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Armando Barona Mesa

Un amigo escribió un libro que reproduce una frase de Bolívar, cuando ocurrió en España la revolución de Riego, que hizo posible que no vinieran a la reconquista los españoles. “Es un golpe de fortuna loca”, dijo el Libertador.

Sí, los golpes locos de la fortuna se dan. Así, cuando alevosamente asesinaron a Galán en Soacha, éste ya era un liberal después de la Convención de Cartagena; y estaba seleccionado por el partido como el próximo mandatario.

Mas ocurrió que luego, en el Cementerio de Bogotá, cuando se pronunciaron los discursos después de un desfile que recorrió con dolor la capital, un muchacho de 14 años, hijo el líder asesinado de nombre Juan Manuel Galán, señaló llorando a César Gaviria Trujillo para que retomara la bandera y fuera el próximo mandatario de Colombia. Fue sin duda un golpe de fortuna loco.

Cuando el muchacho creció, lo que todo el mundo esperaba era que el pereirano, de alguna manera, mostrara su gratitud. No fue así, porque muy difícilmente se encuentra un poco de ella en el mundo afectivo del expresidente. Años después fue elegido jefe del Partido Liberal, sin que pudiere mostrar merecimiento alguno. Y allí está, a pesar de que casi acabó con la colectividad. Gaviria funciona en pro de sus propios intereses, sin que le importe entregarse a Petro el extremista.

Hay algo más que estruja la sensibilidad de cualquiera: Gaviria como presidente lo primero que hizo fue concertar a través de un ministro complaciente, como un sastre obrando a la medida, una serie de decretos con Pablo Escobar, el verdugo de Galán, para otorgarle un espacio palaciego que se llamó La Catedral, donde pudiera agotar sus gustos y mandar a matar a media Colombia, bajo la mirada oblicua del presidente. Todo este episodio constituye una historia que no podemos desprender de nuestra tragedia. No obstante, con otro golpe de fortuna llegó a la secretaría de la OEA.

Ahora se encuentra furioso con el gobierno y con el Centro Democrático, dicen que porque no le nombraron al hijo de ministro. No se ve otra razón. Y llega a sostener como crítica al presidente Duque, que éste rebajó los impuestos de la alta industria para estimular el empleo.

Así lo demuestran los resultados económicos ampliamente publicados.

Esas medidas, por supuesto, son resultado de los estudios del más grande economista del Siglo XX, John Maynard Keynes, quien salvó a los Estados Unidos y al mundo de la crisis depresiva de 1929.

Gaviria cree que todos tenemos mala memoria y que nadie recuerda que él, cuando dijo “Bienvenidos al futuro”, lo que estaba mostrando era la teoría, de raíces keynesianas de los Chicago Boys, que inspiraron el que se conoció como el neoliberalismo, que estimulaba con un sentido manchesteriano la creación del empleo bajando los impuestos.

No coincido con el joven Galán en su ideología, pero lo admiro y veo en él la fortaleza que animó a su padre, mi amigo, en las luchas de entonces, tan parecidas a las actuales.

Creo además que lo único que dejaría parado cara a cara con una realidad lejana al golpe de fortuna, sería que Gaviria se deje llevar por el impulso ingrato y le dé apoyo, con lo que resta del partido, al señor Petro, enredado en las contradicciones de un socialismo hirsuto que no le permite ver que subir los aranceles significa encarecer los subproductos de importación e insumos y conducir, como en los años 30a, a una posible depresión. Están pensando en las margaritas. Las mexicanas con tequila.

Sigue en Twitter @BaronaMesa

https://www.elpais.com.co/, Cali, 03 de febrero de 2022.

Publicado en Columnistas Nacionales

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