Ayer, en Villepinte, vimos un ejemplo flagrante de lo que los antifas son capaces de hacer. La primera gran manifestación de Zemmour como candidato, donde hubo entre 12.000 y 15.000 manifestantes, fue atacada varias veces por tropas de la izquierda que intentaron durante casi dos horas intimidar al público que llegaban en tren para que no accedieran al enorme hangar donde ocurriría el mitin.
Esto fue solo el comienzo. Horas después, un individuo, que se había apostado entre los simpatizantes de Zemmour, se arrojó violentamente sobre el candidato, que avanzaba hacia el podio, en medio de la multitud que lo aclamaba después de haber escuchado a los primeros nueve oradores. El hombre atrapó a Zemmour por el cuello, en un gesto que parecía un intento de estrangulamiento. Los guardias de seguridad del candidato dominaron inmediatamente al agresor y pusieron fin a su brutal maniobra.
El candidato del partido Reconquista ganó la tarima, entre los vítores de la multitud y, pese a la contusión en la muñeca derecha que le infligió el asaltante, pronunció un discurso de gran calidad durante un poco más de una hora.
El agresor se llama Valentin Abdelmajid. Según Amaury Bucco, un periodista que estaba en el lugar de los hechos, el hombre fue puesto bajo custodia policial “por violencia intencional con premeditación y emboscada que resultó en una incapacidad médica de 8 días”. Abdelmajid parece tener 27 años y haber nacido en la villa de Colombes. Según el semanario Valeurs Actuelles, fue trasladado al centro judicial de Bobigny, donde un directivo de la campaña presentó una denuncia penal en nombre de Eric Zemmour.
Las imágenes de los instantes del asalto son muy reveladoras. El hombre podría haber cometido su crimen con un violento y rápido golpe en la nuca con la intención de romper el cuello de su víctima. Aun así, los medios de información, en las primeras horas del lunes, hicieron como si o hubieran notado nada. “Eric Zemmour fue atrapado por un miembro del público y herido en la muñeca entre la multitud”. Esa fue la descripción reductora dada por Franceinfo el lunes a las 8 de la noche, debajo de una gran foto destinada a desviar la atención hacia otro episodio: “Activistas de SOS Racisme agredidos...”
Nadie fue engañado: aprovecharon la provocación montada, en medio del mitin y durante el discurso de Zemmour, por los activistas de SOS Racisme, un grupúsculo socialista, para que los medios hablaran al día siguiente de violencia unilateral. “Varios activistas de SOS Racisme fueron notablemente golpeados el domingo por partidarios del candidato de extrema derecha”, lanzó Franceinfo. Hipocresía y doble moral.
Ciertos “especialistas” invitados a los platós de televisión hicieron el número de las vírgenes espantadas repitiendo el refrán de Franceinfo y olvidando que la acción de SOS Racisme buscaba desencadenar la ira de los simpatizantes de Zemmour, los cuales no permitieron que el mitin fuera suspendido y respondieron lo mejor que pudieron porque la policía tardó en llegar al lugar del incidente.
Otro saboteador lanzó un rumor destinado a provocar, sin lograrlo, una estampida de pánico dentro del mitin. El periodista Amaury Bucco escribió en un twitt del 6 de diciembre: “Ayer, a las 3:15 de la tarde, alguien hizo una llamada anónima a una plataforma la Policía de rescate, para explicar que habían instalado dos bombas en la sala del mitin de Zemmour y que éstas iban a explotar a las 3:30 de la tarde. La llamada fue realizada mediante tarjeta prepago”.
Otro testigo publicó en Twitter la foto de un incidente adicional con este comentario: “Movimiento de masa de muchas personas en la parte trasera de la sala del mitin de Zemmour en Villepinte. La seguridad teme un ataque antifa por una puerta trasera”.
Para resumir, el servicio de seguridad del mitin mostrará la foto del curioso arsenal que ellos habían decomisado antes del mitin: bombas de gas lacrimógeno, barras de hierro, tijeras, adoquines y varios cuchillos.
Sólo la revista Valeurs Actuelles, reveló el lunes a las dos de la tarde, en su versión electrónica, que, según los términos utilizados en la denuncia penal interpuesta tras el atentado contra Eric Zemmour, el agresor había buscado “estrangular al candidato”. En la comisaría, por supuesto, el detenido había comenzado su declaración con una mentira. Dijo que se había lanzado sobre Zemmour porque había “tropezado” con una silla. Cuando le mostraron los videos de la agresión respondió que ese no era él. La revista agregó que Valentin Abdelmajid es conocido por la Policía “por haber cometido una docena de delitos de derecho común”.
Recordemos la violencia que los antifas habían desatado en Marsella, hace unos días, contra la visita de unas horas de Eric Zemmour, donde lanzaron cohetes incendiarios y atacaron a la policía. “El restaurante donde cenó Eric Zemmour también fue blanco de feroces protestas de los opositores, quienes rociaron con pintura la vitrina del establecimiento y apilaron a la entrada cajas de cartón destripadas”, apuntó el periodista Jules Torres. En Villepinte probablemente querían hacer lo mismo. Pero gracias a la rápida intervención de los CRS, un equivalente del ESMAD, y a la acción de la Gendarmería, tales planes fueron frustrados.
Los antifas quería impedir que el público avanzara y entrara al enorme pabellón 6. Durante una hora, más de un centenar de simpatizantes, y su servidor, tuvimos que esperar afuera mientras los CRS desalojaban a los antifa que bloqueaban el pasaje hacia al Parque de Exposiciones.
Todo comenzó ese domingo alrededor de la 1 de la tarde. Agolpados a la salida de la estación, los anti Zemmour se preparaban para sabotear el mitin con una ofensiva en varios frentes, combinando intimidación exterior y disturbios dentro de la asamblea. Los actores escogidos para eso fueron una docena de activistas de SOS Racisme, expertos en ese tipo de irrupciones, quienes estaban decididos a provocar la exasperación del público. ¿Existe una relación entre SOS Racisme y el hombre que intentó estrangular a Zemmour? No lo sabemos en este momento. La investigación lo dirá.
En todo caso, la estrategia es clara: están listos a hacer todo para impedir que el candidato del bando conservador y nacional realice sus mítines, y para frenar la movilización de los simpatizantes y potenciales electores. A su manera, los antifas comenzaron a ejercer, más o menos abiertamente, el pequeño terror y el gran terror contra sus enemigos, dentro de la mayor impunidad, para imponer así la llamada violencia “política”.
6 de diciembre de 2021