Los esfuerzos comprometidos por el presidente Duque para afrontar, atenuar y tratar de abatir la devastación social y productiva de la nación, merecen mi mayor reconocimiento y admiración.
Que no se olvide, que el imponderable sanitario que aún seguimos padeciendo, conminó a todas las naciones a adoptar medidas de todo orden para minimizar su impacto adverso, y que los años 2020 y 2021 serán referentes de recesión y más que eso, de decrecimiento.
Tampoco se debe olvidar, que durante el año 2020 la economía colombiana se contrajo en 6.8%, siendo el peor año desde que comenzaron los registros en 1905, quedando el país devastado por el endeudamiento, el déficit, el desempleo y la no atención oportuna de necesidades apremiantes.
Pero contrario a muchas predicciones y gracias a la intervención y a las medidas adoptadas por el Gobierno, nuestra economía ha logrado revertir su desempeño, logrando una descollante recuperación y una tasa de crecimiento sin pronósticos ni antecedentes.
El impacto del COVID se produjo, justo cuando el Gobierno trabajaba en ordenar las finanzas públicas y en hacer frente a la súbita migración de 1.7 millones de venezolanos que buscaron refugio en Colombia como consecuencia de la permanencia del desvencijado y ruinoso Socialismo del Siglo XXI en el gobierno de Venezuela.
Los resultados de las estadísticas hubieran sido peores, de no haber el Gobierno diseñado y puesto en marcha instrumentos de salvamento como el denominado Programa de Apoyo al Empleo Formal (PAEF), el cual resultó decisivo para la conservación de cientos de empresas y de cientos de miles de empleos.
No se debe olvidar, que son muchas las empresas que hoy se mantienen, gracias al apoyo que recibieron del Gobierno Nacional. Nunca antes un gobierno había extendido de manera tan oportuna y generosa su mano salvadora al sector productivo, ni afrontado con mayor valor y determinación una crisis como la que hemos vivido.
El resultado de los esfuerzos del gobierno Duque son claros y concretos, y permiten que, al concluir el año, la nación alcance una tasa de crecimiento cercana al 10% y que la industria y el comercio inclusive la superen.
Pero la incidencia favorable de las políticas del Gobierno no solo ha permitido revertir la crisis, además, ha prospectado un camino promisorio que devuelve la esperanza y la confianza en el futuro de la nación.
Dentro de los innumerables logros del gobierno Duque, merece reconocimiento, el significativo aumento del presupuesto de salud y educación, y en especial del salario mínimo (10%), que probablemente doblará el IPC (5.5%), lo que podría constituir el comienzo del llamado “Estado de Bienestar”, que es el aumento de la capacidad de compra de la población y la nivelación gradual de los servicios de salud y educación, así como de oportunidades de progreso para todos los ciudadanos en aras de lograr el cierre progresivo de la profunda brecha social que los distancia.
Pero que para que el comienzo del “Estado de Bienestar” no se frustre, se hace necesaria una rigurosa vigilancia y control de las autoridades del mercado, de manera que el aumento del salario no se vaya a ver diluido por aumentos concertados de precios por parte de productores y distribuidores.
De igual manera se requiere, que el Banco de la República modifique su errática política de contracción monetaria e intervenga en favor de la reducción de las abusivas tasas de interés que cobran los establecimientos de crédito.
No me extraña que la prestigiosa revista The Economist revele, que al finalizar el año 2021, Colombia sea la primera nación en el ranking denominado “Indicador de Normalidad Global”, dado el notable mejoramiento de todos sus indicadores de desempeño y la recuperación, expansión y crecimiento de su economía, a pesar del cuantioso déficit fiscal y el desbordado nivel de endeudamiento acumulado que el presidente Duque tuvo que heredar del gobierno de Juan Manuel Santos.
Colombia entera y en especial, el sector real y los gremios de la producción, le deben reconocimiento y gratitud al presidente Duque y a su valeroso gobierno, que le correspondió enfrentar sin populismos ni aspavientos, un imponderable sin precedentes en la historia de la humanidad.
Gracias presidente Iván Duque, por devolver la esperanza en el gobernante y por fundir las bases para un futuro mejor.
Colofón: Ojalá que el nuevo año nos traiga esperanza y sea la oportunidad para ayudar a construir una patria mejor, en la que se fortalezca la democracia y en ella reine la educación, el bienestar, la justicia y el orden. Por mi parte les prometo, mejor análisis, mayor profundidad y buena letra para que me entiendan.
*Rafael Rodríguez-Jaraba. Abogado Esp. Mg. Litigante. Consultor Jurídico. Asesor Corporativo. Conjuez. Árbitro Nacional e Internacional en Derecho. Profesor Universitario. Miembro de la Academia Colombiana de Jurisprudencia.