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El Colombiano (Editorial)

No solo se trata del primer alcalde que deja La Alpujarra vacía, se trata del alcalde más impopular de la historia de la ciudad. La última encuesta de Invamer mostró que su desaprobación es del 61,6%”.

Nunca en la historia de Medellín un alcalde elegido por voto popular había abandonado su cargo, dejando a la ciudad en un alto grado de desgobierno. Fueron 3 años y 9 meses en los que muchas veces Daniel Quintero brilló por su ausencia. Su agenda pública era un absoluto secreto, no entregaba obras y sus ruedas de prensa eran contadas. Como si viviéramos en una eterna pandemia, su contacto con la ciudadanía se vivió en la telerrealidad de sus consejos de gobierno de los lunes a las 6 de la mañana transmitidos por redes sociales. No fue un gobierno de diálogo con los ciudadanos.

Pero no solo se trata del primer alcalde que deja La Alpujarra vacía, se trata del alcalde más impopular de la historia de la ciudad. La última encuesta de Invamer mostró que su desaprobación es del 61,6%, mientras que solo el 30,2% lo aprobaba; esto sin contar con que el 67,8% de los medellinenses aseguró para esa medición que la ciudad empeoró en este mandato y solo el 22,3% expresó que mejoraron.

Quintero ha sido considerado el de menos carácter paisa de los alcaldes, pues desde la guerra del narco los mandatarios han enfrentado verdaderos problemas: bombas, amenazas, homicidios, violencia inusitada y nunca ninguno dio un paso atrás. En una bonanza de paz y de presupuesto, pues tuvo el más alto de la historia, unos 38 billones de pesos, Quintero se caracterizó por su ausencia y sus continuos viajes a Bogotá y fuera del país, donde hacía permanentes rondas de medios de comunicación, porque en los barrios nunca se le veía.

Ahora, fiel a esa invisibilidad, deja la Alcaldía después de un espectáculo mediático que empezó con la noticia de Revista Semana en la que se decía que no iba más en el cargo y, luego, con un ambiguo trino en su cuenta de X: el emoticón de un reloj de arena, ícono de un temporizador. Como si esto de gobernar una ciudad y dejarla botada fuera un chiste.

Fue un gobierno caracterizado por las estrategias de propaganda, por la tendencia de Twitter, pero sin ningún resultado de fondo. Por el contrario, deja a la ciudad al garete, los colegios a punto de derrumbarse, el programa de Buen Comienzo en retroceso, los hospitales en problemas, las universidades públicas sin presupuesto para pagar a sus profesores, escenarios deportivos en un estado precario, por no hablar de EPM a la que exprimió sin consideración.

En este tiempo, el alcalde Quintero demostró que su gran interés es ser presidente de la República, mostrándose como un supuesto líder en contra del sistema; sin embargo, decenas de denuncias señalaron corrupción liderada desde el piso 12 de La Alpujarra en la que se habrían beneficiado contratistas, políticos y su familia. Según la ex fiscal Claudia Carrasquilla, sobre Quintero pesan 100 denuncias penales.

Su mandato estuvo marcado por las campañas electorales. Se jugó en su momento por la apuesta de Gustavo Petro —lo llevó a ser destituido por la Procuraduría—; y ahora está jugado con su candidato y casi cuñado —primo de Diana Osorio— Juan Carlos Upegui.

Esta salida de último momento de Quintero será para apoyar a Juan Carlos Upegui en la campaña, pues es allí donde están todas sus esperanzas de no perder el poder en Medellín y de que las pruebas de los posibles actos de corrupción no caigan en manos de sus contrincantes y de las autoridades.

Y es que el mal manejo de los recursos ha sido tal, que ya la Alcaldía se quedó sin plata. Se va Quintero cuando ya no hay dinero para ejecutar y varios sectores están desfinanciados. EL COLOMBIANO reveló en agosto que en la Alcaldía hay un archivo de Excel donde se muestra que no hay plata para la educación, para la atención de ancianos, de mujeres, de comisarías de familia y de la gran apuesta de los valles del software.

También se va para hacer campaña con los más de 2.000 candidatos a los que les ha dado aval en el país. Ese es tal vez su verdadero propósito porque tendrá en cada lugar una tarima a la cual subirse para darse a conocer y seguir con su campaña a la Presidencia de 2026.

Quintero se va, deja botada a Medellín, evade la responsabilidad de terminar el mandato popular, pero detrás queda un mandatario impopular que siempre ha buscado cómo sacar provecho de una ciudad que dividió y polarizó.

https://www.elcolombiano.com/, Bogotá, 03 de octubre de 2023.

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