Después de 58 años de fundado, con unas Farc ahora convertidas en partido político, una segunda Marquetalia diezmada y en crisis bajo el abrigo de Nicolás Maduro, y unas disidencias en cabeza de Gentil Duarte consumidas y enfrentadas por el narcotráfico; el ELN no escatima esfuerzos para mantenerse vigente, alardeando de ser la guerrilla más antigua del mundo, acusando a las Farc de traicionar la causa revolucionaria y tratando de recomponerse mediante la retórica, la propaganda y el terrorismo de un proyecto fracasado, arcaico e inútil que ha sufrido serios reveses en las últimas dos décadas. Estuvo casi ad portas de su desaparición en plena Política de Seguridad Democrática, cuando el Comando Central – Coce en cabeza de alias Gabino y Antonio García fue forzado a exiliarse en Venezuela y Cuba, y sus reductos armados, emplazados a zonas fronterizas que artificaron como guaridas criminales para sobrevivir a la ofensiva del Estado, continuar financiándose del secuestro, la extorsión, el narcotráfico, la minería ilegal y el contrabando; desde donde despliegan sus cobardes acciones contra la Fuerza Pública y desde donde someten mediante la intimidación y la amenaza a la población indefensa ubicada en las fronteras.
El fracaso del ELN en su objetivo estratégico de tomarse el poder a través de las armas, tal como ocurrió con las Farc, lo tiene atrapado en su tradicional lógica del terrorismo espectáculo, ahora presente en redes sociales, y el que no debe sorprendernos, pues ejercer influencia virtual, física, fugaz o en cuerpo ajeno en un pequeño caserío, como ocurrió intempestivamente esta semana en el corregimiento La Esmeralda del municipio de Arauquita en frontera con Venezuela, o activar un carro bomba en cualquier lugar del país, como lo hicieron en la Escuela de Cadetes de Policía y recientemente en Saravena (A), no es, ni será, demostración de capacidad armada o territorial, tampoco de fuerza “militar”, y mucho menos que estén avanzando en la conquista de posiciones; son episodios irracionalmente audaces, que buscan afectar el inconsciente colectivo, con arquetipos para sobredimensionar un poder, que no deja de ser efímero, sellado por un exhibicionismo simbólico y propagandístico; tal como quedó demostrado con la recuperación inmediata de la zona a cargo del Ejército Nacional.
En los útimos tres años, el ELN cada vez más fracturado o “federalizado”, y que avanza como el cangrejo, ha circunscrito su estrategia a presionar desde Cuba la reanudación de la mesa de negociación, a propinar sendos golpes mediante el uso del terrorismo selectivo contra la Fuerza Pública e indiscriminado contra la población, y a mantener bajo conmoción a las comunidades más pobres y apartadas de Arauca, Norte de Santander, Nariño y Chocó. Fincas, calles, casas y vehículos están inundadas de graffitis y panfletos intimidatorios; no cesa la confrontación a muerte con las disidencias de las Farc lo que ha agudizado el desplazamiento de campesinos y familias humildes de sus tierras; y la torpeza y miopía de sus acciones marcadas por el desespero, los tiene en un callejón sin salida, el mismo que han elegido al jurar lealtad, gratitud y defensa de intereses comunes con el régimen dictatorial de Venezuela: “estamos fundidos en la misma revolución” decía Gabino, ahora el “jubilado” y músico, hasta hace poco máximo cabecilla de este grupo terrorista.
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Infiltraron la protesta social estacionando “líderes de puesto”, milicianos que fueron develados por las autoridades
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La Fuerza Pública no cesa en su persecución. Solo en el último año, se neutralizaron 53 cabecillas de la segunda Marquetalia, las disidencias, y del ELN algunos legendarios como alias Uriel, Fabán y el viejo. Las estructuras en el Chocó y Norte de Santander han sido debilitadas, sus espacios reducidos y las células urbanas cada vez con menor influencia y ascendencia en organizaciones sindicales, sociales, comunitarias y estudiantiles. Infiltraron la protesta social estacionando “líderes de puesto”, milicianos que fueron develados por las autoridades, convirtieron la jornada en violenta, acudieron al terrorismo y exarcebaron la situación a niveles sin precedentes. La gestión política, diplomática y jurídica del Gobierno y autoridades, ha logrado acorralarlos y desacreditarlos internacionalmente; siguen en la lista negra de organizaciones terroristas y narcotraficantes de Interpol, Europol, la Unión Europea, los Estados Unidos, y aumenta la presión sobre Cuba y Venezuela para que entreguen a los cabecillas que se refugian y operan, en y desde sus territorios.
El carácter criminal y terrorista del ELN está marcado por la precisión en los tiempos, la lectura de los momentos y la osadía de sus acciones; donde la sorpresa es la regla, la infiltración su ventaja, los señuelos su táctica, y el terrorismo el medio privilegiado; no importan las consecuencias ni las víctimas que indolentemente capitalizan para llamar la atención y expresar vigencia. Siguen fincados en la perversa y obsoleta creencia de “que el fin justifica los medios” y en la ceguera tozudez de que son aliados, por igual, de la Internacional Socialista, de Venezuela, Cuba y Rusia, cuando en realidad, no han sido más, que el instrumento perfecto de perturbación, sabotaje y ataque sistemático a la democracia, siguiendo el libreto del “gran hermano”.
Afinar la estrategia del Estado para contrarrestar un ELN en búsqueda de su “momentum” es un imperativo en la coyuntura actual, para blindar el certámen democrático, donde la inteligencia debe anticiparse para prevenir y contrarrestar, y la Fuerza Pública a la ofensiva para enfrentar una “guerrilla” marginada, fracasada, desesperada y perdida en su laberinto. 58 años de lucha estéril y sin sentido, los tiene en profundo acto de contricción, en el que, desde la comodidad del exilio forzado que disfrutan sus cabecillas, observando desde la tribuna el creciente rechazo y animadversión de toda la sociedad, y empecinados en el uso del terrorismo, logren interferir en las elecciones, para favorecer intereses “afines”, sacando provecho del escenario para “despedir” al gobierno que los combatió incesantemente.
LPNSN: La creación de una Fuerza Nacional Fronteriza, bajo un único Comando, que integre todas las instituciones y capacidades del Estado para ejercer control real, efectivo y definitivo sobre todos los males que transitan por las fronteras, cada vez se convierte en una necesidad apremiante.
https://www.las2orillas.co/, Bogotá, 21 de enero de 2022.