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Alexander Cambero                                        

Las últimas mediciones de opinión creíbles dan una ventaja abrumadora a Edmundo González por sobre Nicolás Maduro. Es una tendencia que se sostiene de manera firme. El abanderado de la libertad gana cómodamente en todos los estratos de la sociedad, con especial énfasis en los sectores populares. Son más de tres millones de diferencia y con tendencia a seguir creciendo.

En la medida que se aproxima el ansiado 28 de julio, la convicción de una gigantesca victoria de las fuerzas opositoras se hace más notoria. Simplemente, tenemos que ir a cualquier comunidad para comprobar que efectivamente la suerte parece echada. Que las probabilidades oficiales son remotas. Hablamos de unos comicios donde prive la transparencia. Lamentablemente, sabemos que los mismos no son precisamente marcados por el equilibrio y la sensatez. El CNE es un órgano al servicio de la dictadura. Quien lo preside es un fanático revolucionario que responde cándidamente a las órdenes de Miraflores. Sus declaraciones son propias de un comprometido con este errático proceso. Habla con un odio que demuestra que las cosas andan muy mal con vistas al resultado electoral. Es el escozor de la derrota que ya se muestra en sus acciones destempladas.      

Eso tiene desesperado a un gobierno que no comparte los principios de la alternabilidad democrática. Para una tiranía acostumbrada al múltiple abuso sentirse en minusvalía es algo que contrarresta a sus preceptos. Los aires de creerse perpetuos van perdiendo fuelle ante la voluntad ciudadana de querer librarse de veinticinco años de continuado horror.

Ante la realidad le van quedando muy pocas acciones. Eliminar las candidaturas de Edmundo González y Enrique Márquez para buscar una pantomima con su circo de alacranes. Que el TSJ suspenda las elecciones argumentando la trama de las sanciones. Argumentar que existe un clima de violencia que no garantiza la estabilidad social, la misma alimentada por ellos, con hechos marcados por incendios, apagones y daños a instalaciones del estado. Como colofón generar un monumental fraude organizado desde el estado, amparándose en su amplia red de abusos construidos durante dos décadas. Un acto arbitrario que sería terminar de sellar la última rendija democrática que nos queda. Estamos hablando de seres inescrupulosos.  

Es fundamental estar alerta ante cualquier intento de vulnerar el deseo de la inmensa mayoría. Lo más importante es mantenernos unidos. Que los deseos protagónicos INDIVIDUALES Y DE GRUPO no lleguen a estar por encima de la importancia de librar a Venezuela de esto.

@alecambero

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