El alcalde de Medellín sobrepasó todos los límites de la cordura y la agresividad, lo cual ya no sorprende, pues viene dando pasos seguidos contra el sector empresarial antioqueño, que desde luego afectan la imagen de la empresa privada en general.
¿Qué se propone, a quién le hace el juego? Llamar mafias a unas empresas respetables como son las del GEA, sin presentar pruebas, es una afrenta y un delito. Sus declaraciones respiran odio hacia ese conglomerado empresarial y en general al sector privado, hablando de carteles y mafias que han hecho gran daño a Antioquia.
No parecen un hecho aislado esos pronunciamientos, sino la continuación de una estrategia que ha desarrollado desde su llegada a la alcaldía de esa ciudad y que ayuda a alimentar las propuestas de determinados actores políticos contra el sector productivo privado.
Es preocupante que un funcionario de alto nivel, como es el alcalde de Medellín, sea capaz de hacer afirmaciones tan graves, que no corresponden a la realidad y que buscan el desprestigio de la clase empresarial antioqueña, la cual luchó para defender su región del embate real de los verdaderos mafiosos y que junto a todos los empresarios colombianos se han batido para mantener la economía, la producción y prioritariamente el empleo, y para apoyar al gobierno y las comunidades en la crisis socioeconómica.
No me cansaré de repetir que el sector privado empresarial es la columna sobre la que descansa la economía y el empleo en el mundo, y basta comprobar como los sistemas que lo destruyeron como la URSS en su momento, Cuba y Venezuela han llegado a vivir situaciones de pobreza alarmantes, impulsando a su población a emigrar en precarias condiciones.
Empresas privadas son no solo las grandes compañías, que como en este caso, generan más de cien mil empleos, sino también las medianas, pequeñas y microempresas que en Colombia representan el 80% del empleo del país y el 90% del sector productivo nacional. Mientras que en América Latina estas cifras son el 99,5% del tejido empresarial y el 61,2% del empleo formal, de acuerdo con datos de la CEPAL.
Con sus declaraciones y ataques, este alcalde agrava la desconfianza en las instituciones y en las empresas, lo que perjudica toda la estructura jurídica y productiva del país.
Según el estudio que presentó el BID recientemente, solo 13% de los colombianos confía en las otras personas frente al 42% del promedio de los países de la OCDE, y este organismo también afirmó que una mayor confianza impulsaría la reactivación de América Latina y el Caribe, señalando que la falta de confianza reduce la competitividad del sector privado, mientras los países con niveles elevados de confianza son más productivos y más propensos a participar en cadenas globales de suministro.
Debemos empeñarnos en trasmitir el trabajo real del empresariado para restaurar la confianza.
*Exministra
https://www.portafolio.co/, Bogotá, 20 de enero de 2022.