Mientras Alex Saab, so pena de apolillarse en el olvido o convertirse en blanco mortal de sus patrones, revela a la justicia norteamericana todos los intríngulis del crimen organizado transnacional que empapa a Maduro y a su camarilla, y no dudo que lo hará a satisfacción, el emisario de Biden, míster Antony Blinken, visitó el sur de México, ayer Colombia y hoy Ecuador. Pareciera que Washington tuviera el pálpito de lo que repetidamente hemos advertido: sus rivales y enemigos se están instalando definitivamente en sus vecindades, apretando un cerco fronterizo que amenazará la seguridad del heartland norteamericano.
Del Mar de China al Mar Caribe
A la precipitada salida de Afganistán que dejó un muy mal sabor sobre las reales capacidades proyectivas de la potencia, se agrega el lanzamiento hace pocos días de un misil chino hipersónico con capacidad nuclear y que tomó por sorpresa a los militares y científicos de Estados Unidos: “No tenemos idea de cómo lo hicieron” dijo un alto funcionario al Financial Times. La supuesta indiscutible superioridad militar y tecnológica de US está, más que antes, en discusión y esto anima las ambiciones de sus rivales (China y Rusia) y enemigos (Irán y otros), mientras la fricción militar aumenta en el mar del sur de China, en el estrecho de Taiwán, con Australia, Japón e India en creciente protagonismo.
En Suramérica también suenan trompetas, aunque en otra clave. En Colombia, hasta el periodismo rosa y venial, llena cuartillas sobre las confesiones del barranquillero Saab, que incluirán la financiación de Miraflores a la campaña de Petro, “El Expropiador”, inversión confirmada en Madrid por el “Pollo” Carvajal. Además, las revelaciones del colombiano confirmarán la participación de otros personajes de la farsándula política socialista criolla, el saqueo de Venezuela y la pauperización de los venezolanos.
Maduro replicó a la extradición de Saab enviando a las mazmorras del Helicoide 6 estadounidenses ejecutivos de Citgo, en tanto se habla de grafitis en los baños de Fuerte Tiuna que indician una discreta pero peligrosa rebelión castrense interna, disparada por la misteriosa muerte del General Raúl Isaías Baduel, el “compadrito” de Chávez, convertido en héroe y mártir militar. Con miseria material y moral doquier, elecciones a la vista y la mesa de negociación en México rota, trazas de un caos intestino se entrevén en los discursos de Maduro que traslucen gotas de pánico ante la posibilidad de perder el control de las Fuerzas Militares, corroídas en su disciplina y moral por la escasez, la corrupción en el Mando y su derrota en el Apure.
Lo que sabrá Estados Unidos y lo que sabremos nosotros
Los norteamericanos obtendrán toda la información que tiene Saab y luego la que tiene Carvajal, pero es impredecible la porción de esos datos que será entregada al gobierno colombiano. Las informaciones críticas que le regalen a Bogotá como las de Petro, puntero en las estadísticas preelectorales, es posible que no pasen de titulares amarillistas, comentarios cómico-deportivo-musicales y miles de memes mientras se refunden en el mar legalista de la justicia veleidosa que ahoga y gobierna el país neogranadino. Y el “dossier Maduro” continúa llenándose inexorablemente hasta convertirse en una espada de Damocles en manos de unas manos no tan fuertes como quisiéramos y tan indecisas que permiten que el juego se enrede más y su final se adivine muy complicado y peligroso.
Las perturbaciones políticas y sociales internas de US, las sorpresas tecnológicas y militares chinas y la intervención cada vez más frecuente de Rusia en los asuntos políticos regionales (“medidas groseras e imprudentes”, dicen con referencia al caso Saab), están generando una turbulencia de seguridad global que necesariamente llega a estas tierras en cuerpo de mentecatos marxistas leninistas, de impostados “progres” quienes, esgrimiendo un discurso engañero y de fácil venta, pueden llevar a Colombia, la “Joya de la corona”, a un desastre peor que los de Cuba, Nicaragua, Venezuela y Argentina, vecinos periféricos del imperio. Finalmente, somos peones de potencias con intereses propios en juego.