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María del Rosario Guerra

Cuando ya parecía que habíamos visto todas las artimañas, ataques, noticias falsas y persecución feroz contra el candidato a la Presidencia, Federico Gutiérrez, apareció la cereza del pastel: espionaje en su sede principal de campaña en Medellín. Sí señores, no es el capítulo de una serie de Netflix o una escena de una película de policías y ladrones, es la realidad que vivimos ad-portas de una nueva elección presidencial; una contienda en la que los ataques del Pacto Histórico hacia todos sus rivales han sido protagonistas.

El dispositivo, con micrófono y memoria SD incorporada y que al parecer transmitía en tiempo real las actividades clave de la campaña, tales como estrategias políticas o de comunicación, fue hallado escondido en un balastro de la sede ubicada en el barrio El Poblado. Aunque el aparato fue entregado a las autoridades para rastrear la trazabilidad de la información, así como su procedencia y alcance, no hay duda de que el juego sucio y la persecución política contra Fico Gutiérrez tiene un único objetivo y es el de agitar y desestabilizar su campaña para evitar que sea el próximo inquilino de la Casa de Nariño.

No sorprenden las bajezas en este punto de la contienda electoral. Se ha advertido que la campaña de la izquierda populista no solo no reconocerá una posible derrota en las urnas, como lo ha dejado inferir, sino que se valdría de las estrategias más cobardes y ruines para tratar de enlodar a todos los candidatos, en especial al que ven como una amenaza directa en su obsesivo interés por alcanzar la Presidencia. Es en este punto donde me pregunto, ¿acaso volveremos a ser testigos de otro montaje como el del hacker Sepúlveda?, ¿hasta dónde están dispuestos a llegar para comprometer y enlodar al opositor más fuerte justo cuando sube en las encuestas?, ¿acaso no son capaces de dar el debate de frente y de salir a las calles a escuchar a los ciudadanos y ganarse su confianza y sus votos?, ¿cuál es el miedo de medirse en las urnas sin montajes ni conspiraciones?...

Recuerdo como si fuera ayer el video-montaje que Juan Manuel Santos, descarada y cobardemente, orquestó para debilitar a Óscar Iván Zuluaga, quien claramente iba rumbo a ganarle la Presidencia, y como no tuvo ni argumentos ni estrategia lícita para ganar, acudió al montaje del hacker justo en mayo de 2014, con la anuencia del exfiscal Montealegre, afectando así la campaña de Zuluaga. Muy a pesar del montaje, los agravios y toda la maquinaria presidencial, Óscar Iván ganó la primera vuelta y en la segunda punteaba holgado hasta que sorpresivamente cambiaron la tendencia. Óscar Iván logró alcanzar siete millones de votos sin mermelada, sin gobierno y sin el mal llamado proceso de paz con las Farc; solo con reafirmar la defensa de la seguridad democrática, la confianza inversionista, la cohesión social, la austeridad en el manejo del Estado y el diálogo popular. Sin duda hubiera sido un presidente ejemplar, honesto, de resultados, de mano firme y corazón grande. El país sería otro, pero la ambición y maldad de Santos truncaron el rumbo.

Pero volviendo a la actual contienda electoral, tengo que decir que Fico Gutiérrez ha sido sagaz e inteligente ante los ataques bajos que ha recibido y eso es de admirar. No es fácil conservar la cordura cuando el opositor se vale de bajezas para destruir todo obstáculo que se oponga en su camino de obtener la victoria sin escrúpulos. Además, la gran mayoría de los que estuvieron en la primera línea de campaña y de gobierno con Santos están hoy con Petro, así que de jugar sucio saben, y mucho.

Es claro que esta infiltración a la campaña del candidato Fico Gutiérrez no puede quedarse en el tintero. La Fiscalía y la Dijín de la Policía están en la obligación de investigar y dar respuestas al país antes de la jornada electoral. No todo se vale para ganar en las urnas y por eso es imperativo dar con los responsables de esta clara intención de espionaje.

Mientras que eso ocurre, Fico seguirá recorriendo Colombia y dialogando con los ciudadanos. Continuará llenando plazas con sus propuestas, calidez y sintonía con las añoranzas ciudadanas. La verdadera encuesta no está en las redes sociales, tampoco en los debates y mucho menos en los medios de comunicación temerosos de no estar con Petro; está en las urnas, esas que esperamos tengan todas las garantías de transparencia y seguridad para evitar chanchullos que terminen convirtiendo al perdedor en ganador, todo como por arte de magia, como cuando Santos le robó la presidencia a Zuluaga en 2014. Por eso ojo con el 29 de mayo.

@CharoGuerra

Publicado en Columnistas Nacionales

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