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El Colombiano (Editorial)

Después de la crisis por la pandemia del covid-19, el mundo enfrenta escasez y retrasos en la entrega de productos y mercancías. El problema en la cadena de suministros ha disparado la inflación y puesto en jaque la recuperación económica. El retorno a la normalidad será lento.

Era difícil imaginar que la pandemia del covid-19 terminaría provocando un caos de marca mayor en el comercio mundial, afectando la vida diaria de todos los ciudadanos. Además de las consecuencias sobre la salud, el coronavirus desató una crisis de suministros no vista antes en la historia.

Actualmente hay escasez y retrasos en la entrega de productos de toda clase. Lo más probable es que para las fechas claves que se avecinan, como el día de Acción de Gracias, celebrado en Estados Unidos, o las compras navideñas y de fin de año en todo el mundo, los consumidores no vayan a encontrar las cosas que necesitan. No ha sido fácil conseguir chips de computadores (que están en todos los productos digitales), juguetes, celulares, muebles para ensamblar, papel, cartón, fertilizantes, ciertos alimentos, textiles, autos y sus partes, materias primas en general, entre muchos otros.

En esta alteración del comercio mundial, intervienen varios elementos. En primer lugar, hay que entender que la cadena de suministros es un engranaje que debe funcionar a la perfección. Si una de las partes se traba, falla todo el sistema. Y es lo que ha venido ocurriendo. Durante el primer semestre de 2020, para proteger a sus ciudadanos, los países tomaron medidas estrictas como el cierre de fronteras y puertos, reduciéndose al mínimo la frecuencia del transporte marítimo. Adicionalmente, en el sector logístico, como en otros, hubo un recorte significativo en la cantidad de trabajadores, afectando la operación normal de comercio internacional. Por otro lado, muchas empresas disminuyeron la producción de bienes y mantuvieron sus inventarios al mínimo para abaratar costos. O sea que se quedaron sin la cantidad de productos necesarios para atender a sus clientes, una vez el mundo volviera a la normalidad.

Al mismo tiempo, el confinamiento impulsó las ventas de computadores y otros dispositivos para que las personas pudieran trabajar desde casa. Las compras de los consumidores cambiaron hacia el mundo digital, lo que hizo que la demanda de aparatos electrónicos se disparara. Cuando la economía comenzó a recuperarse, todos entraron en apuros. Más demanda, más gente comprando o queriendo comprar, pero con una oferta reducida, menos productos disponibles.

Y para completar el crítico panorama, el mundo se quedó sin suficientes barcos y contenedores. Un número récord de buques hacen fila en los principales puertos a la espera de cargar y descargar mercancías. Los contenedores se están demorando en los puertos de destino más tiempo del habitual, por lo que no pueden regresar pronto a sus puntos de partida para cargar nuevamente. Como consecuencia del embotellamiento, el costo de los envíos se ha disparado a niveles astronómicos. El flete marítimo en la ruta Asia-América ha tenido un alza del 300 por ciento en el último año y el temor de los importadores es que suba mucho más al final del año. Importar productos desde China al resto del mundo es ahora impensable.

Estas dificultades de oferta, la escasez y los retrasos en los puertos amenazan la recuperación económica. El Fondo Monetario Internacional (FMI) recortó hace poco su pronóstico de crecimiento mundial a 5,9 por ciento para este año, advirtiendo que las perspectivas son muy inciertas e incluso predominan los riesgos a la baja, mientras que la inflación está subiendo en muchas economías.

El retorno a la normalidad del comercio internacional será lento. Expertos creen que el próximo año se podría destrabar este cuello de botella. Su recuperación es esencial para combatir la pandemia y para apuntalar la economía. La Organización Mundial del Comercio (OMC) pronostica un crecimiento del volumen del comercio de mercancías del 10,8 por ciento en 2021 seguido de un aumento del 4,7 por ciento en 2022. Se espera que el tránsito de bienes se vaya ajustando, a largo plazo, a la tendencia anterior a la pandemia.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 1° de noviembre de 2021.

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