El Registrador, después de haber aceptado el lunes el pedido del presidente Iván Duque de que los resultados de Senado de las elecciones del 13 de marzo sean recontados --en vista de las graves irregularidades verificadas en miles de mesas de votación--, echó marcha atrás el martes e hizo lo que pedía Gustavo Petro: decidió que la Registraduría no hará ese reconteo. La víspera, el 21 de marzo, él había dicho: “Tenemos activa toda la operación logística [para el reconteo]. Todos los votos están en cadena de custodia.”
Los hechos de la semana pasada prueban esa relación de extrema dependencia.
La jornada electoral del 13 de marzo culminó con un escándalo mayor: todos los partidos políticos denunciaron en los días siguientes irregularidades en las mesas de votación y el hecho de que muchos jurados habían adulterado “un sinfín de formularios E-14 con serias irregularidades como votos ausentes y aumento o reducción de votos a favor de algunas colectividades políticas”, según observó un diario bogotano. A su vez, las redes sociales mostraron cientos de fotos de formularios E-14 con cifras traficadas, tachadas, con totales falsos, etc. Algunos electores lograron detectar que sus votos no habían sido registrados en esos formularios. Uno de ellos constató que los votos de él y su familia por María Fernanda Cabal no aparecieron en tal registro.
El carácter masivo de ese fenómeno demuestra que no hubo simples “errores humanos” cometidos por jurados distraídos sino de un vasto grupo de personas que siguiendo consignas inflaron ilegalmente la votación de una sola formación: el “Pacto Histórico”.
Desde el comienzo, Vega Rocha intentó restarle importancia al asunto. Dijo que “algunos E-14 fueron diligenciados con la intención de afectar el resultado de las elecciones” pero que eso no es fraude. Lanzó la pirueta de que el preconteo es “informativo”, y que nadie había ganado ni perdido votos ni curules “hasta que el escrutinio termine”. No obstante, sin esperar el fin del escrutinio, Vega le sumó medio millón de votos al pacto de Petro y le dio a éste tres senadores más, para que quedara con 19, y le quitó a tres partidos esos tres escaños: uno al Partido Conservador, otro al Centro Democrático y otro al Centro Esperanza.
Para sofocar las críticas, Vega utilizó otros subterfugios. Dijo que “por consenso” la solicitud de reconteo había sido retirada en una reunión por los partidos. Falso. No hubo consenso. Dos partidos, el Partido Conservador y el Centro Democrático, pidieron el reconteo. Los otros partidos dijeron que podrían pedir o no ese reconteo al Consejo Nacional Electoral. Vega entonces tomó como escudo un organismo que nadie sabía que existía: la “Comisión Nacional de Garantías Electorales”. Adujo que esperaba el fallo de esa etérea “comisión” antes de oficializar o no ante el Consejo Nacional Electoral su decisión de hacer el reconteo.
Es el mundo al revés. No es el Registrador el que manda sobre la CNE sino éste sobre el Registrador. El CNE es quien elige y remueve al Registrador y el que, entre otras facultades, da las pautas del escrutinio general de toda votación nacional, hace la declaratoria de elección y expide las credenciales a que haya lugar. (Ver el artículo 265 de la Constitución Nacional).
Todo eso lo sabe Vega, pero el tener que cumplir órdenes de alguien por fuera del CNE le hace dar esos bandazos.
Así pues, los justos reclamos de los electores de centro y de derecha no serán examinados. En cambio, cuando Petro gesticuló que le estaban “robando” votos y que el pedido de un recuento era un “golpe de Estado de Uribe”, Alexander Vega corrió a decir que había rescatado (no se sabe bien dónde ni cómo) más de medio millón de votos adicionales “del Pacto Histórico”.
Semanas antes del 13 de marzo habían circulado gran número de quejas por anomalías en la formación de los jurados. La Revista Kienyke dijo que hubo videos “en los que se lograba escuchar que se les pedía [a los jurados en formación] dejar en blanco los espacios vacíos (contrario a la cartilla de la propia Registraduría que indica que un guión es la forma correcta de diligenciarlos)”.
Nunca antes el país había visto una manipulación tan descarada del escrutinio en una elección de carácter nacional.
Esa crisis muestra que muchos de los 727.823 jurados fueron capacitados de manera precaria por la Registraduría. Ese cúmulo de faltas e irregularidades graves en una elección tan central como la del 13 de marzo, indican que Alexander Vega no puede continuar al frente de ese organismo oficial. Nada garantiza que ese Registrador no cometerá esos mismos “errores” y otros en la preparación y realización de la votación presidencial del 29 de mayo próximo.
