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Álvaro Ramírez González                                                           

La reciente intervención del presidente Gustavo Petro ante sus seguidores en la segunda Asamblea Ordinaria de la Colombia Humana, y con la clara intención de reunificar a esa misma izquierda hoy desunida fue lamentable y endiablada.

De los 13 partidos de izquierda que conformaron el Pacto Histórico que llevó a Petro a la presidencia, la mitad ya no lo acompañan.

Unos por el mal desempeño ejecutivo del primer mandatario que se quedó en campaña política y no entendió que gobernar era gerenciar de la mejor manera los recursos públicos.

Y llegar a la provincia con soluciones y no con discursos histéricos.

Otros por la inequitativa repartición de la burocracia en el nuevo gobierno, donde parece que unos tienen demasiado, y los otros muy poco o nada

¡Dicho más claro, por el botín!

No menciona Petro las dificultades de su mandato, sus errores y desaciertos, con excepción de Olmedo López a quien califica de vulgar ladrón, que se embriagó y se degradó por el poder.

Pasando por encima de estos dos años de caos, desaciertos, conflictos, des-administración y corrupción extrema y descarada, Petro se empeña en plantear una reunificación de las fuerzas de izquierda para “¡poder ganar!”

“¡No tenemos el poder, tenemos apenas el ejecutivo!”

“Ellos tienen el Congreso y Las Cortes”, afirmó Petro.

En este empeño, Petro se despachó en calificativos contra sus opositores.

Llamo “asesinos”, a quienes gritan por miles en todos los eventos públicos, “¡Fuera Petro!”

“¡Son los mismos que asesinaron a 5.000 militantes de la Unión Patriótica!”

Qué locura.

¡Qué chifladura!

Plantea un odio de clases basado en que su piel “¡es de color café con leche!”, y no piensa revolverse con los ricos, ni volverse socio de ninguno de sus clubes.

“¡Soy un hombre popular!”

Se atreve a pronosticar que si las próximas elecciones no las gana la izquierda, vendrá una ola de “¡violencia y sangre!”

“¡Ellos saben cómo gobernar e imponer sus leyes, con sangre!”

“¡A ellos los indispone un gobierno popular!”

Pone a toda la izquierda contra la pared y les plantea un chantaje para obligarlos a todos a reunificarse alrededor de un candidato de la izquierda.

Anuncia que no va a ser candidato y que no es adicto al poder “¡como Uribe!”

Es una intervención caliente, endiablada, amenazante, y extremadamente brusca, que infunde temor a quien la escucha.

Lo más preocupante de todo, es que Petro no se ha percatado de que es un pésimo gobernante y que tiene a todo el país descuadernado.

O lo sabe y se hace el bobo.

Pero el país, no lo es.

Pero definitivamente los colombianos tenemos un problema gravísimo con este presidente, que se quiere perpetuar.

¡En cuerpo propio o ajeno!

Sobremesa:

El Congreso no se salvó del despelote Petro.

¡Hoy está paralizado, no tiene un centavo para funcionar!

¡Ese si es el verdadero cambio!

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