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El Colombiano (Editorial)

Es muy curioso que hasta hace muy poco, y por más de cuarenta años, el GEA ha sido un modelo intachable en el país. Y desde que el Grupo Gilinski decidió comprar dos de sus empresas han llovido ataques contra el GEA desde varios flancos.

 

El alcalde Daniel Quintero llegó de su viaje de diez días por Washington y Barcelona y, de repente, sin que nadie le preguntara nada, se despachó una vez más contra el GEA. En medio de su consejo de gobierno, que desde hace varios meses transmite por las redes sociales de la alcaldía, lanzó una sarta de afirmaciones ambiguas y verdades a medias para menoscabar la reputación de un modelo empresarial que no solo ha sido insignia de Antioquia, sino que es visto y calificado en el mundo como gran ejemplo de buenas prácticas.

No deben ser muchos los mandatarios en el mundo que se dedican a atacar a empresas gracias a las cuales cientos de miles de familias tienen una vida digna. Tal vez el único recuerdo cercano sea el de Hugo Chávez, que se encargó de destruir el aparato productivo de Venezuela y terminó haciéndoles la vida a cuadritos a seis millones de venezolanos que huyeron de su país perseguidos por el hambre.

Pero el ataque de Quintero no es el único. El domingo Germán Vargas Lleras, en su columna de El Tiempo, también se dedicó a desprestigiar a los directivos de estas empresas paisas. Les dijo aprovechados y expuso argumentos ya conocidos, y calcados, de esa misma narrativa anti-GEA.

Puede ser una simple coincidencia. Sin embargo, es muy curioso que hasta hace muy poco, y por más de cuarenta años, el GEA ha sido un modelo intachable en el país. Y desde que el Grupo Gilinski decidió comprar dos de sus empresas han llovido ataques contra el GEA desde varios flancos.

Es cierto que todas las organizaciones tienen desafíos pendientes y las del GEA también. De hecho, sus administradores los han reconocido. Pero eso no es suficiente argumento para la arremetida.

La estrategia de desprestigiar a los presidentes de estas compañías tal vez busca motivar a los accionistas de Sura y Nutresa que aún no han querido vender sus acciones. Si no los han podido convencer con plata —les han ofrecido ya casi el doble del precio inicial de las acciones en bolsa—, quiere decir que existe un apego muy especial de esos accionistas con las empresas y por eso una narrativa que les haga perder brillo les daría un empujón para que se deshagan de las acciones.

Con tan mala suerte —si la estrategia era esa— que ayer mismo el estudio Merco, que mide la reputación de las empresas y es uno de los monitores de referencia en todo el mundo, ratificó una vez más lo que ya es vox populi desde hace varios años: que esas empresas y esos presidentes a los que Quintero y Vargas Lleras les lanzan vituperios son los mejores del país en materia de responsabilidad social. Ya el Dow Jones, a finales del año pasado, había puesto a las empresas del GEA en el podio mundial como las mejores en un exigente ranquin que califica seiscientas variables que incluyen factores ambientales, laborales, sociales y de gobernanza.

Jaime Gilinski lanzó hace diez días una tercera OPA para intentar quedarse con dos de los pilares del GEA, y si insiste es porque no ha logrado su meta. Hasta ahora ha comprado 31,5 % en Sura y 30,71 % en Nutresa: todavía está lejos de tomar su control. ¿Si esas empresas son tan malas, tan mal administradas y tan poco competitivas, cómo es que Gillinski está pagando tremenda millonada por meterse en ellas?

En las OPA por Nutresa y Sura, los aumentos de precio ofrecido por cada acción les han dado la razón a los miembros independientes de junta de Sura y Argos, quienes han decido en dos ocasiones no aceptar las propuestas. ¿Qué estarán pensando quienes vendieron en la primera ronda a precios más bajos?, ¿qué tan juiciosos fueron los fondos de pensiones a la hora de tomar la decisión de venta?

¿Qué podrá pasar cuando Gilinski deje de lanzar OPA? ¿Se caerá de nuevo el precio de la acción? ¿Qué le puede significar al Grupo Gilinski frente al banco árabe que le hizo el crédito?

El alcalde Quintero y el exvicepresidente Vargas Lleras tienen todo el derecho a expresar sus opiniones. Pero hacen un flaco favor con ataques semejantes, que socavan empresas que han sido artífices en buena parte del progreso de Antioquia.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 10 de marzo de 2022.

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