meses es el auténtico “golpe blando” que él quiere endilgarles a sus víctimas.

Él correrá la suerte de otros sátrapas que se creían eternos, pero terminaron enjuiciados y encarcelados unos y en el exilio otros. De esa no se salvará Gustavo Petro, como le ocurrió a la veintena de otros ex jefes de Estado del continente, como los tres peruanos Alberto Fujimori, Ollanta Humala y Pedro Castillo, como le ocurrió al brasileño Lula da Silva, al guatemalteco Otto Pérez Molina, al hondureño Juan Orlando Hernández, al panameño Ricardo Martinelli, al argentino Carlos Menem y al ecuatoriano Rafael Correa, condenado en 2020, quien huyó de su país en 2017 para evitar la cárcel.

Petro nunca salió del universo mental del M-19. Esa banda, que sus jefes veían como un agente de la historia y de la libertad, es el bien, según Petro, y el resto, Colombia, con sus millones de habitantes, es el campo del mal. Cuando Petro dice que los colombianos han sido gobernados siempre por grandes criminales, y que no reaccionan ante eso, nos está diciendo eso mismo, de manera subliminal. Un individuo que es capaz de describir así su país natal es una vergüenza para el género humano.

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Una respuesta a Marian Schuegraf, embajadora de Alemania en Colombia

3 de junio de 2023*

1.- Señora Embajadora, usted rechazó en parte las declaraciones de la senadora María Fernanda Cabal, del Centro Democrático, cuando ella afirmó, el 1 de junio, que el nazi-fascismo y el comunismo, los totalitarismos en Europa que provocaron la Segunda Guerra Mundial, son ideologías derivadas del socialismo. La formulación de la senadora me parece del todo exacta.

Usted no comparte esa formulación y, a manera de réplica, señaló, por ejemplo, que “Los nazis no eran socialistas”. Usted repite un lugar común de la propaganda socialista y comunista que pretende ocultar las relaciones históricas que hay entre los socialistas, los comunistas y el nazismo. Me permitiré responderle en nueve notas muy breves.

2.- En su twitt del pasado 1 de junio usted escribe que “Los nazis no eran socialistas”. Error. El economista austriaco Friedrich von Hayek en su obra La Route de la servitude (1944), recuerda que los nazis ˝no se oponían a los componentes socialistas del marxismo, sino a los componentes liberales, al internacionalismo y a la democracia˝.

3.- Jean François Revel, autor de La Tentation totalitaire, subraya que Hitler se consideró siempre como un socialista, que él había explicado al general alemán Otto Wagener, confidente y asesor económico de Hitler, que sus desacuerdos con los comunistas eran ˝menos ideológicos que tácticos˝. Revel agrega que, ante los insípidos reformistas de la socialdemocracia en la época de la República de Weimar, Hitler prefería a los comunistas y que éstos le pagaron con creces esa actitud votando por él en 1933. La obra del filósofo alemán contemporáneo Ernst Nolte demuestra la importancia determinante y directa del marxismo en el nacimiento del nacional-socialismo.

4.- Es verdad que muchas personas piensan que hay un antagonismo radical entre el nazismo y el comunismo. Ese antagonismo no es cierto. Fabricada por la propaganda leninista, esa visión no logra explicar por qué Stalin ayudó a Hitler a escamotear las prohibiciones del tratado de Versalles respecto del rearme alemán y por qué, más tarde, firmó el pacto germano-soviético de 1939 que desató la segunda guerra mundial y que fue aprobado por los partidos comunistas del mundo, incluido el colombiano. ¿No felicitó Stalin a Hitler, en junio de 1940, por su invasión a Francia?