Los colombianos constatamos en estos días de post elección de Congreso que un centro político, que obra discretamente y financia a manos llenas el Pacto Histórico, está tratando de fabricar una ficción: que la izquierda y la extrema izquierda pueden ganar la elección presidencial pues tienen el respaldo de las mayorías.
Ese mito se derrumbó el 13 de marzo pasado. Las cifras hablan por sí mismas. El bloque petrista sólo obtuvo el 22% de los votos depositados el 13 de marzo. Y ganó 25 escaños de un Senado que tiene 108; y obtuvo 25 escaños de la Cámara de Representantes que tiene 187.
Su fuerza en el Senado es inferior a la del Partido Liberal e igual a la del Partido Conservador. Su fuerza en la Cámara de Representantes es inferior a la del Partido Liberal e igual a la del Partido Conservador. Si se suman las curules de los partidos defensores del orden constitucional (Partido Liberal, Partido Conservador, Centro Democrático y Partido de la U) la fuerza del PH es muy inferior: 25 contra 88 en la Cámara de Representantes. Y en el Senado es idéntica: 25 contra 88. La impostura de que el PH ganó la elección del 13 de marzo y de que está “al borde” de ganar la presidencia es flagrante.
Hay pues una construcción abusiva, puramente imaginaria, cuando Petro dice que él controlará el Congreso y que la elección presidencial confirmará esa relación de fuerzas. En realidad, el petrismo es el partido con peso parlamentario que amenaza la paz civil en Colombia.
El Registrador y algunos políticos admiten que en el escrutinio hubo “errores”, pero sugieren que “el sistema está haciendo los respectivos correctivos”. Lo que ocurrió no fueron “errores” y no se están viendo los “correctivos”. Hubo un fraude en regla, planificado y organizado durante muchos meses. Ese plan fue quizás mal ejecutado pues debía ser invisible. El país vió que el fraude masivo anunció, además, lo peor: si ese delito no es reprimido por los órganos de control vamos a sufrir un fraude descomunal en la elección presidencial del 29 de mayo.
Nada prueba que ese sea obligatoriamente el destino de Colombia. La ciudadanía muestra todos los días su rechazo a Petro. Petro no está satisfecho con los resultados del PH. Su proyecto de arrastrar a una componenda liberticida al Partido Liberal naufragó por la estupidez de su propio campo. La candidatura presidencial de Federico Gutiérrez está creciendo de manera exponencial.
La Registraduría ha perdido la confianza de los colombianos. Quedó visible que existe en su seno un extraño grupo de empresas que monopolizan la contratación de la Registraduría. Son siete u ocho empresas donde aparecen entre otras, Indra --la del misterioso software comprado en España por Vega Rocha, la que se reúne con Petro en España--, Thomas Greg And Sons, las cuales se instalaron en esa institución con la venia del presidente JM Santos. Según lo descubierto en 2018 por el Consejo de Estado, esa galaxia, gracias a su material defectuoso, facilitó la anulación de miles de votos y la manipulación de formularios E-14 y E-24 para cometer fraudes contra el partido Mira (1). Esas empresas siguen incrustadas en la logística electoral de 2022.
Conclusión: el asunto del diseño complicado de los formularios E-14 es un mal viejo, que Vega no quiere o no puede remediar.
El expresidente Andrés Pastrana ha pedido explicaciones a Vega Rocha sobre la adquisición del software de Indra, sin que éste haya querido responderle. Pastrana pide una inspección de alto nivel de la configuración del nuevo software, sin resultado. ¿Qué trata de ocultar Alexander Vega con esa actitud?
La actitud de Vega es altanera y desafiante. El país sigue molesto y la furia aumenta pues no ve que ese funcionario cumpla con su deber de organizar unas elecciones libres y realmente democráticas. El balón está pues en manos del CNE. Lo que vemos hasta ahora es la injerencia de grupos e intereses oscuros que obran a su antojo. Esa injerencia debe ser destruida para que el voto de los colombianos refleje realmente las tendencias auténticas del país y no alimente la conjura de unos avivatos bien financiados desde Venezuela.
(1).- Vea la excelente entrevista en donde Carlos Baena, presidente del partido Mira, explica cómo fue exactamente el fraude cometido contra ellos gracias al software de la Registraduría de entonces, pero también mediante los lapiceros suministrados por un contratista que sirvieron para anular miles de votos. Explica igualmente cómo fueron falsificadas las actas de escrutinio, adulteradas antes de la apertura de las urnas y sin haber ordenado el recuento de votos.