En la mayoría de los casos, lo que buscaron fue riqueza, fama y tierras y el sino de sus patrias les importaba un carajo. Fueron famosos por carecer de escrúpulos y cambiaban de bando con la mejor oferta, incluso durante las batallas. Así terminaban dominando a sus amos.
Condotieros fueron Giovanni dalle Bande Nere, un hijo de Caterina Sforza, padre de Cosme de Médicis, Gran Duque de Toscana. Otros, Segismundo Malatesta, señor de Rimini o Federico da Montefeltro, duque de Urbino.
En El Príncipe, de Maquiavelo, el héroe malogrado es César Borgia, condotiero hijo del Papa Alejandro VI. Francisco Sforza es ejemplo del “nuevo príncipe” por la virtud que practica en su juventud, y modelo de corrupto en el ejercicio del poder, cuando recuerda, cómo, muerto el duque Felipe María, los milaneses contrataron a Sforza para que luchara contra Venecia y tras vencerlos, terminó aliado con ellos y Sforza terminó siendo Duque de Milán.
En la Historia de Florencia, acusa a Sforza y sus socios de haberse dejado influenciar por los comerciantes contra la nobleza y en vez de servir al pueblo, terminó entregado a “pequeños príncipes y hombres sin estados”, meros codiciosos que, prometiendo la paz entre los partidos, las facciones y estados, utilizando las guerras internas del momento, crearon coaliciones que, al hacerlas disputar el poder, lo perdieran tanto unos como otros y descollaran solo ellos, los viles, los “Sforza”.
A estos llama Los príncipes civiles, algo así como el equipo que creó el Pacto Histórico para llevar al poder al príncipe Petro, con los condotieros Gustavo Bolívar, Alexander López, Iván Cepeda, Roy Barreras, Iván Rueda, Iván Velásquez, Juan Manuel Santos, Rodolfo Hernández y/o Armando Benedetti.
Una condotta, o mara, que nos gobierna ahora, con un poder compartimentado, donde el propósito general del príncipe es resplandecer para la posteridad mientras sus condotieros se apropian de extensas parcelas del estado y como ruedas sueltas, le demandan nombrar prebendados.
Un claro ejemplo son Roy Barreras, dueño del Congreso; Benedetti, amo y señor de los negocios con Venezuela; Cepeda, determinador de que se cumpla el Pacto de La Habana y se encarcele a Uribe; Bolívar, virulento enemigo de la clase media y exterminador de la clase alta a través de la comisión del congreso que impone impuestos; Iván Rueda, el hombre de la gafas, empresario de pompas y delirante pacificador benéfico de los cultivadores de coca, la droga que más plata produce en el mundo; Iván Velasquez, vengador y exterminador del ejército y la policía para vengarse del Plan Colombia; Juan Manuel Santos, la perfidia misma y azote de sus parientes ricos, angustiado porque Carlos III no le invita al entierro de Mami, y Rodolfo Hernández, la hez y caballo de Troya del petrismo.
Y por supuesto, Alexander López, casero de la señora Marquesa, y ahora encargado de desterrar a los mestizos y la clase media del Pacifico, resarciendo la afrentosa represión de comienzos del siglo pasado, ejercida por el poeta Guillermo Valencia siendo gobernador del inmenso estado del Cauca, hoy entregado a su entenada, para hacer que los negros y los naturales “vivan sabroso” tomando viche, oliendo coca, fumando yerba bendita y consumiendo altas dosis de borojó con camarón de rio, porque de mar, nada.
La tesis de la señora Marquesa para alcanzar este nuevo estadio de gozo, consiste en impedir que los indios se apoderen de las tierras de los negros al norte del Cauca y los naturales se dediquen a abatir estatuas de conquistadores y terratenientes blancos en toda la república y si pueden, en el vecindario.
Esta semana informan que en lo que va corrido desde el 7 de agosto, 700 familias invadieron un predio en Neiva, 1300 personas se tomaron la finca del ITA en Lorica, 14 predios fueron invadidos en La Jagua, Copey, La Gloria, Tamalameque, Astrea, San Martin, Chimichagua, en Patillal 12 hectáreas, en el Cauca 71 predios con una extensión de 5000 hectáreas, cientos de casos en Riohacha, Santa Marta, Barú, Bayunca, Playa Blanca, Pereira, Manizales, Popayán, Montería, Soacha, en Bogotá hay ya 2187 ocupaciones y 630 denuncias.
Sería útil recordar que el 7 de febrero de 2010, acompañado del alcalde y caminando por el centro de Caracas, al ver un edificio en la esquina de la Plaza de Bolívar, Hugo Chaves preguntó, ante las cámaras de la televisión, “¿Y ese edificio?”. Le informaron que era un inmueble con comercios privados de ventas de joyas. Chávez levantó el brazo, lo señaló y dijo: “¡Exprópiese!” En un segundo y con una sola palabra, acabó con las joyerías del edificio La Francia, uno de los más tradicionales y reconocibles de la ciudad.
Pasado en presente, se llamaba un programa de la tele que hacían dos vejetes de la oligarquía: Ramón de Zubiría y Abelardo Forero Benavides. Los dos habían vivido en carne propia la Violencia de los años cincuenta.