Colombia de acuerdo a la contaminación ambiental del planeta por gases de efecto invernadero, solamente representa el 0.4% dentro de todas las naciones, sin embargo debe adquirir compromisos con la comunidad internacional, dado que en las últimas dos décadas ha perdido 3.200.000 de hectáreas de bosques, principalmente por el cultivo de la coca, de manera que el presidente Petro en su discurso en la ONU tendría que haber hecho alusión a esa situación frente al cambio climático y, comprometerse a impulsar durante su gobierno una campaña a gran escala de reforestación, para recuperar las hectáreas perdidas, demostrando de manera efectiva el compromiso real ante la crisis ambiental; puesto que la retorica sirve para lograr loas de los admiradores, pero si no hay propuestas ciertas en un escenario tan importante, eso se queda solamente en la anécdota.
Hay un tema de palpitante actualidad que pone en peligro la existencia humana, ahora; como son las amenazas con su arsenal atómico que ha hecho en varias oportunidades el presidente ruso Vladímir Putin desde que comenzó la invasión del Kremlin a Ucrania en febrero pasado, algo que no mencionó el presidente de Colombia en su alocución en la ONU, puesto que la defensa de la especie humana únicamente no es a futuro, sino también en el presente, advirtiendo que la guerra en Ucrania no solamente ha producido más de 13 millones de refugiados en Europa, sino que además el peligro de una crisis económica mundial es latente, en donde las hambrunas se podrán convertir en una situación permanente.
En Colombia frente al cambio climático, se tienen criterios selectivos por parte de los grupos marxistas; por ejemplo, se condena con vehemencia a países del norte desarrollados, pero no se conoce el repudio a las acciones ecocidas que han realizado desde hace 36 años las guerrillas comunistas, tal vez porque la ideología supersticiosa del marxismo leninismo le da patente de corso para no ser rechazadas como corresponde, en los casos de las voladuras de los oleoductos y la minería ilegal; habida cuenta que por voladuras de oleoductos se han derramado más de 5 millones de barriles de petróleo.
O sea que la narcoguerrilla en Colombia ha sido enemiga del planeta, visto que arruina a los ecosistemas y contaminan el agua, la flora y la fauna. Esto sin pasar por alto que las enseñanzas marxistas en contra de la humanidad son “una guía para la acción” y su aplicación práctica también la podemos observar con el crimen ecológico que ha producido el accionar de las bandas armadas comunistas.
Y aunque Colombia no representa un porcentaje importante en el calentamiento global; el presidente Petro en la ONU, por encima de su discurso profuso, difuso y confuso, tendría que presentar una Mea Culpa del país por haber contribuido al cambio climático, habiendo podido ser más proactivo en defensa del medio ambiente, en casos como la deforestación para sembrar coca, el control más eficaz de los oleoductos para evitar voladuras y la minería ilegal, amén de otros aspectos que desafortunadamente conspiran en contra del sistema ecológico.
Gustavo Petro con su disertación en la ONU el 20 de septiembre, nos hizo recordar, las palabras de García Márquez al recibir el Nobel de Literatura en 1982, dijo García Márquez: “América Latina es esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda”, por eso se escuchan discursos de mandatarios latinoamericanos distantes de la realidad y la actualidad, que pretenden tomar el “cielo por asalto” con su utopía de intentar ser ombligo del mundo.
Para resaltar lo anterior, hay que tener presente que en el año de 2019, en la 74 Asamblea General de la ONU, Delcy Rodríguez vicepresidenta del régimen venezolano, reemplazando al dictador Nicolás Maduro, muy oronda dijo “Saquen lápiz y papel”, para dictar unas coordenadas geográficas en donde supuestamente estarían ubicados unos campamentos en Colombia de mercenarios para atacar a Venezuela, y resultó que los tales campamentos estaban localizados uno en Panamá, el otro en el mar Caribe lejos de las costas colombianas y el último nada menos que en una fundación que protege a la niñez de Maicao-Guajira; lo cual demuestra que así como hay intervenciones serias y acendradas en las Asamblea anual de la ONU, también las hay pintorescas, folclóricas e irrisorias.