En Brasil, los militares soportan la presión de la ciudadanía que enfrenta a un ex presidiario Lula, con menos del 30% de poder parlamentario. Con manifestaciones en 11 estados, el Ministerio de Defensa debe presentar un informe técnico sobre el sistema de voto electrónico utilizado en las recientes polémicas elecciones.
En Perú, Castillo que acaba de nombrar su cuarto gabinete en este semestre, ha sido repetidamente denunciado por su comportamiento gangsteril. “Traidor a la patria” le gritan los peruanos enardecidos en Lima y 10 ciudades más. Los militares en activo guardan silencio, los retirados protestan y la Policía ataca con gases lacrimógenos a los manifestantes en el centro de la capital.
En Chile, Boric y sus propuestas de reformas pensional y de salud, han impulsado la inconformidad cívica que desde aquí se percibe como un hijo con un papá mucho más joven. Con menos del 25% de favorabilidad, el estudiante venido a Presidente es el vivo cuadro de un advenedizo. Para dónde va Chile, es la pregunta que flota en el ambiente pues el rechazo a la nueva constitución comunista nos envió un fresco de democracia a los colombianos. En ese país, los retirados no dicen ni mu, los del servicio activo continúan con sus maniobras de manual y la policía es atacada por ciudadanos inconformes en Santiago y otras urbes.
Venezuela es una nueva posibilidad que el actual gobierno ha abierto con la actualización de vuelos, aunque en asuntos de seguridad fronteriza la situación no cambia radicalmente, mientras el nuevo ministro de defensa balbucea después del más reciente consejo de seguridad en Arauca. ¡Hubiera sido mejor magistrado! La ímproba tarea de bloquear las trochas de ese límite binacional es un imposible físico para la FFPP colombiana.
Juanita Goebertus, la nueva directora de la ONG Human Rights Watch, lo ha repetido claramente: hay un “crecimiento y ampliación de poderes de regímenes autoritarios tanto de derecha como de izquierda donde el eje común es una pérdida dramática de la confianza en la democracia, en los partidos, en el Estado de derecho y en las instituciones”. Como nunca, la ciudadanía latinoamericana pinta horizontes de autoritarismo tipo Bukele, lo que nos pone a todos al borde de la silente subordinación, pobreza al mayoreo o emigración forzosa a países con mejores climas económicos.
Todo el continente, en fin, renueva su tradicional convulsión que esperamos no se convierta en cotidianidad y, lo que es peor, en un giro violento hacia la derecha hacia regímenes autoritarios.