5.- Usted dice: “El fascismo es una ideología de odio”, lo cual es cierto. Sin embargo, de ello mal podríamos deducir que el marxismo no lo es. El marxismo también es una ideología de odio, y de racismo y de antisemitismo. Los fundadores del socialismo ˝científico˝ creían en la pretendida superioridad racial de los blancos. En las notas previas a la redacción de su Anti During, Federico Engels, escribe: ˝Si, por ejemplo, en nuestros países, los axiomas matemáticos son perfectamente evidentes para un niño de ocho años, sin tener necesidad de recurrir a la experimentación, eso es a causa de la ‘herencia acumulada’. Por el contrario, eso sería muy difícil de enseñar a un bosquimano o a un negro de Australia.˝

6.- Peor: Engels pedía, en un artículo de 1849, la exterminación racial de los húngaros, quienes estaban en plena rebelión contra Austria. En un artículo que le envió a la Neue Rheinische Zeitung (Nueva Gaceta Renana), que dirigía su amigo Karl Marx --artículo que será elogiado años después por el socialista Mehring y el marxista Stalin--, Engels aconseja eso y arrasar también a los serbios y a otros pueblos eslavos, así como a los bretones, los vascos y los escoceses. En otro artículo de 1852 para esa misma revista, Marx, quien tratará más tarde de ˝negro judío˝ a su eminente rival Ferdinand Lassalle, se pregunta cómo hacer para liquidar ˝esos pueblos moribundos, los bohemios, los corintios, los dálmatas, etc.”

7.- Engels despreciaba a los eslavos y estimaba que ellos no podrían acceder a la civilización. En un texto para la Nueva Gaceta Renana, del 15-16 de febrero de 1849, dice: ˝Fuera de los poloneses, los rusos y quizás los eslavos de Turquía, ninguna otra nación eslava tiene futuro, pues todos los otros eslavos carecen de las bases históricas, geográficas, políticas e industriales que son necesarias para la independencia y para la capacidad de existir. Naciones que no han tenido jamás su propia historia, que apenas alcanzan el grado más bajo de civilización no son capaces de vida y no pueden jamás alcanzar la menor independencia.˝ Federico Engels consideraba que esa ˝inferioridad˝ eslava tenía causas ˝históricas˝, y empeoraba su planteamiento al concluir que la mejora de eso era imposible por el factor de la raza.

8.- El nazismo y el comunismo son, además, doctrinas y regímenes igualmente criminales. Por su extensión y por sus metas, los genocidios cometidos por ellos son comparables, a pesar del carácter único de la Shoah. Sin embargo, si los nazis masacraban a los judíos por haber nacido judíos, los comunistas masacraban individuos, grupos y poblaciones enteras por pertenecer a una clase social, como los aristócratas, los burgueses y los llamados kulaks (campesinos ricos, en realidad campesinos medios y pobres), o por cumplir con las cuotas y las indicaciones estadísticas de destrucción en masa dadas personalmente por Stalin. Los comunistas no asesinaban a los judíos por ser ellos miembros de una ˝raza inferior˝. Lo hacían luego de clasificarlos como miembros de una clase social ˝irrecuperable˝, por lo tanto, exterminable. En ambos casos la razón de esas condenas era haber nacido.

9.- A pesar de su retórica antimarxista, el nazismo fue, en realidad, como el comunismo, un movimiento jacobino, igualitario, plebeyo y violento. Los rasgos comunes entre ellos son notables. El historiador Jean Sévillia, los resume así: ˝culto del jefe, partido único, fusión del Estado y del partido, dislocación de la sociedad civil por ese aparato, obligación de adherir a la ideología del régimen, conversión de la política en guerra, movilización de las masas, propaganda permanente, vigilancia de los espíritus, mecánica represiva, exacerbación de la violencia, desprecio del derecho, eliminación de las élites tradicionales, reclutamiento de la juventud, odio de los valores antiguos y de toda religión˝.

10.- Mi conclusión: el comunismo y el fascismo son dos hermanos gemelos, dos doctrinas que comparten rasgos fundamentales comunes, desde el punto de vista ontológico e ideológico. Esos dos totalitarismos, sin ser idénticos, comparten el hecho inaudito de haber implantado dos sistemas criminales de gobierno basados en la violencia y en la destrucción en masa. El comunismo y el fascismo son la emanación de una misma matriz: el socialismo. Esa corriente ideológica fue el caldo de cultivo de donde nacieron dos mesianismos que, en el siglo XX, estuvieron a punto de destruir la civilización humana.

Cordialmente,

Eduardo Mackenzie

Periodista

*Eduardo Mackenzie. Periodista, autor de Les FARC où échec d’un communisme de combat. Colombie 1925-2005 (Publibook Editions, Paris, 2005)

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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