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El Colombiano (Editorial)

Si algo ha identificado a los antioqueños en sus 200 años de historia republicana es su espíritu cooperativo: su búsqueda para juntarse entre varios y sacar adelante a su comunidad o a toda la sociedad.

El gran secreto de Antioquia, para todas las mejores cosas que le han pasado al departamento, ha sido hacer “vaca”. Lo de convocar a la gente para juntar plata y lograr un fin determinado ha estado en el espíritu de Antioquia tanto como sus montañas.

Hay casos emblemáticos recientes, como la construcción del Teatro Metropolitano. Había una preocupación en la ciudad porque no se contaba con un escenario con las características necesarias para traer eventos culturales de alta calidad. Y Don José Gutiérrez Gómez se echó al hombro la tarea de hacer la “vaca”: entre todos pusieron y se hizo el teatro.

Otros más lejanos, como el caso del Hotel Nutibara. En 1940 surgió la idea de construir una obra monumental para Medellín y fueron muchos los que se metieron la mano al bolsillo para aportar a esa idea que para entonces les parecía fantástica. Y en 1924, mientras desde Bogotá decían que conectar a Medellín con Urabá era descabellado, don Gonzalo Mejía creó “la junta propulsora de la vía al mar”, y las mujeres dieron sus joyas para financiar la obra.

Por no hablar de los aportes paisas en tragedias como la del terremoto de Haití (se construyeron 70 soluciones de vivienda), la del terremoto del Eje Cafetero (reconstrucción de un barrio en La Tebaida) y, más recientemente, juntaron 14.000 millones de pesos para atender el hambre que causó el confinamiento del 2020.

Si algo ha identificado a los antioqueños en sus 200 años de historia republicana es su espíritu cooperativo: su búsqueda para juntarse entre varios y sacar adelante a su comunidad o a toda la sociedad.

Y eso tiene una explicación profunda: la explotación minera tenía una forma jurídica particular que se llamaba “sociedad ordinaria de minas”. Y estaba dividida en 24 partes, por eso era casi obligatoria la asociación para poder lograr una acumulación primaria del capital y extraer el oro. Esa minería, que se desarrolló con trabajo asociativo, comenzó la construcción de Antioquia, y la minería sirvió de plataforma para montar toda una industria del café, luego llegó el comercio y después dio lugar a la creación de diversas industrias.

De hecho una reciente investigación de la Cámara de Comercio y de Eafit, dirigida por Rodrigo Puyo, sobre las sociedades comerciales de 1887 a 1960, evidencia con creces el espíritu de asociación regional: para las empresas que se crearon en ese período de casi 80 años el gran motivador era el interés de asociarse para generar riqueza y bien común.

De ahí que Antioquia tuvo un modelo de desarrollo económico diferente al del resto del país, porque mientras en otros lugares las empresas familiares o individuales eran la norma, acá las sociedades eran por acciones o anónimas.

Nicanor Restrepo Santamaría, en su tesis de doctorado en Francia, trabajó a fondo ese tema. Explicó que gracias a ese espíritu de asociación en Antioquia nacieron no solo las grandes agremiaciones empresariales que ayudaron al desarrollo del país –la Asociación Nacional de Industriales, la Federación Nacional de Comerciantes y la Federación Nacional de Cafeteros–, sino también organizaciones sociales y filantrópicas como Proantioquia, Fraternidad Medellín, Actuar y Microempresas de Antioquia, e instituciones de educación como las universidades Eafit, la Escuela de Ingeniería de Antioquia y el CES.

Ese empresariado que se unía en favor del bien común se tradujo también en la creación del modelo de subsidio familiar que fue una iniciativa que se originó en Antioquia con el nombre de Comfama y luego se replicó en todo el país.

De manera que, hacer una “vaca” no solamente está en el corazón de muchos de los que habitan estas tierras, sino que está en la esencia de ser antioqueño.

Por todo eso no resulta extraño que cuando el gobierno del presidente Gustavo Petro le dijo a Antioquia que no le iba a dar los recursos para terminar las obras, inmediatamente haya surgido la idea de la “vaca”.

Tan cierto es que la “vaca” es el espíritu de Antioquia que Estiven Pino, un obrero y campesino, víctima de la violencia, que labora en el Túnel del Toyo, cuando le contaron que iban a frenar la obra porque no había plata, se quitó el tapabocas y dijo que por un “egoísmo político” no se puede parar. El video, que le grabó un compañero, se hizo viral. Estiven invitó a todos los antioqueños a aportar su granito de arena, “con lo que pueda”, y a no olvidar que el gobierno de Petro “pasa en dos años y Antioquia sigue”.

El impacto político que está provocando la “vaca” ha hecho que cuentas amigas del petrismo comenzaran a promover mensajes contra la iniciativa y difundieran supuestos aportes del Clan del Golfo. E incluso raya con lo absurdo que el presidente Gustavo Petro haya pedido acabar con la “vaca”.

Por supuesto que es fundamental que se blinde el fondo contra los riesgos de que ingrese dinero ilícito y estas donaciones deben ser revisadas con total transparencia. Por fortuna, el mismo Gobernador nombró un respetado equipo de personas, entre ellas Estiven Pino, para la vigilancia y veeduría.

Habrá que ver qué hay detrás de la supuesta donación del Clan del Golfo. No sabemos si el comunicado viene de estos criminales o si alguien se lo inventó para sabotear la “vaca”, y tampoco sabemos si en efecto sí depositaron donación alguna. Si así fue, basta con que les devuelvan la plata a estos ilegales y que la “vaca” siga.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 26 de marzo de 2024.

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