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¿Qué tan grande y peligrosa es la amenaza que sufren hoy los empresarios de Colombia?

Carlos Alonso Lucio 

Los empresarios tienen que entender que están en el momento político más hostil de todos y que tienen que pellizcarse si no quieren la ruina de sus empresas.

Desde que somos país, nuestros empresarios jamás se habían visto enfrentados a una amenaza política tan grave como la que hoy enfrentan. Sí; podemos afirmar que los empresarios de Colombia nunca habían tenido que vivir tanta hostilidad política contra ellos como la que viven hoy.

En distintos momentos los hemos visto asediados por el secuestro y la extorsión, por inflaciones exorbitantes y por apretones financieros asfixiantes. También los hemos visto asediados por el cambio constante de las reglas del juego institucionales, comenzando por los vaivenes tributarios que se inventan todos los nuevos gobiernos. Ni qué hablar de los chantajes que han tenido que padecer por parte de políticos y funcionarios corruptos, desde las más altas esferas hasta los tiranuelos que viven de esquilmar tenderos con licencias de barrio.

De verdad, ser empresario colombiano nunca ha sido fácil.

Pero lo que está pasando hoy es algo absolutamente distinto. Hasta hoy, nunca había llegado un gobierno que pensara que los empresarios son los malos del paseo.

Obviamente, ellos nunca van a reconocer que piensan así, por lo menos públicamente. Desde la estruendosa caída del Muro de Berlín, no hay quien se haya atrevido a plantear la prohibición de las empresas privadas o las dictaduras de partido único que casi acaban con medio mundo durante el siglo XX. No obstante, las genéticas ideológicas que dieron origen a esas demencias históricas siguen gravitando en las neuronas dogmáticas de la izquierda colombiana.

La razón es muy clara: las fuerzas que llegaron al gobierno mediante el Pacto Histórico son abiertamente hostiles a los empresarios; sus dirigentes y sus fuerzas sociales y políticas fueron engendrados y formados por unas ideas que parten de la base de que el empleador es un explotador. Su genética ideológica es muy clara: la empresa privada provoca injusticia, por la sencilla razón de que la empresa privada solo es posible a través de la relación que ocurre entre el capital y el trabajo, luego entre el explotador y el explotado.

Desde que lo echaron a andar, este planteamiento ideológico vino empaquetado en una de las frases más efectistas de todos los tiempos: “la explotación del hombre por el hombre”. En el fondo, aunque digan que no, lo que ellos siguen creyendo es que el capitalismo es el sistema económico de “la explotación del hombre por el hombre”.

Nadie con dos dedos de frente podría desconocer que hay  injusticias y que estas les han ayudado a sustentar su catequesis. Negarlo sería absurdo. Pero sería tan absurdo como creerles el cuento de que la realidad de la historia es tal cual ellos la cuentan.

Nadie con dos dedos de frente podría negar los enormes avances sociales y políticos que han experimentado las sociedades democráticas con el liderazgo económico ejercido por los empresarios.

Por eso causa tanta preocupación el sambenito que el Pacto Histórico decidió colgarles al cuello a los empresarios. En la campaña, el discurso de fondo consistió en que la justicia se trata de quitarles a los ricos para darles a los pobres. Y ahora, en el gobierno, la tesis con que buscan legitimar la reforma tributaria radica en que es una reforma que les quita a los ricos para darles a los pobres.

Independientemente de lo atrasado e ignorante de ese discurso, tampoco es un secreto la facilidad con que penetra en la cabeza de la gente en momentos en que por un lado crecen las angustias sociales y por el otro también crecen la inmoralidad y la imbecilidad de las dirigencias políticas. La historia abunda en los ejemplos dramáticos de cuando se mezclan estas dos químicas tan explosivas.

El problema no solo está en que el gobierno piense así.  El problema mayor está en que una gran parte de la población está creyendo que la cosa es así. Por eso llegó un gobierno así. Porque a fuerza de repetir el sambenito, una gran parte de la población, sobre todo los jóvenes, terminaron creyendo esa narrativa según la cual los malos de la película son los empresarios.

Imagínense ustedes lo que puede llegar a ocurrir en una sociedad que cree que la culpa de la injusticia social reposa en los ricos que reciben más de $ 10.000.000  mensuales.

Imagínense lo que puede llegar a ocurrir en una sociedad que se convence de que la única forma de darles a los unos es quitándoles a los otros.

Imagínense lo que puede llegar a ocurrir en una sociedad en la que se educa a sus niños y a sus jóvenes diciéndoles que los empresarios son quienes han explotado a sus padres y que lo justo es ir a quitarles lo que tienen.

Imagínense ustedes lo que puede llegar a ocurrir en una sociedad en la que el gobierno maneja a los empresarios con el perrero en la mano, como acaba de hacerlo con la intervención autoritaria e intempestiva de la Creg, mientras maneja a los grupos de narcotraficantes, de invasores de tierras y a las Primeras Líneas con la mano tendida del diálogo. Diálogo para los violentos y perrero para los empresarios.

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Diálogo para los violentos y perrero para los empresarios

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En plata blanca, no sería necesario que lo imaginen. Hay ejemplos de sociedades que se han metido en ese tipo de mitomanías y bastaría con averiguar lo que pasó en ellas.

Los empresarios tienen que pellizcarse si no quieren sufrir la ruina de sus empresas. Tienen que ser conscientes de que la cosa no es jugando y que tienen que entender que están parados en el momento más hostil  de todos, frente al que tienen que responder de la manera más inteligente y moral posible si quieren seguir siendo empresarios en su propio país.

Hay preguntas urgentes que deben de formularse los empresarios. Por ejemplo: ¿a qué se debe ese abismo que existe entre la importancia real de su rol social y económico y su escasísima influencia en la reflexión sobre el país?

Yo soy un convencido de la gran tarea que han jugado los empresarios en nuestra sociedad y soy un convencido de la gran tarea que deben de seguir jugando si queremos un país digno y próspero. Yo soy un convencido del cierto grado de heroísmo que han tenido que tener  en un país tan agredido por la violencia y por la corrupción. Por eso me parece tan preocupante que su voz sea tan desatendida por el común de la gente y tan despreciada por los políticos.

Los empresarios están retados a hablar de nuevo y a hablar en serio y con lenguaje nuevo. Ya es tiempo de comprender que no es posible mejorarse con las aspirinetas de la Responsabilidad Social Empresarial.

Aquí de lo que se trata es de salir a sembrar la conciencia de un nuevo y serio relato en el que, de verdad, cada sector social sea consciente de su valor histórico y del valor de su aporte en la unión urgente de nuestra nación.

https://www.las2orillas.co/, Bogotá, 11 de septiembre de 2022.

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