Dice el mito griego que Zeus al querer vengarse de Prometeo por haber robado el fuego y dárselo a los humanos (siempre hay ‘wisthleblowers’ dentro de las élites) le presentó Pandora a Epimeteo, hermano de Prometeo quien se enamora y se casa con ella. Por otra parte, el servicio secreto de Zeus que había perfilado a la joven como curiosa, le hizo llegar una caja con instrucciones de no abrirla bajo ningún concepto. Pero, obviamente, Pandora no se resistió y al abrir la caja se escaparon todos los males del mundo. Cuando la cerró, solo quedó en ella el espíritu de la esperanza, el único bien que ciertos dioses habían metido en ella, no sé si para jugar con las aflicciones de los humanos. Por eso “La esperanza es lo último que se pierde”.
Modernamente Prometeo representa el valor de la destreza y la inteligencia para comprender, interpretar y manejar la naturaleza y sus fenómenos, dando lugar a las distintas técnicas que permiten el desarrollo la civilización. El computador es una de ellas. Obviamente muchos ‘dioses’ se oponen en la actualidad debido a su avaricia de poder que se ha convertido en el negocio de moda. Creen que una mecánica realidad de causa y efecto puede garantizarles un poder eterno. Pero el universo es ‘caprichoso’ manejando diferentes realidades.
Modernamente el computador puede simbolizar cierta humanidad que se ha convertido en una máquina analítica mecanizada, sin ningún rastro de empatía en sus decisiones. Por eso, de vez en cuando, alguien pregunta de manera abrupta y sin estilo, como la última esperanza de justicia: ¿Cómo se SIENTE la gente con la ‘sabia decisión’ del mandamás de turno? ¿Pero qué pasaría si lo impensable ocurriera? Ejemplos:
- ¿Qué pasaría si Mark Zuckerberg se casara con Pandora? ¿Se transformarían para bien de la humanidad o empeorarían?
- ¿Qué pasaría si Facebook tocara el alma de las personas para que hubiera verdadera empatía? ¿Se puede inventar el algoritmo de la felicidad?
- ¿Se alcanza la iluminación fantaseando sobre la tecnología para un mundo futuro; o más bien conociendo las intenciones oscuras de sus inventores como uno de los espejos del alma humana?
- Porque la otra posibilidad es la de los placenteros significados pequeños que multiplican las sorpresas agradables de lo espontáneo que nos muestran lo esencial de la vida como el amanecer que siempre llega puntualmente a su trabajo de iluminar al mundo. Así, a veces, el viento es el roce del ala de un ángel; y el nombre inesperado del amigo que no vemos hace 50 años es quizá la voz de esperanza que nos saluda desde un profundo misterio por una oración que lanzamos al universo.
- Así las cosas, la vida es el verdadero libro de lo que haces; no de lo que dices que vas a hacer. Facebook pretende conectar la globalidad, pero a veces funciona como un zapato izquierdo en el pie derecho; algo te incomoda y no sabes qué es porque el zapato es holgado, pero equivocado. Y uno nunca sabe a dónde conduce una equivocación. Facebook se equivocó y se declaró la enfermedad mental del mundo: pánico en las tribunas del juego.
- ¿Ayudarán Facebook y Pandora al despertar del mundo? No. Porque quien mira hacia afuera ‘sueña’ con los defectos de los otros; pero quien mira a la debilidades y grandezas de su propio corazón, podrá tomar la decisión de dar lo mejor de sí, liberarse a sí mismo y ayudar a los demás en ese proceso.
Con todo lo anterior no sé si algún día nos demos cuenta que la vida es esencialmente subjetiva que sueña con un teatro para todos los géneros reales del alma, donde el ‘soñador’ es el teatro que crea el escenario para ser actor, empresario y autor; con un el público crítico de sí mismo que reparte mermelada para que la ‘obra’ tenga un sabor distinto; es el asesino y la víctima. Un drama en el que los verdaderos autores permanecen desconocidos. Y lo peor que nos puede pasar es que al fin descubramos la verdad que es totalmente diferente de lo que nos habíamos imaginado., dejándonos con la boca abierta y una profunda carcajada del gran mamador de gallo. O puede que la cosa sea muy seria. No apuesten. Pórtense bien, por si acaso. Esa es la lección de Facebook y Pandora. Una incógnita de lo que realmente pasa tras las bambalinas del destino.
