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Néstor H. Martínez  

Esta atomización es terreno fecundo para que florezcan candidatos pintorescos.

Al terminar el 2021, las encuestas siguen dando como puntero para la presidencia a Gustavo Petro, quien se presenta como el candidato de los pobres. Muy curioso, porque sus propuestas los condenan al foso de la indigencia irreductible. Sus propuestas populistas, muy seductoras en plaza pública, dependen de que nuestro banco central se dedique los próximos años a gastar tinta en la emisión de billetes, dado que las finanzas oficiales están famélicas. La idea de Petro de vivir del crédito del Banco de la República constituye una sentencia para los pobres de que serán cada vez más pobres, porque la emisión atiza la inflación, que es el impuesto que más afecta a los humildes y su capacidad de compra. Hay que decirles.

La Colombia Humana nos pinta una nación productiva y no extractiva. Sabrá Dios cómo es posible eso si, de ganar Petro, no quedará un dólar de inversión en Colombia, a menos que se geste una economía centralizada, apalancada en parte en la chequera de la petrolera del Estado, para acabarla, como ocurrió con PDVSA. A la audiencia que llevan a la plaza pública en buses acogotados, buscando algún futuro, habrá que contarle que si en los próximos cuatro años se acaba la renta petrolera, los programas sociales se verán recortados.

Y para rematar, se anuncia que bajará a la fuerza los arrendamientos, a sabiendas de que el impacto será mayor en los estratos 1, 2 y 3. A pesar de todo esto, Petro barre en dichos estratos. No es que la gente más necesitada esté loca. Es que el dueño del discurso se hace el loco, para no contarles que les ofrece desolación, un país más pobre, sin oportunidades, como el del vecindario.

La tragedia que vaticinamos de la Coalición de la Esperanza también es de locura. Se cimentaba en los ‘verdes’, que querían posicionarse en un espacio ideológico ajeno y por ello fenecieron en la convergencia de centro. Fajardo sigue en caída libre. Galán empieza a montar toldo aparte para presentar listas al Congreso, y Cristo no llega ni al 10 por ciento del margen de error. De este grupo, Robledo ya ni siquiera marca en la última encuesta.

El verdadero espectro ideológico de centro está atomizado en medio de aspiraciones que lamentablemente no cuajaron en su mayoría. Son los notables del 2 por ciento, que deberían congregarse en torno a la aspiración más sólida y empezar a formar equipo con ella. Allí se concentra una experiencia que el país no puede perder.

Esta atomización es terreno fecundo para que florezcan candidatos pintorescos. Que le hablan al pueblo con el histrionismo de Goyeneche o con demagogia populista, para cautivar votos. Andrés López Obrador (ALO) ofreció en México vender el avión presidencial, rebajarse el sueldo y convertir la casa presidencial en un espacio para el arte. Tuvo éxito porque la gente, que quería oír algo diferente, oyó esta música popular y se desquició. ¡Cuidado!

Por supuesto que así les está yendo. Desde que ALO se posesionó, en diciembre de 2018, el PIB creció negativamente, trimestre tras trimestre. Creció el desempleo, muchas oficinas públicas están sin presupuesto y la cobertura del sistema de seguridad social excluyó las enfermedades de alto riesgo. Pero la mayoría sigue en éxtasis viendo a su presidente viajar en clase económica, porque subastó el avión presidencial.

Entre nosotros, parte de la locura tendrá que ver en adelante con la explosión de más candidaturas avaladas por micropartidos, concebidas en el útero de la justicia, lo que retrasará el proceso de consolidación de candidaturas viables. De hecho, las consultas previstas para marzo pueden llegar muy tarde, como ocurrió en México, abriéndole el espacio a la debacle de López Obrador. ¡Estamos chiflis!

Taponazo. Lo que faltaba en Bogotá: la alcaldesa haciendo más difícil el acceso a vivienda de interés social. Tiene la razón el ministro de Vivienda.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 13 de noviembre de 2021.

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