La idea de que Colombia - que contribuye con 0,3% al PIB mundial y aporta 0,2% de gases de efecto invernadero (GEI) – pueda liderar la lucha contra el cambio climático es definitivamente delirante. La economía colombiana toda podría desaparecer mañana y eso no tendría efecto alguno en el “calentamiento global”.
El 50% de los GEI proviene del sector agropecuario, 17% del transporte, 8% de los residuos y 5% de procesos industriales. El restante 20% corresponde al sector energético y se distribuye así: 8% actividades extractivas, 6% refinación y 6% generación térmica.
Curiosamente, la lucha encarnizada del gobierno contra el cambio climático está centrada en las actividades responsables del 20% de las emisiones, no en las causantes del 80%; con el agravante de que es allí donde se tienen los efectos colaterales más destructivos.
Ya se tomó la decisión de suspender la exploración de nuevos yacimientos y se aprobó la prohibición del fracking. Esto conducirá, en el mediano plazo, a la declinación de la producción, a la pérdida de ingresos por exportaciones y a drástica reducción de recursos fiscales. A más largo plazo, Colombia se convertirá en importador neto de hidrocarburos.
A pesar de que el sector eléctrico es responsable de 6% de las emisiones, por la generación térmica de respaldo, absurdamente, desde el gobierno de Duque, se le asignó la responsabilidad de hacer la transición energética. Para ello se montaron subastas de energías renovables no convencionales (ERNC) – eólica y solar - en las que los comercializadores debían participar obligatoriamente para cubrir el 10% de su demanda con una energía más costosa y carente de firmeza. De paso, se le quebró el espinazo a la neutralidad tecnológica de la regulación y al deber de los comercializadores de abastecer su mercado al mínimo costo.
Hasta el momento la transición energética – o, mejor, transición eléctrica – es una promesa: las ERNC son 2% de la capacidad y menos de 1% de la generación. Si en 2023 y 2024 entraran los 2.660 MW en construcción, la matriz de generación sería ligeramente más limpia, menos firme y mucho más costosa. Probablemente esto solo ocurrirá en 2026, por el atraso en la transmisión, lo que pone al país en riesgo de racionamiento.
El 63% de la electricidad del mundo proviene de fuentes térmicas; en Europa es 44%, 39% en América Latina y 27% en Colombia. Sin un componente térmico importante, los sistemas hidráulicos y de ERNC serían muy costosos y faltos de firmeza.
¡Cómo hacerle entender a la gente que hoy manda en el sector eléctrico que la generación térmica no existe por el puro afán de contaminar! .
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 23 de abril de 2023.