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El semáforo alemán: ¿gobierno de ilusiones o salida del letargo?

María Helena Álvarez*

No fue la fuerza de la socialdemocracia o de los otros partidos lo que llevó a Alemania a un nuevo gobierno.  Fue más bien la implosión gradual de la Unión Cristiana y su desplome como gran partido popular, sumada al ansia de muchos ciudadanos por salir del letargo y de una política de ‘marcha a la vista’ carente de ambición programática.  Así, las elecciones de septiembre pasado prepararon el terreno para una coalición de los partidos socialdemócrata, verde, y liberal, que asumió esta semana el gobierno de centro izquierda en cabeza del Canciller Olaf Scholz.

Los Verdes (Die Grünen) y el Partido Liberal (FDP) que se consideraban hasta ahora casi como agua y aceite, principalmente por su opuesta visión del manejo de la economía, decidieron ondear la bandera blanca y probar suerte en defensa de su capital común: el electorado joven.   Los Verdes con su programa clave para el futuro climático y los liberales, en pro de la modernización del país, la inversión en innovación y la digitalización. La cúpula del partido liberal nunca ocultó que hubiera preferido gobernar con la Unión Cristiana (como lo hizo en el pasado), pero la derrota absoluta de la CDU y su infortunada falta de liderazgo no dejó alternativa a la puesta en marcha del llamado “semáforo” con el rojo de la social democracia, el amarillo de los liberales y el verde de los verdes.

Como punto clave de este matrimonio tripartito resalta la defensa del clima, que es casi la melodía dominante. Se agregó, además, una dosis de política social para el sector de la población que depende de una ayuda permanente por parte del Estado, cuyo reclamo supo recoger la socialdemocracia.

El nuevo Canciller Scholz ganó las elecciones básicamente por la promesa de subir el salario mínimo hasta en 12 euros por hora, actualmente está en algo más de 9 euros.  Esa promesa fue el As bajo la manga de la social democracia en la campaña electoral.   Al coctel en política ambiental y social se suma la digitalización y una política exterior que se fundamenta no tanto en intereses, como en valores, sobre todo en derechos humanos y una diplomacia feminista enfocada en la protección de las mujeres en zonas de conflicto, como en el caso de Afganistán.

A toda esa mixtura, se incorporan dos componentes que tranquilizan a la clase media y al sector empresarial en los países socios de Alemania: El Partido Liberal consiguió que el Acuerdo de la Coalición excluya subir el nivel de impuestos. Adicionalmente, el Acuerdo reconoce a la OTAN (Alianza del Atlántico Norte) como eje de la seguridad internacional y adhiere a la participación nuclear, apoyando el llamado umbral nuclear que brindan los Estados Unidos en suelo alemán.   De todos es conocido que en el país germano hay armas nucleares de los EE.UU. dispuestas para protección de Alemania y de Europa en contra de un eventual ataque ruso. Ese punto del acuerdo de la coalición del nuevo gobierno tripartito, marca un hito histórico desde la perspectiva verde.

La lista de compromisos del Pacto de la coalición “semáforo”, define a Alemania como país europeo y proclama la solidaridad con Europa.  El nuevo gobierno dio una clara señal en sus primeras visitas a París y Bruselas.  “La amistad entre Alemania y Francia es la base de toda nuestra exitosa cooperación en la Unión Europea”, dijo el nuevo Canciller en su primera rueda de prensa.  Sin embargo, falta esperar la evolución del noviazgo con Francia, cuyo gobierno quiere que se flexibilicen las reglas fiscales en pro de permitir más deudas en el régimen existente de la UE, mientras Alemania tradicionalmente se ha opuesto al abandono de la disciplina fiscal porque esto amenaza la estabilidad monetaria.   No se sabe todavía si Francia y Alemania van a llegar a un acuerdo en ese punto. De llegar a ello, estaríamos frente a la consolidación del liderazgo del gobierno francés en la Unión Europea que ya se vislumbró en la época de la canciller Merkel.

Alemania arranca así, una “nueva vieja” era.  Olaf Scholz elegido Canciller, toma las riendas en un Pacto de Coalición con sus hoy aliados verdes y liberales, tras 16 años de gobierno de Ángela Merkel. El partido socialdemócrata hasta ahora socio de la coalición que sostuvo al gobierno de la Merkel, buscará consolidar su proyecto, que costó el derrumbe del más grande partido popular de la Europa Continental: la Unión Cristina.

En el país germano ante la ausencia de una mayoría absoluta que le permita a un partido gobernar solo, aquél que consigue la mayor votación suscribe un “acuerdo de coalición” que determina su agenda con otras fuerzas aparentemente afines para conformar un Gobierno.  Esto sucede no solo a nivel Federal (Bund), sino cuando la situación obliga, en la construcción de gobiernos regionales de los 16 Estados Federados (Länder).  El nuevo Canciller, el socialdemócrata Olaf Scholz, viene de ser vicecanciller y ministro de Finanzas de la última gran coalición, liderada por Merkel.  La agenda de la coalición tripartita muestra claramente líneas de conflicto.  Nadie sabe cómo financiar el camino hacia la “neutralidad climática” propuesta, que conlleva costos gigantescos. El partido liberal se opone a nuevos impuestos y al aumento de deudas, ya bastante altas.

La cruzada apasionada de Los Verdes contra la energía nuclear triunfó con la decisión precipitada del Gobierno de Merkel de cerrar las plantas de energía nuclear en muy corto plazo.    Esta despedida de la energía nuclear puso a Alemania en un dilema en la lucha por el clima porque este paso implica un incremento de emisiones de dióxido de carbón por un período considerable.  Finalmente, Alemania se dio cuenta - algo tarde - que su industria no se pude alimentar solamente con molinos de viento.  Y entretanto, el presidente francés exige que la Unión Europea reconozca la energía nuclear como energía “verde”, lo que sería un pecado mortal a los ojos de todo partido verde en Europa hoy.   Alemania ya tiene uno de los más altos costos de electricidad en el mundo, lo que ya causa problemas para muchas familias en sectores de menor ingreso.   

El triunfo de Los Verdes y del Partido Liberal en las últimas elecciones refleja los anhelos de la generación joven y de la clase media próspera y con buena formación profesional. La Unión Cristiana no tuvo oferta programática atractiva para estos sectores. Y es que Ángela Merkel se mantuvo durante más de década y media en el poder de la economía más fuerte de Europa, a cambio de renunciar a una visión programática y ayudar a su socio, el partido socialdemócrata a realizar su propia agenda.  Además, la derrota de la Unión Cristiana se debe, entre muchos factores, a haber descuidado el flanco social, las necesidades de familias con pocos ingresos, que luchan con altas cargas públicas y arriendos que suben sin freno.  Cuidar este flanco sería también un reto importante para el conservatismo en América Latina.   

* PhD. M.A. Ciencias Políticas, M.A. Derecho Propiedad Intelectual, Jurista. Para Colombian News, 11 de diciembre de 2021

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