Una frase del presidente Putin del 2005 muestra lo que siente y piensa el mandatario ruso: “la disolución de la Unión Soviética es una de las peores catástrofes en términos geopolíticos”. El exdirector del KGB nunca superó la pérdida de influencia y de poder territorial de Rusia.
Adicionalmente a este aspecto de poder militar y expansionista en la antigua área de influencia soviética, Putin se caracteriza por su entrenamiento en el servicio secreto. Él parte de la base de la mala fe de sus contradictores, no cree en las reglas básicas de la democracia y el derecho a la oposición, y considera que las alianzas con otros poderes autocráticos son la forma de ampliar la influencia a nivel mundial. Es así cómo ha dado órdenes de captura y asesinato a opositores internos, y considera que con el apoyo de China puede detener lo que el considera un avance inaceptable de ‘Occidente’ en varias regiones del mundo.
A nivel nacional, sus primeros años en el poder, del 2000 al 2008, estuvieron caracterizados por un sustancial crecimiento económico con una correspondiente mejora de la calidad de vida. Esto fue producto de la apertura económica después de las reformas de Yeltsin y la subida de los precios de los energéticos, principales fuentes de ingreso de exportación. Pero ahora, con el interés de ganar las elecciones del 2024 y efectivamente convertirse en un presidente vitalicio, debe buscar otra estrategia.
Dada la crisis económica actual, resultado de la falta de un verdadero desarrollo tecnológico y una estructura económica competitiva, el autócrata ruso se ha centrado en crear un ambiente en el electorado de ser quien defiende a la ‘madre Rusia’ frente a la expansión de los países de la OTAN en su área de influencia “natural”. Otro elemento de su estrategia es crear caos. Así, ha buscado influir en elecciones a nivel mundial, través de ‘hackeo’ en las redes sociales y apoyar a candidatos que a través de populismo crean inestabilidad en los respectivos países.
Es en ese contexto que se deben entender la amenaza de Putin de invadir a Ucrania y posicionar 100.000 tropas en la frontera. Él considera que a Ucrania tener 8 millones de rusos en un país de 43 millones de habitantes, y al compartir 1.200 kilómetros de frontera, es inadmisible que ese país quiera y decida hacer parte de la zona de influencia de la OTAN. Y en cualquier caso, está creando incertidumbre en la región.
El expansionismo y las tácticas de Putin ponen en riesgo la estabilidad mundial. Los países de la OTAN deben establecer una reglas claras y coordinadas para mermar el poder del mandatario ruso.
Eso requiere sanciones desde ya, no cuando decida invadir a Ucrania, desarrollos tecnológicos para detener el ‘hackeo’ y la influencia indebida en las elecciones, y el apoyo a quienes se oponen a la militarización de la zona de influencia como es el caso de Ucrania.
No es la debilidad aparente de Biden cuando dice que “es muy probable que Rusia invada a Ucrania” y que no se dará el acceso de ese país a lo OTAN lo que permite poner freno al ‘caso’ Putin, sino la señal de unidad y fuerza para que sea Putin quien se vea debilitado cuanto antes.
*Analista Internacional
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https://www.portafolio.co/, Bogotá, 20 de enero de 2022.