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Eduardo Mackenzie   

Que silenciosos están sobre Colombia en estos días los principales medios de la izquierda europea. Ni un solo artículo, ni un solo comentario, sólo silencio culpable, sobre los escándalos que tienen agobiada y dividida la campaña del castro-comunista Gustavo Petro, a pocos días de la segunda vuelta de la elección presidencial.

Esos medios tan rápidos para admirar al ex guerrillero, en quien, desde hace años, creen ver una “esperanza para los pobres” y un gran líder del chavismo continental, ahora están callados como piedras.

No quieren informar, ni relatar siquiera los hechos y mucho menos analizar lo que está sucediendo en esta campaña electoral. Ni una palabra sobre el asesinato de un líder indígena del Cauca, Jesús A. Montaño, que denunciaba a Petro como un grave peligro para Colombia. De la comunidad indígena mizak, Montaño revelaba también la presión electoral que ejercen las FARC sobre el campesinado para que vote por Petro. Tampoco encontramos una sola palabra sobre los sórdidos y clandestinos “petro-videos”, entregados a la revista Semana por un joven hastiado de los planes de guerra sucia mediática aprobados por Petro y los cabecillas del petrismo.

Hoy esos siete “petro-videos” son el tema central de las conversaciones políticas en Colombia. Esos videos, cuya autenticidad nadie cuestiona, prueban cómo los jefes petristas, para tratar de ganar la elección mediante la destrucción de la reputación de los candidatos no comunistas, utilizan los métodos más viles, como la fabricación descarada de mentiras, la difusión de rumores falsos y de injurias, el espionaje de los partidos, la manipulación de fotos y videos, etc.

¡Que callados están sobre esas cuestiones cruciales Liberación y Mediapart y Le Parisien, Le Monde, El País y RFI, entre otros! Algunos de esos medios publican textos sobre puntos secundarios, para desviar la atención: sobre la “feminista” Francia Márquez, sobre la legislación del aborto, los afrodescendientes, el galeón San José, etc.

Hace unas semanas le estalló a Petro otro escándalo: el del Pacto de la Picota. La prensa europea miró hacia otro lado. Nada escribieron sobre el pacto secreto (pero develado por la prensa colombiana) entre el hermano de Petro y la senadora petrista Piedad Córdoba con varios “extraditables”, es decir narcotraficantes recluidos en la cárcel de La Picota, de Bogotá, para que apoyaran con dinero esa candidatura, a cambio de una promesa de no ser extraditados a Estados Unidos y de dejarlos libres --si él es elegido--, en virtud de una aberración que Petro etiquetó como “perdón social”. Ese tema causó una ola de indignación en amplios sectores del país y terminó de carbonizar la coalición Pacto Histórico, que ahora muchos llaman coalición del Pacto de la Picota. Obviamente, la prensa europea perdió la palabra ante semejante circo.

¿Por qué no rinden cuenta al menos de los hechos?  ¿Por qué omiten todo juicio de valor sobre esos episodios vergonzosos?  Respuesta: porque esos temas no se prestan para inflar el balón, para la recargar la propaganda sobre el héroe del antiamericanismo y del madurismo más pernicioso.

@eduardomackenz1

Publicado en Columnistas Nacionales

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