France 24 publicó antier un artículo en francés, firmado por Maëva Poulet, sobre lo que ocurre en estos momentos en Arauca (1). Su título es: “Colombia: en la frontera con Venezuela, ‘un clima de miedo’ tras conflictos entre grupos armados”. Correcto. Empero, el texto gira rápidamente hacia un matiz extraño y contradictorio: “El gobierno envió refuerzos militares, pero los habitantes se sienten atrapados en una tenaza y abandonados”.
Lo que ocurre en Arauca –57 personas asesinadas, 50 personas desaparecidas y 3.000 desplazadas desde el pasado 2 de enero-- sería culpa del gobierno quien, según la señora Poulet, “ha abandonado” ese departamento y enviado tropas adicionales que asustan a la gente. Es el mundo al revés. En realidad, los habitantes piden más orden y seguridad, no menos. Además, según la periodista, la culpable del conflicto en Arauca sería la pobreza. “La falta de oportunidades, la pobreza y la desigualdad abren las puertas a los grupos ilegales, que ahora se han apoderado del territorio”, dice France 24. El papel que juegan el ELN y las FARC en el “clima de miedo” y en esas horribles masacres es mostrado como algo secundario, apenas como la versión que dan la policía y el gobierno, no como un hecho confirmado.
Ese sutil desplazamiento de los elementos claves de la situación, y el silencio sobre los generadores reales de la violencia, beneficia a los depredadores: las bandas narco-marxistas citadas y sus salvajes peleas internas que afectan a la población civil desarmada. Esas refriegas que pretenden definir quién se queda con la porción más grande del tráfico de drogas, de la minería ilegal y de la renta petrolera del departamento, no son el hilo conductor del reportaje. Lo que estructura ese texto es que los culpables de esa situación son, por partes iguales, el gobierno y las guerrillas. “El 3 de enero, al día siguiente de los enfrentamientos, dice France 24, en los municipios de Tame, Arauquita y Fortul, decenas de personas vestidas de blanco marcharon por las calles pidiendo al gobierno y a los grupos armados que cese la violencia”. Como si esos muertos fueran el resultado de enfrentamientos entre “el gobierno y los grupos armados” y no entre fracciones subversivas. ¿En qué barricada está el bien?
Ese texto oculta el papel que juega la dictadura venezolana al permitir que el ELN y las FARC usen su territorio para que desde allá lancen sus operaciones contra el Estado y la sociedad colombiana, o muestra eso como una simple acusación del presidente Iván Duque contra el régimen de Nicolás Maduro.
“Uno de cada tres habitantes no encuentra trabajo (…) La ciudad de Arauca tiene la tasa de desempleo más alta del país (32,5%) para una capital departamental, lo que facilita la contratación de lugareños dentro de los grupos armados ilegales”, escribe France 24 citando un matutino bogotano.
Esos datos pueden ser ciertos. Pero esa no es toda la verdad. La periodista parece ignorar que la violenta implantación durante más de 36 años del ELN, de las FARC y de otras bandas ilegales en ese departamento, donde el ELN destruye con frecuencia tramos del oleoducto, roba gasolina, incendia y maltrata los ecosistemas y, además, se apodera de los dineros públicos y de las regalías de la explotación petrolera, gracias a su penetración en los engranajes del departamento, frena la actividad productiva y genera pobreza en la población.
Utilizar la palabra “contratación” en lugar de hablar del reclutamiento forzado que ejercen las guerrillas en Arauca es otro error inexcusable. El ELN y las FARC, que France 24 define como “rebeldes marxistas”, no “contratan” a nadie: reclutan y secuestran a quien sea --jóvenes, obreros, campesinos, comerciantes--, para utilizarlos como combatientes o milicianos.
Entre 1997 y 2001, cerca de dos mil personas --entre alcaldes, concejales, activistas--, fueron asesinadas en Arauca por oponerse a los dictados de las FARC y del ELN.
Ese tipo de terror masivo, sumado a los secuestros, asesinatos, intimidaciones contra las autoridades y contra los civiles, es lo que constituye el principal factor del subdesarrollo de ese territorio, de la pobreza y del miedo de la población. Para impedir que las acusen de ese crimen social permanente, las guerrillas marxistas fabricaron hace años la excusa del “abandono estatal”, extremo que tratan de imponer a la opinión pública y a los medios combinando la mentira y la violencia.
Por ingenuidad o por ignorancia, France 24 le hace eco a esa propaganda. En su artículo no hay una sola palabra sobre la lucha heroica de la fuerza pública contra las hordas depredadoras que buscan esclavizar a la población y destruir la industria petrolera del departamento. Miles de militares y policías han pagado con su vida, entre muertos, heridos y mutilados, su labor patriótica y constitucional en ese departamento.
La señora Poulet concluye sin embargo que en Arauca “la solución no es militar”. Sugiere que lo indicado es retirar las fuerzas del orden y realizar “inversiones sociales”. Transcribe sin distanciación la visión de una habitante de Tame en ese sentido. Lo curioso es que esa declaración coincide, palabra por palabra, con la propuesta del partido Comunes, la fracción que dirige desde Bogotá el ex jefe de las FARC, alias Timochenko. Ello hace pensar que la frase recogida tiene poco de originalidad y de espontaneidad.
El 12 de julio de 2021, Maëva Poulet publicó otro artículo sobre Colombia. El tema: el “movimiento social”, dice ella, que estalló el 28de abril. El título: “Colombia: acallar la revuelta a cualquier precio”. El eje fue, obviamente, no las destrucciones causadas por los enfurecidos de la “primera línea”, orientados y financiados por el ELN, sino acusar al gobierno por las “violencias cometidas por las fuerzas del orden y civiles armados contra los protestantes”. Allí, de nuevo, el criminal aparece como víctima y la víctima como criminal. Como dice el filósofo: ella no cree lo que ve, pero ve lo que cree.
France 24 tiene una rúbrica “Info ou intox” que pretende develar los fakes y los errores en fotos y videos de la prensa y de medios como Facebook, Telegram, Twitter. Se les olvidó que su propia producción sobre Colombia merece ser pasada también por ese tamiz.