El aprendizaje de mi vida pública ha sido escuchar la voz de los colombianos. Desde joven implementé el diálogo como sustituto del discurso, que tampoco he abandonado. El diálogo lo adelanté sábados y domingo de la Gobernación de Antioquia, fue el método de preparación del programa de Gbno y del ejercicio de la Presidencia. Fue un diálogo sin promesas, que también tenía que decir no cuando no se podía, un diálogo siempre de compromisos de búsqueda de soluciones; preferíamos la credibilidad que el aplauso. Durante la pandemia, y por el injusto proceso judicial que llevo, he mantenido el diálogo a través de plataformas. Estas son un gran avance pero no desplazan la necesidad del contacto directo que permite el intercambio de emociones y la observancia recíproca de la franqueza. En las calles de Colombia defiendo logros, escucho críticas, anhelos, y hablamos de propuestas. Las calles y caminos son el mayor foro de la libertad. Por eso no las podemos perder, es una lástima que algunos pretendan evitarlo con violencia o insultos y se nieguen al debate franco sobre tesis y hechos. Me aproximo a las personas armado de una carta, y procuro extender el puñito amable del COVID a los indiferentes, a quienes me niegan su apoyo y a quienes me dicen Sí.
Muchas gracias
* Publicado en Twitter el 24 de enero de 2022. Título de Periódico Debate.