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El Colombiano (Editorial)

A pesar de las semejanzas que algunos ven entre Colombia y Chile, luego de que Boric ganó la Presidencia, la verdad es que han sido más bien distintos: en Chile ha gobernado la izquierda —desde Allende hasta la Concertación—, y en Colombia, nunca. Al menos, por ahora.

Gabriel Boric, el presidente electo de Chile, dijo: “Sepa nuestra gente que voy a dar lo mejor de mí para estar a la altura de este tremendo desafío, el país saca lo mejor de sí cuando nos unimos y me parece importante respetar las tradiciones republicanas. Me ha llamado Kast y eso habla muy bien de Chile”. En una llamada telefónica con el presidente saliente Sebastián Piñera, Boric señaló: “Voy a ser el presidente de todos y todas las chilenas, para los que me votaron y los que no nos fueron a votar”.

José Antonio Kast, su rival de derecha, manifestó: “lo he felicitado por su gran triunfo. Desde hoy es el presidente electo de Chile y merece todo nuestro respeto y colaboración constructiva”. La visita del candidato perdedor al presidente electo anoche fue un gesto republicano que no podía pasar inadvertido. Acción impecable.

El partido comunista no tuvo reparos de escribir por Twitter: “Vencimos, seguimos y será hermoso. ¡Ahora, a luchar por la dignidad del pueblo!”.

Por su parte, el expresidente y dirigente socialista Ricardo Lagos fue de los primeros en felicitarlo: “Estas elecciones demostraron el espíritu democrático del país y la transparencia y eficiencia del Estado de Chile para dar a conocer, en una hora, el nombre del presidente”.

Eso fue lo que marcó la elección internacionalmente: la rapidez en reportar los resultados de los comicios que llevó al reconocimiento de la victoria por parte del perdedor y sin titubeos.

Boric ganó porque pidió perdón al partido demócrata cristiano por la arrogancia generacional de sus partidarios. Finalmente, lo endosaron. Boric también ganó gracias al voto femenino y al de los jóvenes. Se estima que dos tercios de las potenciales votantes menores de 50 años fueron a las urnas y que en particular entre las menores de 30 años la diferencia casi llegó a 70-30 a favor de Boric.

Las ambiciones de Boric van más allá de la introducción del primer gobierno de la generación de los milennials en Chile. “Si Chile fue el lugar de nacimiento del neoliberalismo, puede ser también su tumba”, dijo Boric. En política exterior, Boric se unirá a Argentina y México en la no intervención de la región, lo que significa carta blanca para los autócratas latinoamericanos.

Boric no tendrá la mayoría de la izquierda a su favor en el Congreso, por lo que, en aras de la gobernabilidad, deberá alcanzar pactos desde el Palacio de La Moneda. Va a tener que salir de la frontera ideológica. El presidente electo ha descartado en su nuevo programa el concepto de “lucha social” y ha reducido las expectativas de la reforma tributaria que propone.

El resultado es casi idéntico al del histórico plebiscito de 1988, que marcó el fin de la dictadura. Fue muy simbólico y demuestra que la sociedad chilena sigue dividida en dos bloques, a favor y en contra de los cambios. Todavía hay muchos enclaves y una continuidad estructural del régimen autoritario de la dictadura en Chile, que tiene que ver con la Constitución de 1980 y el modelo neoliberal. Ahora no solo se votó por un nuevo presidente, sino por profundizar el proceso democrático.

Las promesas de Boric, probablemente, se verán moderadas durante las negociaciones y su gobierno podría marcar una transición a una nueva institucionalidad, junto con la implementación de la nueva Constitución.

El triunfo de Boric es histórico. Recibió más votos que ningún otro presidente en la historia de Chile y tiene apenas 35 años. Esa victoria es similar a la del socialista Salvador Allende en 1970. Es así de importante. En América Latina, confirmó el giro a la izquierda.

¿Qué tanto se puede asemejar lo ocurrido en Chile a las elecciones que vendrán en mayo para Colombia? Es imposible predecirlo. A pesar del supuesto espejo que algunos ven entre los dos países, la realidad es que políticamente han sido más bien distintos. En Colombia nunca hemos tenido un gobierno como el de Salvador Allende, ni tampoco un golpe de Estado o una dictadura como la de Augusto Pinochet. Mientras en Chile entre 1990 y 2010 gobernaba la Concertación, que era una coalición de izquierda, en Colombia gobernaba la derecha. Así que nada está escrito. Lo que sí parece ser una constante, en las recientes elecciones, es que los más populistas —ya sea de izquierda, de derecha o de centro— son los que están logrando pasar a la segunda vuelta.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 21 de diciembre de 2021.

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