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Los Irreverentes (Editorial)

Sergio Fajardo nunca fue visto como un dirigente político con peso específico. Construyó su carrera política mostrándose como un independiente que enarbolaba el civismo, a pesar de haber comenzado su trayectoria pública de la mano de Álvaro Uribe en la gobernación de Antioquia donde se desempeñó como miembro de la denominada ‘Comisión Facilitadora de Paz’, un cuerpo creado en 1995 por Uribe con el fin de lograr el cese de la violencia en el Urabá.

A pesar de estar cerca a los 70 años, continúa presentándose como el “renovador” de la política colombiana, ropaje que le sirvió para competir por la alcaldía de Medellín en un par de ocasiones. Ganó en 2003 con el aval del partido liberal, pero gracias al respaldo irrestricto del uribismo en la capital antioqueña.

Su administración no estuvo exenta de cuestionamientos por graves escándalos como la oscura relación de miembros de su gabinete con estructuras armadas ilegales con el fin de acordar, por debajo de la mesa, estrategias que condujeran a reducir artificialmente el número de hechos de violencia en Medellín, llevando la criminalidad a otros municipios. Ese plan, que se conoció como la ‘Donbernabilidad’, puso por primera vez en evidencia la doble moral y el doble discurso de Sergio Fajardo Valderrama, un hombre que en público se presenta como el gladiador contra el crimen, pero que en privado pacta con los sectores más tenebrosos de la criminalidad.

De la alcaldía saltó a la gobernación de Antioquia cargo que desempeñó entre 2011 y 2015, después de la aplastante derrota que sufrió en 2010 cuando intentó, por primera vez, ser presidente de Colombia.

Esta es la tercera candidatura presidencial de Fajardo. En 2010, fue derrotado en la consulta interna en la que compitió con Mockus, Lucho Garzón y Enrique Peñalosa. Volvió a intentarlo hace 4 años, quedando de tercero en la primera vuelta, a muy pocos votos de Petro.

Cuando ocurrió esa derrota, Fajardo anunció su retiro de la política. Fue una reacción en caliente, que debió respetar para haber evitado someterse al ridículo que está haciendo.

La votación de Sergio Fajardo será risible. Todas las encuestas indican que quedará por debajo de Rodolfo Hernández, un hombre desequilibrado cuya presencia en la competencia por la presidencia de la República obliga a recordar los tiempos en los que Regina 11, Guillermo Nanetti, el artista Mario Gareña o el sempiterno Gabriel Antonio Goyeneche sometieron sus nombres a consideración popular.

El epílogo de Fajardo es tan lastimoso que hasta su expareja sentimental -la psiquiatra Lucrecia Ramírez- se ha encargado de enrostrarle, a través de las redes sociales, todos sus defectos de carácter.

Embargado por el desespero, resolvió poner al frente de su campaña a un atarván como Ariel Ávila, un tipo gris que se forjó a la sombra del terrorista del ELN León Valencia, alias ‘Gonzalo’. Ninguna calidad moral acompaña a Ávila, sujeto que desconoce por completo las maneras de la política. Desde su llegada a los cuarteles fajardistas puso de manifiesto que su labor se concentraría en atacar a ‘Fico’Gutiérrez. En vez de promover las tesis de su candidato, su esfuerzo se desplegará en maltratar al rival que los triplica en intención de voto.

Y cual gamín de esquina barriobajera, Ávila se hizo presente en una manifestación política de Gutiérrez con el propósito de provocar a los allí presentes. Su proceder es reflejo de su talante canallesco.

Se hace presente en un acto político ajeno, desafía a los allí presentes a quienes les asiste la razón cuando reaccionan airadamente. Graba en su aparato celular pedazos de las respuestas que recibió como producto de su instigación para luego mostrarse como una desvalida víctima de maltratos de la derecha.

Un mamarracho de menor cuantía. Los colombianos creyeron que con Gustavo Bolívar la cuota de zascandiles en el Congreso estaba satisfecha. Se equivocaron. Con Ariel Ávila le ha salido competencia al autor de narconovelas de baja factura.

Lo que cuesta digerir es que Sergio Fajardo, que a pesar de sus evidentes falencias políticas era percibido como una persona con buenos modales, haya terminado arrastrándose por las alcantarillas de la baja política de la mano de Ariel Ávila.

@IrreverentesCol

https://www.losirreverentes.com/, Bogotá, 16 de mayo de 2022.

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