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Saúl Hernández B.   

Es al presidente Iván Duque al que se le debe agradecer su gestión ante la aseguradora Mapfre para que esta se decidiera a agilizar el pago de la totalidad de los daños.

Nos quieren hacer creer el contralor Córdoba Larrarte y el alcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, que fue gracias a su empeño de cobrarles a los constructores de Hidroituango una suma escalofriante por los daños accidentales en la galería auxiliar de desviación, que el proyecto «se salvó», como si la aseguradora Mapfre no estuviera pagando desde 2019.

Más bien, a este par de funcionarios se les apareció la Virgen, luego de que hicieron indecorosos esfuerzos para evitar el pago de las aseguradoras e insistir en que los contratistas eran los que tenían que responder por los 4,3 billones de pesos estipulados por la Contraloría General de la República.

Es más, el alcalde Quintero le dio munición a la aseguradora no solo para que no pagara sino para que reclamara la devolución de los 350 millones de dólares que ya había adelantado como parte del pago de la póliza. Esto, con su reiterado discurso de que la contingencia de 2018 no fue accidental sino producto de actos de corrupción por los que debían pagar las 26 personas naturales y jurídicas involucradas en el fallo fiscal.

Pero, mientras el inefable Juan Manuel Santos dijo en el momento de la contingencia que ‘Hidroituango era de los paisas y que ellos verían que hacer con eso’, el presidente Iván Duque Márquez entendió que el asunto era de una urgencia manifiesta no solo por tratarse de la obra de infraestructura más importante en la historia del país, responsable de la generación  del 17% de toda su capacidad energética, sino por la calamidad económica que podría significar un apagón y, aun peor, por el peligro de un desastre que cobrara vidas humanas al tener funcionando de manera permanente el vertedero, por donde está discurriendo el río Cauca, el cual no fue diseñado para eso.

Es al presidente Iván Duque al que se le debe agradecer su gestión ante la aseguradora Mapfre para que esta se decidiera a agilizar el pago de la totalidad de los daños en el entendido de que la obra estaba muy bien asegurada con una póliza de todo riesgo por un valor de 2.556 millones de dólares.

A futuro, alguien podrá decir que se hizo un mal negocio en el que la gran ganadora fue la aseguradora española, que solo reconoció 983 millones de dólares por los daños, que son apenas el 38,4% del monto total de la póliza, y al suscribir un acuerdo de punto final evita reclamaciones que podrían ir, en todo o en parte, por los USD 1.573 millones restantes.

Sin embargo, esta es una consecuencia de la premura con la que debe acometerse la terminación de la obra, y es fruto de la decisión equivocada de la Contraloría de poner a los constructores al borde de la ruina, de la insolvencia, haciendo necesario el cambio de contratistas con la grave consecuencia de un nuevo retraso del proyecto.

No obstante, se puede afirmar que, gracias a la buena voluntad de Mapfre y su oportuna decisión de pagar la póliza, Hidroituango se salvó al despejarse el camino para su terminación y entrada en funcionamiento, con la primera de ocho turbinas, en junio de 2022, si nada extraordinario ocurre.

Es claro que Quintero, alias ‘Pinturita’, seguirá insistiendo en el cambio de contratistas porque esto se convirtió en un punto de ‘honor’ para él en su afán de desprestigiar al empresariado antioqueño e infringirnos a todos un descalabro económico. Pero, es muy probable que se dé primero la revocatoria de su mandato y ahí sí podamos todos respirar tranquilos.

Por ahora no se pueden echar campanas al vuelo, pero todo se va dando para que en seis meses sea su salvador el que encienda el botón verde en el panel de control de la central: el presidente de la República, Iván Duque Márquez. Un mandatario que sin hacer mucho ruido está dejando una impronta que no se compadece con su baja calificación en las encuestas.

@SaulHernandezB

Publicado en Columnistas Nacionales

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