Las empresas del GEA se distinguen por practicar un Capitalismo Consciente. No es gratuito que Nutresa y Argos hayan sido calificadas por el Índice de Sostenibilidad del Dow Jones como las más sostenibles del mundo en sus sectores. Desde sus orígenes, mucho antes de que se hablara de estos temas, tenían claro que su compromiso iba más allá de dar utilidades.
Jorge Molina Moreno trabajó con Suramericana durante 35 años, 20 como presidente. Hombre sencillo, sensible, cordial, visionario, de gran corazón, su ambición nunca fue el dinero ni el poder. Se retiró de la presidencia de Sura, para desempeñarse como Alcalde Verde de Medellín, sembrando y protegiendo los árboles durante 15 años. Para Molina, Nicanor Restrepo y muchos directivos del GEA, servir era más importante que el dinero, así forjaron su cultura.
Si usted conversa con Carlos Ignacio Gallego, presidente de Nutresa, fácilmente se llevará la impresión que está conversando con un místico, convencido de que hay que ayudar a construir un mundo mejor. Cuando él habla del trabajo que hacen los 12.000 voluntarios que tiene Nutresa, ayudando a integrar a la sociedad y a la economía a personas y familias marginadas del progreso, vibra de emoción.
Cuando los directivos de Nutresa presentaron a sus accionistas el informe de gestión del 2020, sacaban pecho hablando de la reducción del 33 % en el consumo de agua, de la reducción del 23 % en el consumo de energía, 46 % de reducción en gases de efecto invernadero y de un 90 % de aprovechamiento de residuos.
Pero el aspecto que mejor define la cultura de Nutresa es su compromiso con sus colaboradores. La gente de Nutresa no se quiere retirar: de cada 100 colaboradores de la compañía, sólo 18 se retiran anualmente, indicador que quisieran muchas empresas colombianas. En el 2016, una vez integrada la operación de El Corral a Nutresa, la rotación de personal era del 63 %, hoy es del 29 %.
Sorprende que ahora todos los medios de comunicación en Colombia están presionando a las juntas directivas de las empresas del GEA para que se manifiesten a favor de la venta de Nutresa a Gilinsky & CIA, porque deben pensar exclusivamente en el beneficio de sus accionistas. Pareciera que el trabajo que hace la compañía con las comunidades, por la educación, por el buen gobierno no cuenta. ¿Entonces el Capitalismo Consciente no vale nada?
En la década de los 70 del siglo pasado, para evitar que empresarios de fuera de Medellín se quedasen con las empresas antioqueñas, Jorge Molina con otros importantes empresarios diseñaron el enroque, que dio como resultado el llamado Sindicato Antioqueño. Especial cuidado dieron al abogado y banquero Jaime Michelsen: Este no tenía cultura empresarial y si tomaba el control de algunas de las empresas, muy seguramente terminaría desmembrándolas y buscando beneficios a corto plazo. La quiebra del Grupo Grancolombiano fue precisamente por la ambición desmedida de Michelsen.
Gilinsky, banquero y brillante como Michelsen, también tiene sed de dinero. ¿Y de venganza? Cuando vendió el Banco de Colombia al Industrial Colombiano, en esa época parte del Sindicato, una vez cerrado el negocio demandó a Nicanor Restrepo y a Jorge Londoño, gerente del fusionado Bancolombia. Dicen que Gilinsky ofreció a sus abogados una prima de $10.000 millones si metían preso a Nicanor y cifra similar por Londoño.
Vender mi par de acciones de Nutresa con una prima de casi el 40 % es muy tentador. Pero quiero vivir y morir acá y necesitamos empresas con responsabilidad social que trabajen por el progreso de la región. Eso no se ve en los balances, pero se siente.
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 22 de noviembre de 2021