Desde hace más de un año, vengo advirtiendo que Petro, el jefe de la mafia, el guerrillero impune, ha venido tejiendo un plan macabro para sumir al país en el caos.
Uno de los frentes que ha implementado desde que llegó al poder es el de entregar el país a toda clase de bandidos: abrió “procesos de paz” con el ELN, que estratégicamente se dividió en un frente en el sur, en el departamento de Nariño, y otro que se dedicó a colonizar territorios en el oriente y en el occidente colombiano, copando y fortaleciendo presencia en zonas cocaleras y de toda clase de economía ilegal.
Con las FARC, ni se diga; Petro, con el cuento de los diálogos de paz, logró lo que ninguno de los bandidos más avezados se había imaginado, transformó a las FARC en cuatro: las FARC de Mordisco, las de Iván Márquez, las disidencias de ambas y las FARC que están en el Congreso. De esa manera, los bandidos de las FARC controlan territorios en Cauca, Valle, Chocó y se disputan territorios narcos entre ellos mismos. Iván Márquez y los elenos se refugian y ejercen poder político y armado en las dictaduras cubana y venezolana.
Pero no solo es la guerrilla narcotraficante a la que Petro ha fortalecido y entregado extensas partes del territorio colombiano; también lo ha hecho con el Clan del Golfo, que controla vastos territorios que son corredores y salidas de droga, principalmente en el Caribe colombiano.
Las ciudades hacen parte de ese plan macabro de Petro. Las bandas criminales que hoy controlan la extorsión, el mal llamado microtráfico, la explotación sexual, el nuevo mercado de las drogas sintéticas y el despreciable turismo sexual están tranquilamente delinquiendo o en falsos procesos de diálogos, como los Shiotas, Espartanos, La Inmaculada, o simplemente no son perseguidas por la fuerza pública, como el Tren de Aragua y tantas otras que campean en Bogotá, Cali, Barranquilla y Medellín, sin contar ciudades intermedias claves como Soledad, Tuluá, Buenaventura o Tumaco, solo por mencionar algunas en las que el Estado simplemente no ejerce control.
En medio de esta situación, que se agrava porque nuestras Fuerzas Armadas están castradas, encerradas, con órdenes de no atacar; los aviones sin mantenimiento; los helicópteros en tierra; los generales y coroneles amordazados por un ministro de Defensa que ha sido su enemigo histórico y aliado de la izquierda terrorista; Petro hábilmente ha fortalecido a los grupos armados, ha castrado a las Fuerzas Armadas, ha desarmado a los ciudadanos y ha repartido salvoconductos a toda clase de bandidos para que salgan de la cárcel a coordinar la toma de los territorios del país.
No nos llamemos a engaños: Petro es aliado del dictador Maduro. La supuesta pelea es fingida, así como es provocada la situación en el Catatumbo. Los enfrentamientos que dejan muertos y desplazados no son otra cosa que la consecuencia lógica del desmadre provocado por quien lo único que sabe es crear el caos: Petro, el bandido impune, que lo hizo en el monte y ahora lo hace desde la Presidencia. Nadie como él sabe que todo ese caldo de cultivo generaría una guerra narca que hoy se libra entre elenos y faruchos en el Catatumbo, que causa desplazamiento de cientos y miles de civiles.
NO ES COINCIDENCIA que todo esté ocurriendo cuando se finge una pelea con el tirano Maduro y cuando arranca el último tramo del desastroso gobierno del incapaz de Petro: ya decretó la conmoción interior, otro eslabón de cadena con la que nos pretende secuestrar.
NO LO PODEMOS PERMITIR: Petro creó la situación para generar un caos total y ahora pretende echar mano de una fórmula constitucional para darle apariencia de legalidad a su verdadero plan: ATORNILLARSE AL PODER.
Defensores: hay que defender la patria, por la razón o por la fuerza. Los muertos del Catatumbo son víctimas de Petro; no vayamos a permitir que sobre su sangre se vaya a sustentar una dictadura. (A.D.L.E)”
* Publicado en su cuenta de X (@ABDELAESPRIELLA) el 20 de enero de 2025.
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