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El Colombiano (Editorial)

En vista de que las instituciones del Estado dejaron sola a la ciudad (con excepción de algunos esfuerzos de la Procuraduría), sus habitantes tuvieron que ponerse la capa de superhéroes para rescatar a Medellín.

La esperanza y el amor por Medellín y Antioquia triunfaron sobre la corrupción y la mentira. Ese podría ser el resumen de la jornada de ayer en la que elegimos gobernador y alcalde.

Hay momentos en los que la historia pone a prueba a las sociedades y eso fue lo que sucedió este domingo en Medellín. Se trataba de elegir entre seguir por el camino que lleva al despeñadero de la corrupción o ponerle freno al saqueo del que venimos siendo testigos y víctimas.

Y la ciudad y el departamento estuvieron a la altura del desafío. Los paisas respondieron como lo han hecho en otros momentos críticos. Salió a relucir su ADN combativo y luchador y sobre todo ese profundo convencimiento de que cuidar lo público es una obligación de todos.

La votación fue apoteósica. Federico Gutiérrez más que duplicó el récord de votos para un alcalde de Medellín. Sumaba 684.869 votos frente a los 94.479 de Juan Carlos Upegui, con el 99 por ciento de las mesas escrutadas. Otro tanto ocurrió en la gobernación. Andrés Julián Rendón sumaba 933.428 votos frente a 586.115 del exgobernador Luis Pérez Gutiérrez, contabilizadas el 98 por ciento de las mesas.

Eso significa que no fueron simples victorias sino verdaderas palizas. La derrota de Daniel Quintero y sus elegidos para pelear la Alcaldía (Juan Carlos Upegui y Albert Corredor) y la Gobernación (Esteban Restrepo); así como el fracaso de Luis Pérez y de sus socios de aventura, Julián Bedoya y Carlos Andrés Trujillo, se puede entender como una poderosa declaración de principios en contra de quienes maltratan los recursos públicos.

Quienes creían, o quienes siempre han creído, que derrochar miles de millones de pesos de la alimentación de los niños más vulnerables, o de los colegios, les podía garantizar la victoria en urnas se equivocaron rotundamente. A quienes han utilizado la política como una vía de enriquecimiento personal también se les dijo no pasarán.

El triunfo de Gutiérrez y de Rendón en medio de una campaña hostil, de amenazas, y plagada de mentiras, también abre una luz de esperanza sobre otro desafío que tiene hoy la democracia: el resultado de estas elecciones demuestra que quienes manipulan la información en las redes sociales y quienes gastan dinero a manos llenas para elecciones no tienen necesariamente que ganar.

El pueblo de manera soberana, con acceso a información confiable, puede seguir tomando buenas decisiones a la hora de elegir a sus mandatarios. Resulta que este nuevo ecosistema digital, que se presta para el exhibicionismo de políticos sin escrúpulos, no es infalible. Se demostró que las sociedades no son bobas, y en medio del ruido ensordecedor de las noticias fake son capaces de diferenciar aún lo que está bien de lo que no lo está.

En vista de que las instituciones del Estado nacional dejaron sola a la ciudad (con excepción de algunos esfuerzos de la Procuraduría), sus habitantes tuvieron que ponerse la capa de superhéroes para rescatar a Medellín.

En el país ocurrió otro tanto. La sonora victoria de quienes levantaron las banderas contra Gustavo Petro, como en el caso de Carlos Galán, en Bogotá; Alejandro Éder, en Cali; y Jaime Beltrán, en Bucaramanga; parece darles la razón a quienes plantearon estos comicios como un plebiscito contra el gobierno nacional a tan solo 14 meses de haberse posesionado.

Ahora, Federico Gutiérrez tiene una tarea inmensa: recuperar la confianza, reconstruir las entidades, imponer la meritocracia y lo técnico por encima de lo político, convocar a diferentes sectores para que todos puedan participar de la reconstrucción de la ciudad. Desde aquí estaremos con ojo atento para advertir cuando percibamos que se puede estar desviando el mandato que le dieron ayer en las urnas.

Andrés Julián Rendón también tiene grandes chicharrones que lidiar o solucionar, desde la difícil situación en algunas regiones, hasta la problemática del hambre, pasando por lograr terminar las vías 4G y resolver la situación de Savia Salud, entre otros.

A los dos les deseamos, hoy desde este medio, lo mejor.

Ojalá no se nos olvide lo que vivimos en Medellín: bien podría convertirse en un laboratorio para enseñar en las aulas la importancia de la democracia, cómo evitar ser manipulados por las redes sociales y sobre todo ilustrar a las nuevas generaciones por qué resulta clave cuidar lo que la ciudad ha construido.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 30 de octubre de 2023.

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