Como es natural, ese asunto, que despertó mi inquietud, me condujo a hacer una reflexión que trasciende las preocupaciones de índole personal. Recordé aquel libro -cuya lectura recomiendo- que lleva el título “Cómo mueren las democracias “. En esa obra maravillosamente escrita, se expone uno de los rasgos elementales de alguien perfilado como dictador: la intolerancia enfermiza a la crítica. A esa incapacidad para aceptar los cuestionamientos, se suma una extrema vanidad, demagogia, proclividad a mentir y a la promoción de preceptos destructivos. Supongo que, a esta altura, los lectores tienen un nombre en mente. Esto hace caer en la cuenta de que no estamos tratando solo con un líder convencional de la izquierda latinoamericana, sino con un potencial y despiadado dictador.
No desfallezcamos en recordar que se trata de una persona que alguna vez percibió el asesinato como una forma de hacer política. Es alguien capaz de todo y eso, queridos ciudadanos, es lo que más debería preocuparnos porque muy seguramente, de ganar, este hombre no gobernará con las reglas de juego de la democracia, sino con las que a él le venga en gana imponer. Invocando al Rey Sol, Petro dirá ‘L’état, c’est moi’ -el Estado soy yo-.
De obtener mayorías parlamentarias, lo más probable es que Gustavo Bolívar llegue a ser el presidente del Congreso. Un tipo que descaradamente llama “cerdos” a hombres fieles a la patria que entregan la vida por la seguridad de los colombianos, como los miembros de nuestra admirable y gloriosa Policía Nacional; el mismo hombre que promete acabar con el ESMAD y que financia a la Primera Línea, y que por si fuera poco no paga sus deudas y provoca tragedias. ¿Qué clase de reformas estructurales podrían llevarse a cabo desde el odio que expele Bolívar?
El triunfo de Petro significaría, nada más y nada menos, que el final de la democracia en Colombia. No nos sorprendamos si de la mano de Petro llegan los encarcelamientos y los destierros masivos. Así es como ellos funcionan: todo el que se atreva a enfrentarlos se convierte en el enemigo al que hay que destrozar, primero moralmente -como me ha sucedido a mi- y después físicamente -como espero que no me suceda-.
Es por este motivo que el país debe votar por la contrapropuesta de Petro, no por tibios ni quienes a escondidas se reúnen con él. El único partido verdaderamente firme es el Centro Democrático, colectividad que, bajo el liderazgo del presidente Álvaro Uribe, es una talanquera contra la barbarie neocomunista que encarna Gustavo Petro.
A una semana de las elecciones, sin ambages de ninguna naturaleza tenemos que comprender que resulta indispensable votar por la consulta del Equipo Colombia, donde están los tres maravillosos exalcaldes de Bogotá, Medellín y Barranquilla, dirigentes que transformaron a sus respectivas ciudades. Char, Fico y Peñalosa son garantía de buen gobierno, transparencia en el manejo de los recursos y gerencia eficiente de los asuntos públicos. En esa coalición también está el muy destacado senador conservador David Barguil, quien ha mostrado valentía retando a los poderosos y quien en las últimas semanas ha decidido conquistar las bases Uribistas con un discurso claro, coherente y cargado de sensatez. Cierra la lista de la coalición, la candidata del ‘Mira’, Aydee Lizarazo, una mujer que ha despertado la atención de muchísimos ciudadanos gracias a su firmeza ideológica.
Sea esta columna una amable invitación a los colombianos que no tengan ganas de que les expropien sus bienes o que se oponen a que se premie a los genocidas del ELN con curules como lo hicieron con Farc, para que el domingo de la semana voten por el Centro Democrático y el Equipo Colombia.
@jarizabaletaf
https://www.losirreverentes.com/, Bogotá, 05 de marzo de 2022.