Digo esto porque el triunfo de Rodolfo en primera vuelta fue una cachetada a la forma tradicional de hacer política. La gente está cansada de esas transacciones donde a cambio de unos votos se prometen Ministerios, Embajadas o entidades. Quienes confiamos en su proyecto vimos una opción de cambio real que se fundamenta, ante todo, en acabar con la politiquería. Y los que se sumen a esta opción deben tener eso claro.
Por eso, el pliego de condiciones que puso Fajardo para apoyar al ingeniero dejó atónito a más de uno. Como si hubiese sido el gran elector, que no lo fue, y el País estuviese en sus manos, que no lo está, exigió crear el Ministerio de la mujer, no cerrar Embajadas y determinar quién puede participar en el Gobierno. Un verdadero sinsentido.
En especial, teniendo en cuenta que si alguien está lejos de tener una posición de fortaleza para realizar tales peticiones es él. En primera vuelta sacó 888.585 votos, de los cuales cerca del 40% se irán con Petro, entre otras razones, por el apoyo de Alejandro Gaviria a ese candidato. Del 60% restante, la mitad está en cabeza de Carlos Amaya, quien ya está con Rodolfo, por lo cual Fajardo no podría endosar, a lo mucho, más de 250.000 votos de opinión que ven con muy malos ojos esos juegos burocráticos del ex Gobernador paisa, quien, vale señalar, quedó bastante lejos de los 4.5 millones de votos que tuvo en 2018.
Por el contrario, Fico, que quintuplicó la votación de Fajardo, desde el momento mismo en que se conocieron los resultados de la primera vuelta anunció que votaría por Hernández sin esperar nada a cambio. Una decisión valerosa que entiende el grave riesgo al que está expuesto el País por la potencial llegada de Petro a la Casa de Nariño.
Ahora bien, esto no quiere decir que Rodolfo ya haya ganado las elecciones. En política 1 + 1 no es igual a 2 y el ingeniero no puede pensar que ya tiene asegurado el apoyo de los 5 millones de personas que acompañaron a Fico. En especial, cuando el discurso que ha manejado estos últimos días contra el uribismo ha sido demasiado hostil.
De hecho, el tono fuerte de la primera vuelta debe mesurarse en la segunda. Son momentos distintos y en esta etapa se requiere de un ambiente conciliador que acerque a los distintos sectores, sin que ello signifique hacer alianzas burocráticas. Acudir al maltrato no logra nada distinto a fortalecer un voto en blanco que beneficia a Petro.
Y ese es un camino que no se puede recorrer. El pasado 29 de mayo quedó demostrado que la mayoría del País no apoya los cambios radicales que propone Petro, pero si no se toman las decisiones correctas en estas dos semanas es posible que una parte del electorado prefiera no tomar postura. El proyecto de Rodolfo y el voto anti-Petro son causas totalmente compatibles que se deben unir para proteger el futuro de Colombia, lo cual solamente será posible a través de la no agresión.
Si eso se logra, el País se salva, para lo cual no es ni siquiera necesario que Rodolfo modifique su plan de gobierno a los postulados del Centro Democrático o se convierta en uribista como lo quiere caricaturizar la izquierda. Simplemente que el respeto y la tolerancia con esta visión de País prime sobre las pasiones de la coyuntura.