Pienso (y lo digo públicamente) que ese mosaico que elaboró mi colega congresista Gabriel Santos, fue una trampa publicitaria. Él lo puso en sus redes, como si esas redes fuesen una picota. Y ¡Zas!, varios medios cayeron en la trampa (o en la red que Santos tendió). Uno de esos medios fue El Colombiano, como podrán constarlo abriendo el link que he puesto (https://www.elcolombiano.com/colombia/politica/por-estos-congresistas-se-hundio-proyecto-que-recortaba-las-vacaciones-del-congreso-KP16192282). No, amigos periodistas y analistas; en ese mosaico no están los asesinos de ‘Mamatoco’; no, amigos periodistas, esos congresistas no estaban pendientes de hundir ningún proyecto; no amigos, ese proyecto no tiene propiedades curativas milagrosas para los defectos de nuestra democracia; no, amigos periodistas, aunque con algunos parlamentarios de las fotos tenemos contradicciones conceptuales insalvables, nunca los trataríamos de vagos, porque no lo son.
Mas aún, en ese mosaico hay personas a las que les cuestiono que nunca descansen porque eso puede hacer mucho daño a su salud. María de Rosario Guerra, por ejemplo, o Fernando Araujo, o Ernesto Macías y varios etcéteras. ¡Cuánto daría yo porque los senadores de las FARC no fueran tan trabajadores para que no hiciesen tanto mal!; ¡cuánto me gustaría que Robledo y Sanguino participaran menos en la difusión de sus perniciosas ideas intervencionistas y estatistas! Pero, ¿que ellos están nerviosos porque les quieren reducir sus vacaciones? ¡Dios mío! ¡Qué falta de sentido común a la hora de analizar un hecho político! Muchos de esos senadores no regresan al congreso y les tiene sin cuidado (en lo personal) si el receso termina en febrero o en marzo; de todas formas siempre van a estar en lo suyo, haya o no haya sesiones. Anticipo un dato para que las barras bravas no boten caspa conmigo. Yo no regreso al senado. Es decir, no tendría interés alguno en ampliar o impedir que me reduzcan “las vacaciones”, cosa que también es aplicable a muchos de los colegas puestos en la picota: no vuelven.
Hablemos, pues de “las vacaciones” de los congresistas. Rafael Santos vendió su proyecto como una “reducción de las vacaciones del Congreso de la República”. Cuáles vacaciones, preguntaría un constitucionalista o un analista informado. El congreso no puede tener vacaciones. El artículo 143 de la Carta faculta a las Comisiones Constitucionales permanentes para sesionar durante los RECESOS y el 138 establece las sesiones extraordinarias a voluntad del gobierno. ¡Y hay que ver la dicha con la que van a esas sesiones muchos de los colegas del mosaico! El congreso es un cuerpo permanente y de representación. Las sesiones son una de sus expresiones, como lo es la presencia de congresistas en las regiones, en los medios, con los gremios, en su relación con las autoridades nacionales y locales, en los contactos internacionales, en fin, en su tarea política, de audiencias públicas y foros, sobre todo preparando y socializando proyectos de ley y ponencias, cosa que no tiene solución de continuidad ni siquiera en navidades y año nuevo.
El proyecto desconoce, olvida o soslaya el hecho de que -en palabras de la Corte Constitucional-, “el ejercicio de la función de los congresistas es permanente y en sus recesos no se suspenden las labores inherentes a su cargo”. Santos asegura que su proyecto “lo reclama la ciudadanía y genera esperanzas a los colombianos” ¡A ver! ¿Entonces los norteamericanos son unos imbéciles que no han sido capaces de reclamarle a su congreso que sesione 270 días y no los 140 (o hasta 170 días al año, a voluntad) que sesionan hoy? ¿Y los ingleses? ¿Será que los ingleses están ad-portas de una insurrección porque su parlamento sesiona 145 días al año? O, al contrario, ¿es mejor el congreso del Perú que el de Colombia porque sesiona 273 días al año, es decir, 33 días más?
Reivindico la honra de los colegas senadores en lo que respecta a el proyecto de “las vacaciones”. Y miren la paradoja: yo, que no figuro en el mosaico de la deshonra, tenía decidido votar con un sonoro ¡No! ¿Será porque estoy muy a gusto con la legislación que regula la rama legislativa? ¡Ni de fundas! Soy crítico radical, desde el origen del mandato (comenzando por la absurda circunscripción nacional y la vulgar y corrupta lista abierta) y siguiendo con la arrevesada Ley Quinta. ¿Y saben una cosa los indignaditos y escandalizados con hundimiento del “proyecto de vacaciones”? Creo que los períodos de receso de plenarias (estableciendo unas comisiones permanentes que sí se reunirían todo el año) es lo más práctico y conveniente. Cosa que nos lleva a otra discusión: cuál debe ser la remuneración de los congresistas. Los voceros, las directivas de la plenaria y de las comisiones, los miembros de la futura comisión permanente, deben ser remunerados como personas de dedicación plena. Los demás podríamos tener honorarios por sesión y viáticos (con ejercicio regulado de nuestra profesión u oficio), como ocurre en casi todas partes.
Eso pienso.
* Senador de la República por el Centro Democrático. Publicado en su cuenta de Twitter el 19 de diciembre de 2021.