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Andrés Espinosa F.*

El mercado anticipó su veredicto con una desconfianza abrumadora, la devaluación del peso chileno y el desplome de la Bolsa de Valores.

Desde Punta Arenas, la capital de la provincia austral de Magallanes, conocida como ‘la ciudad de los techos rojos’, llega al Palacio de la Moneda el más rojo de todos los políticos desde Salvador Allende, Gabriel Boric, presidente electo de Chile. El amplio margen de Boric sobre su rival ultra conservador, José Antonio Kast, -superior al 11%- le otorga un mandato claro de giro hacia la izquierda. Este proceso se inició con el estado de crispación social promovido por jóvenes indignados como Boric, que en octubre de 2019, destruyeron cientos de estaciones de transporte masivo y quemaron templos católicos en Santiago; promovieron la convocatoria de una Convención Constituyente encargada del cambio de la Constitución de 1980 -considerada ilegítima- y eligieron a Boric presidente de Chile.

El discurso de la victoria de Boric refleja un momento histórico, un triunfo categórico y democrático, a imagen y semejanza del alcanzado por Salvador Allende en 1970, cuya sombra comunista asoma las orejas en Chile. Boric anunció el entierro del neoliberalismo y la transformación estructural del modelo económico, que durante los últimos 30 años, puso a Chile en el primer lugar en el Índice de Desarrollo Humano de Latinoamérica. Para matizar su juventud -35 años- y la ausencia de experiencia gubernamental, Boric señaló que viene de lejos como heredero de una larga tradición histórica. Sostuvo que las demandas por justicia y dignidad siguen presentes. El estallido social de 2019 y sus motivos, asevera, siguen vigentes. Reafirmó -como lo hiciera el secretario del Partido Comunista español, Enrique Santiago-, que buscará “verdad, justicia, reparación y no repetición” de lo ocurrido en las violentas manifestaciones ciudadanas, que arrodillaron al establecimiento chileno. Boric advirtió, a la letra, que se opondrá a que las Administradoras de los Fondos de Pensiones, AFP, “sigan haciendo negocios con nuestras pensiones. Las AFP de Chile, que ganan cifras absurdas a costa del trabajo de los chilenos, son parte del problema”. Boric prometió que “va a promover un sistema público de pensiones, autónomo, sin fines de lucro y sin AFP”, cuyos ahorros podrían ser, por tanto, expropiados. Boric también le dijo “no” al proyecto de Dominga, valorado en 2.500 millones dólares, que incluye la extracción de hierro y cobre en La Higuera, al norte del país.

Los chilenos aún no saben si el presidente electo será el candidato radical de extrema izquierda de la campaña presidencial, o el ganador de la segunda vuelta, moderado y volcado hacia la centro-izquierda, estrategia populista que le permitió desvanecer el miedo habitual al comunismo y reemplazarlo por la esperanza quimérica entre los jóvenes que lo eligieron.

El mercado anticipó su veredicto con una desconfianza abrumadora, la devaluación del peso chileno y el desplome de la Bolsa de Valores. La fuga de capitales asciende a 30 mil millones de dólares desde el estallido social de 2019.

¡Peor imposible!

*Miembro del Consejo Directivo del ICP

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https://www.portafolio.co/, Bogotá, 21 de diciembre de 2021.

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